'El Rey de Canfranc', el Schindler de los Pirineos
- Se estrena en salas un documental sobre la figura de Albert Le Lay
- Permitió el paso de personas e información a través de la estación española
- TVE particpa en la producción de la película
País: España-Francia
Dirección: Manuel Priede, José Antonio Blanco
Guion: Manuel Priede, Carlos Castejón, Víctor Polo, José Antonio Blanco, Marcos Escudero
Duración: 78 m.
Sección: Zabaltegi
Entre las muchas intrahistorias de la Segunda Guerra Mundial, la del francés Albert Le Lay es una de la más peculiares y emocionantes. Un personaje que parecería casi inverosímil en una ficción. Nacido bretón, hombre de acción inquieto, ocupó el puesto de Jefe de aduana francés en la Estación Internacional de Canfranc durante el período bélico. Y ayudó a que la frontera fuera un coladero de información y de refugiados del nazismo. El rey de Canfranc, documental dirigido por Manuel Priede y José Antonio Blanco, refleja en imágenes su historia. Con la participación de TVE, y estrenado mundialmente en el último Festival de San Sebastián, llega el viernes a 11 de octubre a las pantallas.
“Llega Canfranc, que no conoce de nada, y se fascina por ese lugar por ese enclave, que es una estación inmensa”, explica José Antonio Blanco. “En la Segunda Guerra Mundial, la estación va a cobrar un papel importantísimo, ya que ese corredor central va a quedar libre, él va a ser el que maneje todo, y se convierte en una persona de confianza de la resistencia francesa: A través de él van a pasar documentos y van a pasar personas”.
El documental arranca con espectaculares planos de la estación. Situada en un angosto valle, la estación tiene 241 metros de longitud, el doble de lo habitual para facilitar el cambio de ancho de vías entre la península y Europa. “Los creadores somos amantes de la naturaleza, la montaña y los Pirineos. Y sobre todo de la estación: nos llama la atención la arquitectura, el enclave que tenía”.
Un hombre clave la resistencia francesa
La publicación en el años 2000 del hallazgo de unos papeles en la estación que revelaban que entre julio de 1942 y diciembre de 1943 pasaron 86 toneladas de oro nazi con destino a España y Portugal fue el detonante. En un artículo en el diario El país aparece el nombre de Albert le Lay y comenzaron a tirar del hilo.
“Su hija al principio era muy recelosa a contar la historia pero nos pone en contacto con su hijo, Víctor Fairén, catedrático de la UNED, que nos abre la puerta a toda la historia”. La historia es la participación de Albert Le Lay en la resistencia francesa y cómo arriesgo su vida y la de su familia permitiendo que Canfranc fuera un agujero para los nazis. Por la frontera escaparon celebridades como Josephine Baker o los pintores Max Ernst y Marc Chagall, además de refugiados que escapaban del horror desde Polonia.
Canfranc hacía frontera con la Francia colaboradora del régimen de Vichy, pero cuando el III Reich se hizo con el control de toda Francia, el riesgo para Albert Le Lay y su familia aumento. “Es una persona que se mueve en una cuerda floja, creo que es la persona ideal porque por una parte tiene que bregar con los alemanes, la Gestapo, sentir el aliento detrás de su nuca día y noche”, destaca el director. “Y por otra parte, puede pasar a toda esa gente. Su sangre fría se demuestra en su huida: dejó a una hija de señuelo, para que pareciera que no pasaba nada. Es una persona que a veces te puede confundir”.
Un héroe humilde
Su huida de Canfranc tiene rasgos de película de aventuras. Llego hasta Argel desde Algeciras, acosado por la policía. Cuando terminó la guerra, su figura fue reconocida en el nuevo orden. “Le dijeron que había sido una pieza fundamental, y que eligiera ministerio. «¿Qué es lo que quieres?» Volver a Canfranc, respondió él. Era una persona superhumilde”, dice Blanco.
El documental incluye una voz ficcionada de Le Lay como narrador, e intercala las imágenes de archivo con alguna recreación de época. “Eso ayuda a introducir al espectador, para que se lo pueda imaginar”.
La ingente cantidad de anécdotas que han surgido de la investigación y las entrevistan no caben en el documental de 78 minutos. “Ese valle está blindado, hay búnkers, garitas, muros de contención para los aludes. En la Segunda Guerra Mundial se utilizó como paso de mercancías para todo tipo de materiales que venían de Portugal”, dice Blanco. “Fuimos el granero de los alemanes. Aquí construimos absolutamente todo: aparte de los alimentos, las máscara de gas de los campos de concentración se hacían en Segovia, las botas en Inca, las chaquetas en Madrid”.
La estación, en desuso desde el accidente de 1970 que inutilizó un puente, queda como impresionante testimonio de un momento y época trascendentales del siglo XX.