'Rayuela', 50 años de la "bomba atómica" de Julio Cortázar sobre la literatura latinoamericana
- Alfaguara publica una edición conmemorativa limitada del 50 aniversario
- La primera edición salió de la imprenta el 28 de junio de 1963
- La novela revolucionó la narrativa en español e inauguró el 'Boom latinoamericano'
"Si te interesa saber lo que pienso de este libro, te diré con mi habitual modestia que será una especie de bomba atómica en el escenario de la literatura latinoamericana". Así se refería Julio Cortázar (1914-1984) en una carta a Paul Blackburn, poeta norteamericano y traductor de algunos cuentos del escritor argentino, a la novela que estaba terminando de escribir, Rayuela.
La carta está fechada el 15 de mayo de 1962, un año y poco más de un mes antes de que se publicara la novela, que salió de la imprenta el 28 de junio de 1963.
Cortázar no pudo estar más acertado en su profecía con respecto a lo que supuso Rayuela para la literatura hispanoamericana, considerada por muchos críticos como la primera del fenómeno del "Boom latinoamericano" que proyectó por todo el mundo a novelistas como el propio Cortázar, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa o Carlos Fuentes.
Una Rayuela que cumple este mes 50 años y que Alfaguara celebra con una edición conmemorativa y limitada que sale a la venta este miércoles (19,50€) para sumarse a las celebraciones de este aniversario que empiezan a prodigarse, como la exposición que le dedica estos días el Instituto Cervantes de París, y que crecerán exponencialmente el año que viene, cuando se cumple el centenario del nacimiento de Cortázar, el 26 de agosto.
La edición incluye un mapa del 'París de Rayuela', que nos sitúa las casas de sus entrañables personajes, como Oliveira, La Maga o Morelli, o los cafés que estos frecuentaban, y un impagable apéndice donde el propio Cortázar nos desvela la historia de la novela a través de su correspondencia epistolar con el citado Blackburn y otros amigos como el escritor Jean Barnabé o su editor Paco Porrúa.
El libertador de la literatura latinoamericana
¿Qué se puede decir de una novela de la que los más grandes de la literatura han dicho todo?: "La obra de Cortázar abrió puertas inéditas" (Mario Vargas Llosa); "una obra tan bella e indestructible como su recuerdo" (Gabriel García Márquez); "prosa hecha de aire, sin peso ni cuerpo pero que sopla con ímpetu y levanta en nuestras mentes bandadas de imágenes y visiones, vaso comunicante entre los ritmos callejeros de la ciudad y el soliloquio del poeta" (Octavio Paz).
Elogios de tres Premios Nobel de la Literatura, a los que suman halagos de otros nombres: "Cortázar es casi un Bolívar de la literatura latinoamericana. Es un hombre que nos ha liberado, que nos ha dicho que se puede hacer todo" (Carlos Fuentes); "Cortázar es el mejor" (Roberto Bolaño).
Por eso es mejor dejar hablar al propio Cortázar a través de sus cartas, en las que definió a Rayuela como la "antinovela", el "contralibro" o "la crónica de una locura" vaticinado la revolución que causaría en la narrativa en español al transgredir el orden tradicional de la historia y el modo de contarla.
"En realidad me propongo empezar por el final, y mandar al lector a que busque en diferentes partes del libro, como en la guía del teléfono, mediante un sistema de remisiones que será la tortura del pobre imprentero... si semejante libro encuentra editor, cosa que dudo", escribía Cortázar sobre su revolucionario método de lectura para Rayuela en una carta a Jean Barnabé el 30 de mayo de 1960.
Las dudas que asaltaron a Cortázar
Cuatro años tardó el escritor argentino en escribir Rayuela y otro año más ocupó el proceso de revisión y, durante ese tiempo, las dudas le asaltaron en multitud de ocasiones, como desvelan sus cartas: "Qué sé yo lo que va a salir", escribía el 19 de agosto de 1960 a Paco Porrúa, su editor.
Dos años después, el 25 de julio de 1962, en una nueva carta a Porrúa después de que este le transmitiese sus impresiones tras leer el manuscrito de Rayuela, que le dejó "desconcertado", "enajenado" y "al borde del límite", Cortázar respira tranquilo: "Le dije a Aurora [su esposa]: 'Ahora me puedo morir, porque allá hay un hombre que ha sentido lo que yo necesitaba que el lector sintiera".
En esta misma idea incide Cortázar pocos días antes de que saliera de imprenta la primera edición, en una carta a Jean Bernabé del 3 de junio de 1963: "En Rayuela he roto tal cantidad de diques, de puertas, me he hecho pedazos a mí mismo de tantas y de tan variadas maneras, que por lo que a mi persona se refiere ya no me importaría morirme ahora mismo".
Objetivo logrado
Las cartas del apéndice de esta edición conmemorativa de Rayuela se prolongan nueve años más allá de su publicación, con lo que también podemos ser testigos de las alegrías y la satisfacción y alivio del deber cumplido que reportó a su autor, incluso las críticas negativas: "Rayuela quería eso, era agresivo y polémico y buscaba la pelea; la va encontrando (...)".
"Está causando un alboroto terrible en los países de América Latina. Que era precisamente mi intención, imagínate cómo estaré de eufórico", escribe el 14 de diciembre de 1963 a Paul y Sara Blackburn un Cortázar que reclama a sus lectores una "actitud vigilante" y "de contacto crítico" y que le tirara "los platos a la cabeza como yo se los estaba tirando a él"
50 años después, el lector de Rayuela aún se siente sacudido por esta obra maestra de la literatura que, precisamente por ello, ha aguantado el paso del tiempo y sigue siendo tan revolucionaria como en 1963.