Demuestran que una proteína puede desencadenar la enfermedad de Parkinson
- La alfa-sinucleína inicia y extiende el proceso neurodegenerativo
- Es una investigación liderada por el Hospital del Vall d'Hebrón
- Han probado degeneración en las neuronas en ratones y monos
- Se podrá averiguar cómo detener la progresión y la extensión de la enfermedad
Científicos de varios grupos de investigación liderados por el Hospital del Vall d'Hebrón de Barcelona (VHIR) han demostrado que una proteína humana, la alfa-sinucleína, tiene la capacidad de iniciar y extender el proceso neurodegenerativo que tipifica la enfermedad de Parkinson en ratones y primates.
Así lo han demostrado los resultados de una investigación que se han publicado en la revista Annals of Neurology.
Este hallazgo posibilitará desarrollar nuevos tratamientos que permitan detener la progresión de la enfermedad de Parkinson, con el objetivo de bloquear la expresión, la conversión patológica y la transmisión de esta proteína, ha informado el VHIR en una nota.
Prueba con la proteína en animales
Estudios recientes han demostrado que las formas sintéticas de alfa-sinucleína son tóxicas para las neuronas, ya sea in vitro (cultivos celulares) como in vivo (ratones), y que pueden propagarse de una célula a una otra.
Sin embargo, hasta ahora se desconocía si la capacidad patogénica de esta proteína sintética podía extenderse a la proteína patológica humana que está en los pacientes con Parkinson, y si era relevante para la enfermedad en humanos.
En este estudio, dirigido por el doctor del grupo de Enfermedades Neurodegenerativas del VHIR y miembro de CIBERNED (también participante en el estudio), Miquel Vila, los investigadores extrajeron agregados de alfa-sinucleína de cerebros de pacientes fallecidos con la enfermedad de Parkinson para inyectarlos en el cerebro de roedores e primates.
Cuatro meses después de la inyección en ratones y nueve meses después de la inyección en monos, los animales comenzaron a presentar degeneración de las neuronas dopaminérgicas y cúmulos intracelulares de alfa-sinucleína patológica en estas células, tal y como sucede en la enfermedad de Parkinson.
Meses más tarde, los animales también presentaron cúmulos de esta proteína en otras áreas cerebrales a distancia, como un patrón de extensión similar al que se observa en el cerebro de los pacientes después de varios años de evolución de esta enfermedad .
Según Vila, estos resultados indican que "los agregados patológicos de esta proteína obtenidos de pacientes con enfermedad de Parkinson tienen la capacidad de iniciar y extender el proceso neurodegenerativo que tipifica la enfermedad de Parkinson en ratones y primates".
Próximos pasos en la investigación
El hallazgo, añade, "proporciona nuevas pistas sobre los posibles mecanismos de inicio y progresión de la enfermedad y abre las puertas a nuevas oportunidades terapéuticas".
El siguiente paso consistirá en averiguar cómo detener la progresión y la extensión de la enfermedad, mediante el bloqueo de la transmisión célula a célula de la alfa-sinucleína, regular los niveles de expresión y detener la conversión patológica de esta proteína.
La enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer. Se caracteriza por la progresiva pérdida de neuronas que producen dopamina en una región cerebral y la presencia en estas células de agregados patológicos intracelulares de la proteína alfa-sinucleína, llamados cuerpos de Lewy.
La pérdida de dopamina cerebral como consecuencia de la muerte neuronal se traduce en las manifestaciones motoras típicas de la enfermedad, como la rigidez muscular, los temblores y la lentitud en los movimientos.
El tratamiento más eficaz es la levodopa, un fármaco paliativo que permite restaurar la carencia de dopamina. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, el proceso patológico de neurodegeneración y acumulación de alfa-sinucleína se extiende progresivamente más allá del mesencéfalo ventral hacia otras zonas cerebrales.
Como resultado, se produce un empeoramiento progresivo del paciente y la aparición de manifestaciones clínicas no motoras que no responden a los fármacos dopaminérgicos. Actualmente no existe un tratamiento que evite, detenga o retrase la evolución progresiva del proceso neurodegenerativo.