Poniatowska: "Aprendí el español en la calle"
- La escritora ha recogido el Premio Cervantes de manos del rey
- La mexicana ha recordado a García Márquez, que "le dio alas a América Latina"
- Es la cuarta mujer que logra el mayor galardón de las letras hispanas
- Lee íntegro el discurso de Elena Poniatowska (.pdf)
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La voz de Elena Poniatowska Amor ha sido este miércoles la de los desfavorecidos, la de las mujeres en lucha y la de la literatura: “Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”, ha dicho en un emotivo discurso tras recoger de las manos del rey el Premio Cervantes 2013.
La periodista y escritora mexicana ha arrancado con un homenaje a Gabriel García Márquez, fallecido la semana pasada: “Con Cien años de soledad le dio alas a América Latina, y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve, nos levanta y hace que nos crezcan flores en la cabeza". Luego, llegó el recuento de su vida, su obra y su sentir: "Soy una Sancho Panza femenina que no habla de molinos sino de ‘andariegos’ comunes y corrientes".
El castellano, lengua e identidad
Poniatowska, nacida en París de padre polaco y madre mexicana, descubrió el castellano cuando llegó a México con diez años. El idioma trajo consigo la identidad de sus hablantes y sembró en su vocación periodística la inquietud por las vidas de esas gentes: “Aprendí el español en la calle, con los gritos de los pregoneros y con unas rondas que siempre se referían a la muerte”.
Esas vidas han sido la sustancia de sus textos. Desde el atril del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares han hablado los inmigrantes chicanos que mueren intentando entrar en Estados Unidos -"su grito es un grito de guerra y es avasallador"-, y todos esos que andan a pie, -“esa masa anónima, oscura e imprevisible que va poblando lentamente la cuadrícula de nuestro continente”-.
El papel de la mujer
La autora es la cuarta mujer que recibe el Cervantes desde su creación en 1976, tras las españolas María Zambrano, Ana María Matute y la cubana Dulce María Loynaz, aunque, como ella ha recordado estos días, es la primera que ha subido al atril a pronunciar su discurso de aceptación -Zambrano no asistió a la ceremonia, Loynaz delegó la lectura del discurso en otra persona y Ana María Matute lo pronunció desde una silla de ruedas.
Ha tenido palabras para ellas y ha rescatado los nombres de otras que supieron enfrentarse a prejuicios y romper con lo establecido, mujeres científicas como Sor Filotea y Sor Juana Inés de la Cruz. Son figuras elegidas en un juego sutil y entrañable que propone la galardonada en un homenaje a su marido Guillermo Haro, astrónomo de profesión, ya fallecido.
También ha reivindicado ante el público a las mujeres de Chiapas, “que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener a los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol”.
Ataviada con un vestido "rojo chillón y amarillo", realizado por las mujeres de Juchitán, del estado de Oaxaca (México) y con unos pendientes de pescaditos y collares y colgantes a modo de amuleto, Poniatowska ha centrado sus palabras sobre todo en América Latina y en la gente de a pie, como ya adelantó que haría.
El protagonismo de los que luchan
La producción de Elena Poniatowska inmortaliza héroes que luchan por una vida mejor creciendo y educándose. Desde la veracidad en el texto periodístico y desde una verosimilitud definitiva como literata.
Poniatowska, conocida como la "Princesa Roja" por descender del último rey de Polonia, ha recibido el galardón de manos de otro monarca, el rey Juan Carlos, en la tradicional ceremonia que acoge el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), ciudad natal de Miguel de Cervantes y coincidente con el aniversario de su muerte y el Día Internacional del Libro. El rey ha vuelto a entregar el premio tras dos años de ausencia por motivos de salud, acompañado por la reina Sofía y por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.
En la ceremonia, la galardonada ha estado acompañada por quince familiares y amigos, entre ellos sus siete nietos, a dos de los cuales llevaba de la mano a su llegada a la Universidad, y sus hijos Felipe, Paula y Enmanuelle.