¿Es cierto que llueven sapos y culebras?
- En todo el mundo hemos visto lluvias de animales varios
- Unas teorías apuntan a mangas de agua que succionan a los animales
- Otros expertos hablan de corrientes de aire caliente que los elevan
Las previsiones apuntan que este mes de abril tendrá lluvias mil, al menos estas primeras semanas. Lloverá sobre mojado ya que hemos cerrado el mes de marzo como el más lluvioso desde hace 66 años.
Tanto llueve y tan furiosas son algunas de las tormentas que podríamos exclamar: “¡Están lloviendo sapos y culebras!”. La versión británica del dicho es: “¡Están lloviendo perros y gatos!” y la alemana: “Están lloviendo cachorros”.
La expresión está basada en hechos reales. Son muchos los casos recogidos en la literatura popular y los periódicos de fuertes tormentas que traen lluvias asombrosas de los animales más diversos.
Muy recordada en España es la lluvia de cientos de pequeñas ranas durante una tormenta en Rebolledo, una pedanía de Alicante, en 2007. Dos años antes cayeron ranas del cielo en Odzaci, una pequeña ciudad serbia, durante un aguacero acompañado de fuertes vientos.
En el pueblo británico Knighton también cayeron peces del cielo en 2004. A eso de las tres de la tarde amainaba la fuerte tormenta que había azotado el pueblo y los lugareños salieron a caminar. Entonces vieron en el suelo cientos de pequeños peces, algunos aún agonizantes. En Lajamanu, un pueblo en Australia, cayeron percas en 2010 y en el pueblo hondureño de Yoro caen peces las épocas de fuertes tormentas con cierta regularidad.
Los roedores también caen como granizo. Olaus Magnus, obispo de Suecia, menciona en su libro sobre la historia y costumbres de su pueblo, Historia Gentibus Septentrionalibus (1555), episodios en los que caían ranas, peces y ratas del cielo. En la ciudad noruega de Bergen en 1578 llovieron ratones amarillos.
Teorías del origen de las lluvias animales
La teoría más aceptada sobre el origen de estas lluvias animales es la que apunta a las mangas de agua, trombas marinas o rabos de nube. Estas son columnas de aire en rotación muy rápida que se extienden desde una nube de tipo cúmulo (las algodonosas) hasta la superficie acuosa, generalmente el mar o grandes lagos. A veces incluso se adentran unos metros en tierra.
En la zona de contacto con el agua, las mangas succionan todo aquello que la fuerza de sus vientos pueda levantar y lo lanzan hacia arriba. Allí, el viento en rotación puede alcanzar los 130 Km/h.
Las mangas duran entre 5 y 10 minutos, y su velocidad de traslación es de 5 a 20 Km/h. Se disipan cuando cesa una de las condiciones que mantienen activa, como cuando llegan a tierra o la lluvia cercana las intercepta.
Sin embargo, otras corrientes sostienen y arrastran durante unos minutos aquello que haya absorbido la manga, hasta que en un momento dado la fuerza de la gravedad es mayor que el viento y provoca la precipitación de las ranas o los peces hacia el suelo. Caen por tamaños, primero los más grandes y luego los más pequeños, en función de la pérdida de fuerza del viento.
Hay expertos que creen que no es imprescindible la formación de una manga de agua para desplazar peces o ranas unos cuantos kilómetros por el aire. Según su criterio, cualquier corriente de aire ascendente inusualmente intensa es suficiente.
Estas corrientes de aire caliente se elevan porque el aire caliente es más ligero que el frío. En ocasiones alcanzan velocidades que rondan los 90 kilómetros/hora, es decir, generan la fuerza suficiente para arrastrar hacia el cielo pequeños objetos y animales. A medida que suben se van enfriando, hasta que el vapor de agua que arrastra se condensa, forma nubes y entonces precipitan hacia el suelo los pequeños objetos y animales que haya arrastrado con el impulso de su ascenso.