"Nuestros problemas no son los de la curia, sino los de las familias desahuciadas"
- RTVE.es entrevista a sacerdotes del Foro de Curas y Redes Cristianas
- Piden cambios en la Iglesia Católica y su vuelta a los valores más humanos
- "El nuevo papa no puede ignorar el papel de la mujer en la Iglesia", apuntan
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Se les conoce por estar en los barrios empobrecidos de Madrid, en contacto directo y permanente con aquellos grupos de la sociedad más excluidos. Son los curas de la calle, constantes en su labor de denuncia, visibles en sus acciones. Javier Baeza, Eubilio ‘Billy’ Rodríguez y Evaristo Villar son tres de los 125 sacerdotes que integran el Foro de Curas, críticos con la gestión y el funcionamiento de la jerarquía eclesiástica.
Uno de sus puntos de encuentro es la parroquia de San Carlos Borromeo, en Entrevías (Vallecas), donde nos encontramos para analizar el proceso de elección del nuevo papa y la situación actual de la Iglesia Católica. Este centro pastoral, del que Baeza es sacerdote, ofrece también diversos cursos y actividades para los colectivos más vulnerables y es, además, espacio de reunión para varias asociaciones barriales.
Bajo el título “a propósito de la renuncia del papa”, esta agrupación ha publicado un documento en el que plantean cambios profundos en la Iglesia y su vuelta a los valores más humanos. “Estamos desanimados con el sistema establecido, y añoramos aquello que acuñaba el Concilio Vaticano II: La Iglesia como pueblo de Dios. Yo no sé si tiene algo de Dios, pero desde luego que de pueblo participativo no tiene nada”, dice Baeza a RTVE.es.
Para Evaristo Villar, portavoz de Redes Cristianas (coordinadora de diferentes agrupaciones de cristianos de base), la renuncia de Benedicto XVI es “una buena noticia”. “Ojalá la tomaran en cuenta otros mandatarios que están en la cuerda floja. Lo cierto es que ha llegado un momento en el que la crisis es tan enorme que se necesita tomar otros derroteros", añade.
“De todas formas –prosigue Eubilio Rodríguez- cualquier persona con 86 años, ya sea papa o cocinero, lo mejor que puede hacer es jubilarse. Lo extraño es que esto parezca raro, a mí me resulta algo normal”.
“La elección del papa no es democrática”
Este martes ha comenzado en la Capilla Sixtina de Roma el cónclave, proceso por el cual será elegido el nuevo papa. Los electores: 115 cardenales de los cinco continentes (Europa es el que cuenta con mayor número), que votarán hasta alcanzar una mayoría de dos tercios. Será entonces cuando se conozca el nombre del sucesor de Benedicto XVI.
“Esta es una elección nada democrática, propia de un institución absolutamente anacrónica –afirma el párroco de Entrevías- Es decir, los cardenales, los príncipes de la Iglesia, son elegidos por el anterior papa. Esto es, de alguna manera, una herencia recibida. No son representantes de países ni de realidades culturales, son nombrados a dedo”.
En la misma línea sigue Villar: “Además, el sistema es antievangélico por varias razones: el Evangelio dice que todos somos iguales, y aquí no es así. En primer lugar, los que forman el Colegio Cardenalicio son todos hombres, no hay ninguna mujer. Por otro lado, es totalmente clerical, tampoco hay ningún seglar. Y, finalmente, todos han sido nombrados por papas anteriores”.
‘Billy’ Rodríguez, que durante años ha oficiado misas en la Cañada Real, recuerda que este tipo de proceso no siempre fue así: “Hasta el siglo XI, era el pueblo quien elegía a los obispos. Después la cosa cambió, y se fue concentrando todo en los obispos, primero, y en el papa después. Antes, en los primeros siglos, cuando había problemas, la Iglesia promovía debates con las comunidades cristianas, se reunía con ellas. Presentaban propuestas y debatían hasta que se llegaba al consenso”.
“El nuevo papa no puede ignorar la presencia de la mujer en la Iglesia”
Salvando las distancias, los tres coinciden en que son muchos los retos que debe afrontar el próximo pontífice. Entre ellos, el acercamiento a los problemas de la sociedad más allá de discursos, la ruptura con el poder y la presencia de la mujer dentro de la Iglesia.
“El nuevo papa ha de ser un hombre de diálogo con el mundo. Para conseguirlo tiene que romper la coraza del Estado vaticano y renunciar a todo lo que significa poder. Siempre se escriben cartas, de que si hay que acoger al inmigrante, etc… pero esto no nace de la integración con las comunidades, con la Iglesia de base. Es igual que un buen discurso del secretario general de la ONU, se queda ahí”, apunta Baeza.
“Además –agrega Villar- tiene que abordar el estatuto de la mujer en la Iglesia, que es ínfimo, parece que no tiene más que la escoba para barrer”. Y añade: “Tampoco podrá evitar pronunciarse sobre el celibato de los curas, es un problema real. O el acceso a los sacramentos de las personas divorciadas o los homosexuales. Si no lo hace, no es la Iglesia de Jesús”.
Preguntados por si tienen algún preferido entre los cardenales, confiesan que a muchos no les conocen. “A mí alguno me da miedo”, bromea Baeza. “Bueno –reconoce Rodríguez- a mí Turkson me despierta simpatía. Él es secretario de la comisión Justicia y Paz, que es la que ha publicado un documento crítico sobre el sistema financiero. Pero claro, precisamente por eso no va a salir”.
¿Y qué opinan que haya dos papas? “Lo que nosotros vivimos es una realidad tan lejana que al final, salga quien salga, eso no añade más problema. Nuestros problemas no son los de la curia, sino los de las familias desahuciadas o los de los inmigrantes que no pueden operarse”, aseguran
“La Iglesia ha perdido el tren de la modernidad”
Respecto a la pérdida de practicantes dentro de la Iglesia Católica, principalmente en Europa y América Latina, consideran que es debido a la “lejanía” entre ésta y la gente. “Cada vez hay una escisión más grande entre la realidad de las personas de la clase sencilla y la Iglesia institucional. No sé si hay dos iglesias, pero sí dos formas de concebirla”, destaca Baeza.
“Lo que ocurre es que ha perdido el tren de la modernidad y está asociada a lo más retrógrado. Cuando hay un problema muy serio como el paro o los desahucios, la jerarquía se calla, se queda en silencio. Eso va en contra del proceso de humanización y por eso la gente se va. Solamente en Brasil, en 30 años, la Iglesia ha perdido a más de 30 millones de personas, y en EE.UU. llevan una media de 100.000 por año”, explica a RTVE.es Villar, coordinador también de las revistas de religión Éxodo y Utopía.
“A mí me da la sensación –continúa Rodríguez- que lo que la gente no traga es la hipocresía, el amartelamiento que hay entre la Iglesia y el poder financiero. A nosotros la jerarquía nos ve como si fuéramos un espécimen raro, un hereje”.
El Foro de Curas
Esta organización surgió en abril de 2007, a raíz del conflicto de la Iglesia de San Carlos Borromeo. En esa fecha, el Arzobispado de Madrid decidió cerrar la parroquia al no estar de acuerdo con las prácticas que allí se realizaban. “Nosotros lo que hacíamos –cuenta Baeza- era celebrar la misa sin la indumentaria, o en lugar de formas, repartíamos bizcochos o rosquillas. Tampoco seguíamos la guía de catequesis única. Son cosas que ocurren en muchos sitios, tampoco inventamos nada”.
El Arzobispado de Madrid propuso entonces que el centro estuviera dirigido por Cáritas, con el fin de “mantener y potenciar del modo debido el servicio a los pobres”. Finalmente la decisión tuvo que dar marcha atrás por la presión popular: Consiguieron 40.000 firmas para que la parroquia siguiese y alrededor de 70 curas se presentaron a dar misa en pantalón vaquero. “Fue ahí cuando nació el Foro”, detalla Rodríguez.
Aunque representan poco más que el 5% del conjunto de sacerdotes de Madrid, sus acciones son numerosas: desde la publicación de comunicados (los últimos a favor de la ILP sobre la dación en pago o la defensa de la gratuidad de la sanidad para inmigrantes sin papeles) hasta su activa participación en movimientos sociales, como la acogida de inmigrantes en sus propias casas o la paralización de desahucios.
“Ahora me voy unos días, pero el 16 vuelvo, hay una manifestación de Reacción Ciudadana y hay que estar ahí”, detalla Eubilio Rodríguez. “Creo que la realidad nos empuja a estar menos en la sacristía y más en la calle”, concluye.