Schiparelli resucita en París
- Marco Zanini revive el espírity surrealista y moderno de la creadora
- Elsa Schiaparelli murió en 1973 pero cerró su taller antes, en 1953
- Donatella Versace abre el calendario de desfiles de alta costura
- Raf Simons no convence con la colección de Dior
Si la primera impresión es la que cuenta... vamos mal. El desfile de Raf Simons para Dior hace que todo el planeta fashion añore la fantasía, la imaginación y la teatralidad de los desfiles de John Galliano. El belga ha presentado hoy una colección que no traspasa y, lo peor, que no embellece ni a las modelos.
El circulo se adueña de la propuesta en todas sus versiones: topos, pompones, lunares. Lo vemos estampado, troquelado, recortado y así hasta el hastío.
Blanco y negro son los colores base, separados o delicadamente juntos. Con ellos tinta siluetas generosas, vestidos asimétricos y chaquetas Bar que sueñan con un futuro mejor.
Máxima expectación
Como decían las crónicas del nodo, el “todo” París abarrotó las primeras filas para ver, sentir y disfrutar el desfile de la casa Shiaparelli que comienza ahora una nueva etapa con Marco Zanini como director creativo.
Carla Bruni, Inés de la Fressange, Jean Paul Gaultier, Elle McPherson y Farida Khelfa (embajadora de la casa italiana) han aplaudido los diseños del italiano, que nunca logró resucitar del todo la casa Rochas.
Enemiga de Coco Chanel
Elsa Schiaparelli es una de las creadoras más influyentes de todos los tiempos y fue la gran rival de Coco Chanel.
Los años 30 fueron suyos y triunfó en París con un estilo propio, de toques surrealistas, y opuesto al que exhibía Hollywood. Como hiciera Poiret, colaboró con artistas como Dalí y Cocteau.
Diego Della Valle compró la casa en 2007 y desde entonces se trabaja para devolverle su brillo y esplendor. En mayo de 2012, el Costume Institute del museo Metropolitan de Nueva York exhibió la muestra Schiaparelli y Prada: conversaciones imposibles, un diálogo imaginario entre Miucca Prada y Elsa Schiaparelli dirigido por el australiano Baz Luhrmann.
Un primer paso
Después, y de cara a la anterior semana de la alta costura, Christian Lacroix diseñó 18 vestidos que no se pusieron a la venta y que, según el propio diseñador, eran “una mezcla de malicia y melancolía”.
Decía Lacroix que sin Elsa Schiaparelli él jamás hubiese sido modisto y que con la creadora italiana mantiene varios vínculos: el gusto por el negro, el color y los bordados.
Zanini gusta de los colores pastel, desvaídos, jabonosos… sosos. No parece muy a gusto con el negro ni con los bordados. Esta primera colección se tiñe de tonos que no destacan, más cercanos al blanco roto y al rosa palo.
Nueva etapa
Vemos chaquetas de mangas muy trabajadas, con volúmenes inventados, de fantasía, o con aplicaciones de plumas. Más romántica y femenina que surrealista y moderna, que era lo que se esperaba. O no.
Las modelos, todas de estilos muy diferentes, han desfilado con zapatos planos, vestidos de falda larga o línea de saco. Todo bastante convencional. El genio de la italiana tan solo se adivinaba en algunos detalles, en ciertos estampados y en poco más. Flojo, el debut. Muy flojo.
Atelier Versace, más de lo mismo
Antes vimos lo nuevo de Atelier Versace. El desfile de Donatella ha sido, como siempre, un ejemplo de cómo explotar una idea hasta el aburrimiento. Sus vestidos cortos rozan el mal gusto y los largos, tan estupendos como los de la temporada pasada, y la anterior, y la anterior…
Versace tiñe de verde, naranja, morado y azul noche los “trapos de lujo” de sus bellas diosas pero además las viste de tonos suaves, pastel y plata. También hay negro, poco.
M.I.A., del rap a la moda
Destacan los vestidos de línea sirena con una pieza a modo de fular que cae del cuello hacia el cuerpo, y otros que llevan aberturas estratégicas que venden una sensualidad muy ochentera.
La capucha es la pieza estrella, un homenaje a la rapera M.I.A. que colabora con Donatella en Versus, la línea más joven de la casa italiana.