La ESA lanza tres satélites para medir el "campo de fuerza" de la Tierra
- Estudiarán el campo magnético terrestre
- Volarán en una formación muy precisa para poder comparar datos
- La duración prevista de la misión es de cuatro años
La misión Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA), diseñada para estudiar en profundidad el campo magnético terrestre, ha sido lanzado desde el puerto espacial de Baikonur a bordo de un lanzador Rockot, este viernes.
El campo magnético de la Tierra es algo así como su campo de fuerza, e igual que en la ciencia ficción estos campos protegen a las naves y sus tripulantes de todo tipo de ataques, este nos protege a todos los seres vivos de lo peor de los efectos del viento solar, pues evita que este elimine la capa de ozono que a su vez nos protege de los rayos ultravioletas, y de los rayos cósmicos, desviando las partículas que los forman.
Líneas de fuerza
Los tres satélites de la misión Swarm llevan a bordo un magnetómetro, capaz de medir la fuerza y dirección de las líneas del campo magnético, algo así como cuando en el colegio estudiábamos la forma del campo magnético de un imán con una hoja de papel y unas limaduras de hierro, otro capaz de medir el campo eléctrico asociado, y un par de instrumentos más que en realidad sirven para medir con absoluta precisión la posición del satélite.
Dos de los satélites volarán lado a lado a 450 kilómetros de altura en una órbita que irá de polo a polo y el tercero seguirá también una órbita polar, pero a 530 kilómetros de altura y separada en un primer momento 0,6 grados de la de los otros dos.
Estas órbitas y la medición precisa de la posición de los satélites les permitirá medir con enorme precisión las señales magnéticas emitidas por el núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera terrestre, que son lo componentes que conforman el campo magnético de nuestro planeta.
Serán también capaces de ver qué influencia tiene la actividad solar en el campo magnético, de nuevo obteniendo mejores medidas al hacerlo simultáneamente desde tres puntos distintos.
Cuatro años de mediciones
Con el tiempo las órbitas de los satélites se irán separando debido a los 0,6 grados de separación inicial ya comentados, con lo que a los tres años de misión las órbitas de los satélites se cruzarán en un ángulo de 90 grados.
De nuevo, al ir variando poco a poco la posición relativa entre ellos se podrá afinar más con las mediciones; es un poco como mirar una cosa desde distintos puntos de vista para tener una imagen mejor del conjunto.
En total está previsto que la misión dure cuatro años una vez transcurridos los tres meses de ajuste y calibración iniciales, pero no sería de extrañar que, como cada vez es más habitual, los satélites Swarm superaran con creces su vida útil programada.
Un lanzamiento muy aprovechado
Una peculiaridad de esta misión es que para poder lanzar los tres satélites a la vez hubo que afinar mucho con su forma para que cupieran dentro de la cofia protectora del cohete que los aísla de las fuerzas aerodinámicas durante el lanzamiento, por eso tienen esa peculiar forma de cuña, ya que de otro modo en el espacio, al no haber atmósfera, da prácticamente igual la forma que tenga un satélite.
Además, para aislar todo lo posible el magnetómetro de las interferencias que pueda causar el propio satélite y sus sistemas este va montado en una pértiga de cuatro metros de largo que se desplegará tras el lanzamiento, pues de otro modo tampoco cabría dentro de la cofia.
La misión Swarm forma parte del programa Earth Explorer de la ESA, igual que el satélite GOCE, cuya misión acaba de terminar apenas hace unas semanas, SMOS, que mide el nivel de humedad del suelo y la salinidad de los mares, y CryoSat, que mide las variaciones en extensión y grosor de las capas de hielo polares.
Para 2014 se prevé el lanzamiento del ADM-Aeolus, que será capaz de medir el viento a nivel global, y para 2016 el EarthCARE que medirá nubes, aerosoles y radiación, ambas misiones también dentro del programa Earth Explorer.