El pequeño ordenador miniatura Raspberry Pi celebra su primer aniversario
- En el primer año ha vendido un millón de unidades a unos 20 euros
- La fábrica de placas se trasladó al Reino Unido, donde trabaja el equipo del proyecto
Han surgido cientos de proyectos desarrollados a medida para el ordenador
Hace poco más de un año un pequeño grupo de entusiastas anunciaban el lanzamiento oficial de un ambicioso proyecto: el Raspberry Pi, un ordenador en miniatura con el increíble precio de 20 euros, pensado para el mercado educativo. Lo que muchos creían que era sencillamente imposible se convirtió en realidad y desde entonces la tienda no ha parado de recibir pedidos del más popular 'ordenador a 25 euros' (originalmente, 25 dólares o 15 libras).
¿Qué es y para qué sirve el Raspberry Pi? Quienes se armen de paciencia y quieran probar la experiencia en primera persona solo tienen que pasarse por alguna de las tiendas que lo venden con garantías directamente a España, como Cooking Hacks y elegir entre la oferta disponible de modelos y complementos.
El equipo básico consiste en la placa base del Raspberry Pi –ordenador en miniatura– al que normalmente se le añade una caja, una tarjeta de memoria con el sistema operativo y opcionalmente otros componentes.
Conviene saber que al modelo original (llamado simplemente 'A') le siguió un modelo mejorado ('B') con algo más de memoria base (512 MB) y una fuente de alimentación diferente –estándar USB– que es el que se vende ahora. Muchos compradores, de hecho, recibieron la versión nueva gratis. Las tarjetas de memoria son las convencionales SD de las cámaras, pero es igual de barato y más cómodo comprarlas con el sistema operativo ya preinstalado. Lo mismo con la caja de plástico: hay quien la construye incluso con piezas de Lego, pero una caja a medida es incluso más barata y cómoda de montar.
Ordenador económico y casero
El resultado final es que en vez de los 20-22 euros que cuesta la versión mínima por unos 50 euros se tiene absolutamente todo: ordenador, memoria de 4 GB con sistema, caja, impuestos y envío incluidos. Y todo está listo para ponerse a trabajar o jugar – en cuanto se enchufe a unos cuantos componentes que es habitual tener por casa.
El Raspberry Pi necesita de cualquier teclado y ratón convencional USB que haya por casa; además de eso tiene un conector Ethernet para enchufarse a la red local y a Internet, y una salida HDMI de vídeo. Irónicamente puede ser más difícil y caro encontrar un monitor HDMI que lo que cuesta el ordenador completo; los adaptadores a RGB/VGA no son la mejor recomendación por su calidad. Si se puede conseguir un monitor o televisión de segunda mano con entrada HDMI la cuestión está solucionada.
El equipo tampoco viene con Wi-Fi, pero es trivial comprar un adaptador USB de 5 euros si es verdaderamente necesario: son más pequeños que un pendrive. La alimentación eléctrica se consigue con cualquier cargador USB convencional, como el del teléfono, aunque lo mejor es hacerse con uno de más de potencia en las tiendas por unos 5 o 10 euros.
Tras un arranque un tanto rudimentario –enchufando; ni siquiera tiene interruptor de encendido– las lucecitas del interior de la placa comienzan a parpadear: el sistema se carga y pide el nombre de usuario y contraseña. Ese sistema es Raspbian, una variante de Linux/Debian optimizada para el pequeño ordenador. Pero que nadie se asuste por su aparente complejidad: tras entrar en el sistema aparece el entorno gráfico con su sistema de archivos, navegador web, utilidades y además. Todo listo para trabajar y conectarse a la red como con un PC o Mac cualquiera; todo listo para estudiar, programar y aprender.
Proyectos Raspberry Pi
Desde que se lanzó el producto ha habido cientos de proyectos diseñados específicamente con el Raspberry Pi en mente, la mayor parte procedente de los aficionados al 'bricolaje informático'. Existe una versión especial del popular juego de construcciones Minecraft para Pi, un archivo de Pideas donde la gente comparte sus creaciones y todo tipo de usos en condiciones especiales, generalmente aprovechando su portabilidad y robustez.
La fábrica de Raspberry Pi está en Pencoed (Reino Unido) a donde se trasladó la producción después de que los primeros miles de unidades llegaran desde Asia. En unos meses recibieron unos 20.000 pedidos; actualmente producen más de 30.000 unidades al mes – pero es difícil mantener el ritmo. "Hemos vendido más de un millón de unidades en el primer año, y el ritmo no parece que esté disminuyendo", dicen los responsables del proyecto. Al principio tuvieron que limitar los pedidos a uno por persona, actualmente se han relajado las condiciones.
Para celebrar el primer aniversario de su lanzamiento oficial los responsables del proyecto lanzaron una edición limitada en azul; básicamente el mismo modelo que se vende en una caja rosa pero con el color cambiado. Toda una edición digna de coleccionistas, con un interesante espíritu: ofrecerlo a organizaciones benéficas para recaudar fondos con los que ofrecer ayudas y llevar a cabo otros proyectos entre los necesitados, a partir de ideas recibidas en Twitter con el Raspberry Pi como protagonista.