"El primer problema con las matemáticas es que no se entiende lo que se lee"
- Los profesores vinculan los resultados de PISA y la baja comprensión lectora
- Los docentes abogan por unas matemáticas más "creativas y recreativas"
- "Hay que ser sexy para todo, hasta para enseñar matemáticas"
El informe PISA ha vuelto a poner de manifiesto que los alumnos españoles no destacan en matemáticas y que se encuentran por debajo del nivel medio de los países vecinos de la Unión Europea y de los países desarrollados en general, al ocupar el puesto 25 de entre 34 países de la OCDE.
No solo eso, para los estudiantes encuestados, chicos y chicas de 15 años a punto de acabar la enseñanza obligatoria y tras más de una década de escolarización, las matemáticas siguen siendo el ‘ogro’ por excelencia: el 41% de los alumnos españoles (el 47% de las chicas) reconocen ponerse nerviosos cuando tienen que resolver problemas; y muchos terminan frustrados por sus malos resultados: el 74% de los estudiantes (80% de las chicas) concluye que fallan porque no se les dan bien las matemáticas.
RTVE.es ha tratado de confrontar estos resultados del informe PISA con la realidad de las aulas. Los profesores de matemáticas consultados admiten que no es fácil lograr que el alumno disfrute de una asignatura que es inevitablemente abstracta y de esas que no se aprueban con un atracón de estudio a última hora, sino con trabajo concienzudo, mucho ensayo y mucho error.
"Hace falta abstracción para las matemáticas, pero si no se logra atraer a los alumnos, perdemos a aquellos a los que les cuesta llegar y también a los que no, que se aburren. Hay que ser sexy para todo, hasta para enseñar matemáticas", afirma con desparpajo Clara Grima, doctora en Matemáticas y dedicada desde hace años a la divulgación de la singular belleza de las matemáticas.
El problema es que no se entienden los problemas
Y los profesores consultados señalan que el primer obstáculo de las matemáticas no es el de los números, sino el de las letras. Mejor dicho, el del lenguaje, porque el laberinto de un problema matemático empieza en la comprensión del enunciado.
"El primer problema es que no se entiende lo que se lee, por dificultades de comprensión lectora, incluso en el nivel universitario", afirma Clara Grima, que imparte clases de matemáticas en la Universidad de Sevilla.
“No comprender lo que se tiene que hacer convierte a las matemáticas en algo más difícil de lo que son“
Es evidente que el esfuerzo mental que se gasta para entender un problema perjudica que se llegue a resolverlo. "La capacidad de razonamiento es como si se paralizara. Es uno de los obstáculos más graves y una de las cuestiones más importantes para reforzar, probar y superar el miedo al error", resalta Jaime Martínez, profesor en el IES La Cabrera, en Madrid.
"No comprender lo que se tiene que hacer convierte a las matemáticas en algo más difícil de lo que son. Los problemas como procedimiento no son difíciles de resolver; es analizar el problema lo que cuesta más, y si no se entiende es difícil extraer los datos y resolverlo", coincide Bárbara, que enseña matemáticas en un instituto de Salamanca.
Cerebro sí, memoria no
"Enseñamos a memorizar, no a sacar conclusiones de lo que se lee", apunta Clara Grima. Y el mal uso de la memoria es otra de las claves que señala PISA como causa que predice peores resultados académicos. España es el cuarto país de la OCDE -solo por detrás de Irlanda, Reino Unido y Países Bajos- en el que los alumnos recurren a la memorización como estrategia básica para estudiar matemáticas.
Esto significa que los estudiantes españoles se dedican a aprender de carrerilla todo lo que pueden o a mirar los ejemplos una y otra vez hasta que los retienen, en lugar de abordar aplicaciones prácticas y entender lo que se estudia.
Y lo malo es que funciona si lo que se quiere es 'ir tirando': "Memorizando uno consigue aprobar las matemáticas, aunque sea sin entender demasiado, y yo entiendo que el alumno piense que para qué se va a esforzar más", considera María Moreno, profesora en el IES Alameda de Osuna de Madrid.
Pero cuando la memoria no basta, la frustración es inevitable, como lo es también ante el error. "Hay que trabajar a nivel anímico con los chicos para que no se bloqueen. Hay que decirles que equivocarse no es malo, que para que un problema salga vas a fallar en muchos antes. Y, por el contrario, cuando uno es capaz de entender y resolver un problema, la satisfacción es muy alta, te sientes muy orgulloso, y eso en otras asignaturas no pasa tanto", remarca Jaime Martínez.
Otra forma de aprender matemáticas es posible
Los propios enseñantes no esconden que también existe un problema en la formación de algunos maestros. "Por unas razones u otras, sucede que profesores con poca formación matemática terminan dando clase de matemáticas en cursos de Primaria, donde la formación es generalista, sin un conocimiento sólido", señala Raquel Mallavibarrena, presidenta de la Comisión de Educación de la Real Sociedad Matemática Española (RSME) y profesora en la Universidad Complutense de Madrid.
Pero tan importante como saber de matemáticas es saber enseñarlas, y es en el medio donde está la virtud. "En Primaria a veces no se profundiza demasiado en los contenidos y se insiste mucho en la pedagogía; en Secundaria es todo lo contrario, llegas más formado en matemáticas, pero al enfrentarte a un aula tienes menos recursos pedagógicos", apunta Bárbara, que da clases a tercero y cuarto de la ESO.
La tramitación de la reforma educativa evitó que llegara a producirse un vacío formativo en el bachillerato de Ciencias Sociales y Humanidades, de modo que se diera la paradoja de que estudiantes universitarios de Economía podían no haber estudiado matemáticas en los últimos dos años.
Pero los déficits de los currículos formativos no acaban ahí. El problema, nunca mejor dicho, es poliédrico: "Se usan programas académicos antiquísimos, que no se adaptan a los nuevos tiempos e inciden aún mucho en el cálculo", denuncia Clara Grima.
“Los alumnos españoles son buenos en cuentas y ecuaciones, pero no resolviendo problemas“
María Moreno añade que los programas son ineficientes por ser a la vez demasiado amplios y repetitivos de un año para otro y apunta que los defectos de los alumnos en matemáticas son efecto de cómo se han enseñado tradicionalmente en España, creando "virtuosos" en cuentas pero no en razonamiento.
"PISA muestra que los alumnos españoles resuelven muy bien cuentas y ecuaciones, en ese tipo de ejercicios puntuamos más alto que otros países. Pero apenas se hacen problemas en las clases, se hacen unas matemáticas de muchas cuentas y cálculos. Los alumnos hacen ejercicios, pero no resuelven problemas. Se da primero la 'receta', la fórmula, y eso es muy poco natural".
"No hay que saber demostrar el último teorema ni saber todas las matemáticas del mundo, hay que diseñar unos buenos cursos de matemáticas", resume Mallavibarrena. "Una matemática más creativa y recreativa" es la que reivindica María Moreno.
Las nuevas tecnologías son una fórmula al auxilio del profesor en busca de soluciones. "Ahora se pueden buscar problemas de la vida diaria que motiven a los alumnos, en las redes sociales, con el uso de las nuevas tecnologías, muy útiles en los cursos de ESO, que ofrecen un montón de casos que se pueden resolver con estrategias muy sencillas", afirma Clara Grima, que predica con el ejemplo de su blog, 'Mati y sus mateaventuras', considerado mejor sitio web de divulgación científica por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.
Para qué sirve la trigonometría
Los profesores destacan que las matemáticas son una asignatura básica para el desarrollo de la inteligencia, que ayudan a estructurar la mente, a pensar de forma ordenada, pero los que trabajan día a día con ella tienen que despejar la gran incógnita de sus alumnos: para qué sirven ciertas matemáticas en la vida.
Bárbara intenta transmitir su entusiasmo a los alumnos, poco dados a admitir la utilidad de la trigonometría en la vida diaria. "Hay cosas que sirven para el día a día y otras que sirven para unas rutinas de aprendizaje, para estructurar el pensamiento lógico".
Jaime Martínez lleva años respondiendo a esta pregunta recurrente de sus alumnos, de entre 12 y 18 años. "Yo les digo siempre que las derivadas no las usarán si no se dedican a ello, pero el componente de gimnasia mental es fundamental, hay que entrenar la parte lógica del cerebro, como la educación física entrena el cuerpo".
Además, el pensamiento matemático es un valor que suma en el mercado laboral. "Las empresas demandan a matemáticos incluso en puestos donde no tienen que usarlas, porque valoran que son profesionales con la mente preparada, acostumbrada a resolver problemas, con espíritu analítico y crítico y la capacidad de saber organizar procesos y hallar soluciones", explica Raquel Mallavibarrena.
Ignorancia generalizada y tolerada
Las matemáticas no tienen por qué ser la eterna asignatura pendiente, subrayan los profesores. "Es tarea de los profesores y de la sociedad desmitificar la idea de las matemáticas como algo extraño y lanzar el mensaje a los estudiantes de que no son tan difíciles como para no poder abordarlas, o algo de lo que hay que huir, sino de lo que se puede llegar a disfrutar", propone Mallavibarrena.
“Nadie reconocería que no sabe quién escribió El Quijote, pero no sabemos calcular un tanto por ciento y hay quien se jacta de ello“
"Los alumnos estudian logaritmos, derivadas, etc., y luego te encuentras con licenciados que no saben hacer un porcentaje para calcular el IVA. Usamos temarios muy grandes por los que pasamos muy rápido y sin comprender lo que estamos haciendo, y luego en la vida real, se ve a lo largo de los años que eso pesa", señala Jaime Martínez.
Clara Grima reparte responsabilidades más allá de las paredes del aula: "La sociedad española es anumérica. No se da importancia a no saber de matemáticas o a los muchos errores que salen en los medios de comunicación. Y no nos avergüenza: nadie reconocería que no sabe quién escribió El Quijote, pero no sabemos calcular un tanto por ciento y hay quien se jacta de ello, o se tacha de friki al que sabe de matemáticas".
Carl F. Gauss, quizá el genio matemático más grande desde la antigüedad, decía que los encantos de la ciencia matemática solo se le revelan a aquellos que tienen el valor de profundizar en ella. Será cuestión, en definitiva, de encontrarle el puntito sexy.