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'Chamaco', un gran éxito teatral cubano sobre la prostitución masculina, ahora en España

  • El director Carlos Celdrán dirige la obra estrenada en Cuba en 2005
  • El autor González Melo ha adaptado el drama al público español
  • Ernesto Arias y Fidel Betancourt encabezan un reparto hispano-cubano
  • Este viernes, sábado y domingo en el Círculo de Bellas Artes (Madrid)

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El cubano Fidel Betancourt  ('Chamaco') ha trabajado en teatro y televisión en España en los últimos años.
El cubano Fidel Betancourt ('Chamaco') ha trabajado en teatro y televisión en España en los últimos años.

El actor cubano Fidel Betancourt lleva siete años, con interrupciones, prestando su voz y la desnudez de su cuerpo atlético -con o sin pudor, "al fin y al cabo el pudor es también una emoción"- al personaje que da título a la obra, ese chamaco, un chaval de la calle que se gana la vida, como afirma crudamente el personaje del policía "rompiendo el culo a maricones".

Comenzó a interpretarlo cuando aún era un adolescente y la obra se estrenó en La Habana, en 2006. Hoy, este viernes, está en Madrid, para presentar una nueva versión de 'Chamaco', ambientada no en La Habana, sino en Madrid, donde por cierto Betancourt tambien vive desde hace algunos años.

Desde aquel estreno mundial, la obra ha recibido importantes premios (Primer Premio de Dramaturgia de la AECI, Premio Villanueva de la crítica cubana). Además se ha representado la obra en Estados Unidos, Francia y Turquía e incluso fue llevada a la gran pantalla -con Betancourt en el mismo papel- por Juan Carlos Cremata, en 2010.

Esta última versión de 'Chamaco' que podemos ver de momento únicamente este viernes, sábado y domingo en el Círculo de Bellas Artes es el resultado de la adaptación realizada por el propio autor de la obra Abel González-Melo, cubano también residente en España. Y cuenta con un reparto hispano-cubano, encabezado por el director y actor Ernesto Arias, que aquí encarna al juez Alejandro Depás.

En ella no sólo ha incluido alusiones a la actualidad (la crisis, los jóvenes que no encuentran trabajo, la pobreza...) sino que ha ambientado la historia en una imaginaria plaza madrileña, poblada por personajes secundarios muy bien construidos, como la mendiga de acento andaluz o la travestí cubana que vende flores...

Las trágicas casualidades

En esa plaza, asistimos al encuentro fortuito entre un joven de buena familia, Miguel Depás, hijo del juez, (Francesco Carril) y Kárel (Betancourt), un chico cubano de su misma edad, pero que se gana la vida en la calle alquilando su cuerpo a los hombres. También "fortuitamente" Kárel acaba con la vida de Miguel a navajazos.

La casualidad ("ingrediente habitual en la vida" para Betancourt) le llevará a acostarse con el padre de su víctima, que por si fuera poco es padre también de la chica a la que Kárel ha estado cortejando en los últimos tiempos y con quien querría estabilizar su vida.

La trágica casualidad nos lllevará hasta la paradójica y extrema escena en la que el juez Depás llora la muerte de su hijo ante el propio asesino y éste se abraza a él para consolarle.

"Lo que define a chamaco es su dolor intenso y como el circuito que lo rodea lo va arrastrando hacia la muerte", nos explica Betancourt, tan sólo unos minutos después de abandonar la escena. Y nos cuenta cómo tuvo que investigar para meterse en la piel del personaje:

"La Habana está llena de este tipo de chicos y me metí en su ambiente, para entenderles. Ahora en Madrid, salí a la calle a buscar este tipo de chicos y me encontré con muchos '"chamacos" cubanos, rumanos o brasileños. Adopté su actitud, asumí esa energía de no importarles nada, de enfrentarse a la vida de esa manera arriesgada"

Pero, él que ya ha contado alguna ocasión cómo salió de Cuba, vertió algo más personal en este personaje: " Y algo más que hay en el personaje es yo mismo: soy joven, soy inmigrante, no estoy solo en España, pero sé que yo podría haber sido también un chamaco".

Un juez con doble vida

El otro protagonista, en este caso español y bien conocido en la escena nacional, es Ernesto Arias, que encarna al juez Depás, padre la víctima, y amante del asesino de su hijo. Un personaje que controla sus emociones, que siempre ha vivido alerta, bajo una máscara, que oculta su doble vida, sus paseos nocturnos por los bajos fondos.

"Lo que me interesó más de la obra", explica Arias es que "conecta muy bien el ámbito social con el interior de las personas. Mi personaje (Alejandro de Depás) está bien socialmente pero mal interiormente, mientras que Chamaco está bien interiormente pero mal socialmente. Son como dos caras de una misma moneda"

Arias, que encarna a un personaje mayor que su edad real, presta solemnidad, dignidad y hieratismo a su personaje en un principio. Pero luego, se transforma, cuando éste se abre, se sincera, se quiebra con la muerte de su hijo.

Para Arias "hacemos un mundo de problemas pequeños". Por ello cree que la obra puede tener a pesar de su dureza, un mensaje esperanzador: " disfruta de la vida y agradece que no tienes en tu vida una tragedia de verdad como ésta que te mostramos"

"Es en definitiva, una obra valiente pone de relieve la complejidad social y en el interior de las personas", concluye

El paisaje social de la ciudad

Carlos Celdrán dirigió la obra, en el monmento de su estreno mundial en La Habana y recuerda que "tuvo mucha resonancia por los temas novedosos: la noche habanera, la prostitución, el travestismo, la doble vida de personajes como el juez".

Ahora está en Madrid para dirigir también esta nueva versión. Le preguntamos cómo ha influido su trabajo en la construcción de unos personajes rotundos, bien definidos. Y nos responde que lo que ha pedido a los actores es algo parecido a lo que cuenta Betancourt: "que encuentren un punto de contacto entre sus personajes y personajes reales de la vida madrileña, especialmente en el caso de la mendiga o del mundo de los cubanos inmigrados"

Las últimas claves sobre esta obra imprescindible en nuestra agenda próxima nos las proporciona Abel González Melo, el autor, un dramaturgo joven, de gran prestigio en Cuba. " Creo", afirma, "que una obra de teatro debe proyectar luz sobre un momento de la vida de personaje que se conecte a su vez con otros personajes por algo y no por casualidad, además debemos ponerlo en situaciones extremas, intensas, atractivas para el espectador"

Para ir estableciendo gradualmente esas conexiones, la trama se desarrolla "como un informe policial" en 10 capítulos o escenas en los que se van conectando esos personajes. "Me innteresa ver esas colisiones entre personajes, que finalmente van armando el paisaje social de la ciudad que la historia refleja"

El autor ha explorado un tema poco abordado por los medios de comunicación y tan sólo puntualmente por el cine o el teatro, la prostitución masculina. "He querido explorar los matices humanos y profundos del tema, no quedarnos en la hojarasca y dibujar por encima, sino penetrar y ver qué han llevado a los personajes a actuar así". "No todo es económico en el tema de la prostitución hay deseo, carnalidad, desafuero, algo animal en la cabeza de estos personajes", añade.

Para terminar, le preguntamos si él también se ha mezclado con prostitutos para conocer sus vivencias. "He hecho eso y mucha otras cosas para entrar en la vida de los personajes. Hay que arriesgarse para escribir desde dentro. Hay que ponerse en situación de peligro arriesgarse, para hablar del peligro", nos contesta.