Elecciones europeas y generales, las comparaciones son odiosas
- Termómetro para partidos pequeños, no son un oráculo de las generales
- Las urnas europeas son un tradicional depósito de voto de castigo
- Hay menos voto al gobierno, más abstención, más voto a partidos pequeños
- Los ciudadanos votan diferente porque no las ven como fundamentales
El próximo 25 de mayo será la primera vez que los españoles vuelvan a las urnas desde noviembre de 2011, cuando eligieron al inquilino de La Moncloa y dieron la mayoría absoluta al PP. Apenas se conozca el resultado sobre el mapa de la Unión Europea, la tentación de políticos y analistas desde el minuto uno será elucubrar si el reparto de los escaños nacionales es un augurio de lo que está por venir en 2015, fecha en que coincidirán unas elecciones locales y autonómicas y de nuevo unas elecciones generales.
Deberían pisar el freno. A juicio de varios estudiosos del comportamiento político y electoral consultados por RTVE.es, las elecciones europeas no son un buen termómetro de lo que puede pasar en las generales. Sencillamente, unas y otras funcionan con una lógica diferente.
“Podrán compararse los resultados con las anteriores europeas, pero hacer proyecciones a las próximas generales es arriesgado”, considera Eva Anduiza, profesora e investigadora en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Entre la abstención y el voto de castigo
Lo que sí cabe esperar de este tipo de elecciones es un ‘ajuste de cuentas’ con las políticas del partido en el poder, en el caso español el PP. Ocurrió sin ir más lejos en la última cita europea con las urnas: en 2009, el PSOE salió derrotado tan solo un año después de haber ganado las generales, anticipando el triunfo posterior del PP en las autonómicas y legislativas de 2011.
“Hace mucho tiempo que la gente no vota y la gente tiene ganas de expresar y sacar cosas que lleva dentro”, afirma Joan Font, doctor en Ciencias Políticas e investigador del CSIC.
De salida, la respuesta primaria a esa pulsión no es precisamente votar, sino quedarse en casa. El nivel de abstención en las elecciones europeas es cada vez mayor, y aunque en España la participación es algo más alta que la media europea, los candidatos temen una caída respecto al apenas 45% que acudió las urnas la última vez.
El siguiente mecanismo es el del voto de castigo, un apoyo expresivo y singular a partidos minoritarios por la voluntad de mandar un toque de atención al partido que gobierna y al que anteriormente se ha votado, sin tener además por qué hacerlo a favor del principal opositor.
Es un hecho que se demuestra en Europa elección a elección y país a país, y una mirada superficial basta para comprobar cómo PSOE y PP tratan de combatir respectivamente estas tendencias con sus lemas electorales: “Tú mueves Europa” y “Lo que está en juego es el futuro”.
Tarjeta amarilla al partido en el Gobierno
Font recurre al símil futbolístico de la tarjeta amarilla, una advertencia que en estas elecciones “el Gobierno recibe prácticamente siempre” y que expresa el descontento ciudadano. Ahora bien, “que se convierta en tarjeta roja y se consolide en unas elecciones generales depende de lo que pase hasta entonces”, matiza.
“En España, el partido que ha ganado las elecciones europeas ha ganado siempre las siguientes generales“
“El voto de castigo puede ser sólo eso, un voto de castigo para ver qué pasa y cómo reaccionan los partidos”, explica a RTVE.es Mariano Torcal, catedrático de ciencia política en la Universidad Pompeu Fabra y coordinador en España de la Encuesta Social Europea. “Es verdad que en España algunas elecciones europeas han anticipado cambios electorales, pero en el actual contexto esto es difícil de predecir”.
No solo las europeas han anticipado los cambios de Gobierno en España. Desde que España entró en la CEE en 1986, el partido que más escaños obtuvo en las elecciones europeas fue el que más escaños obtuvo en las elecciones generales siguientes, ya fueran ambas citas más o menos distantes entre sí.
Sin embargo, pese a la tenacidad de esta estadística, el signo del resultado europeo puede ser equívoco respecto al futuro. “Lo previsible es que los partidos predominantes queden tan cerca que, aunque uno saque más votos o más escaños, quepa hablar realmente de un empate técnico”, estima Joan Font, lo que dificulta cualquier auspicio triunfal.
¿Una nueva prueba de la crisis del bipartidismo?
De forma análoga, siguiendo con la tendencia de las últimas generales, el descontento con PP-PSOE y el crecimiento de los pequeños partidos ponen a las elecciones europeas como otro termómetro, esta vez de la crisis del bipartidismo, si bien ambos partidos concentraron casi el 81% del voto en 2009.
“Hay una parte que vota de forma insatisfecha o crítica con su partido y piensa ‘puedo permitirme expresar el descontento a mi partido sin asumir las consecuencias de votar al partido de la oposición, que tampoco me gusta nada’. Dejar de votar a ‘su’ partido es más fácil, tiene menos coste en estas elecciones”, afirma Joan Font.
““El electorado probará con otras opciones, pero no significa que hará lo mismo en unas elecciones generales"“
Sin embargo, los expertos en comportamiento electoral distinguen este razonamiento del que hace el votante cuando elige a un presidente del Gobierno.
“El voto a otros partidos se puede agudizar en el contexto actual, en donde existe un gran descontento”, valora Mariano Torcal. “El electorado, de momento, probará con otras opciones, lo cual no quiere decir que luego hará lo mismo en unas elecciones generales”.
Su colega Joan Font desarrolla la idea: “En este país y en todos los países cuesta mucho hacer el salto y terminar de confiar en otra opción. En elecciones generales tenemos una mentalidad muy presidencial. Pensamos: ‘¿quién va a gobernar?’, y los votos a aquellos partidos que la gente no termina de ver encabezando el gobierno son más difíciles de hacer”.
Con todo, Europa sí que se configura como un banco de pruebas para los pequeños partidos sobre su viabilidad y para proyectar una imagen de gobierno.
“Hay elecciones que sirven para que los partidos pequeños suban, contribuyen a cambiar su imagen pública y a transformar las percepciones de los ciudadanos sobre ellos, como fue el caso de Los Verdes en Alemania”, explica Font. “En España, tanto IU y UPyD y la explosión de nuevas candidaturas verán qué hueco tienen. Las elecciones europeas serán como una macroencuesta para ver si cuentan con probabilidades de éxito en unas elecciones generales”.
En la urna europea se examina la política española
En lo que al voto respecta, ‘Europa is different’. Y eso que por primera vez en la historia de la UE, estas elecciones determinarán quién liderará la Comisión Europea, el organismo ejecutivo de la Unión.
No importa que no se elija ahora un Gobierno español o que se pase revista a un proyecto político que influye cada vez más en la política nacional. La mayoría de los ciudadanos votará en Europa pensando en otra; una 'infidelidad' odiosa, pero quizá inevitable.
En las elecciones europeas, señalan los expertos, casi todo contribuye a que los ciudadanos emitan su voto en clave nacional. A pesar de los importantes cambios institucionales, buena parte de los europeos siguen creyendo que el Parlamento Europeo tiene un impacto menor en sus vidas. A ello contribuye también la denominación de origen nacional que viste el contenido de las campañas.
“En las elecciones europeas casi todo contribuye a que se vote en clave nacional“
“Se habla de asuntos nacionales; se presentan líderes de segundo orden, no primeras figuras; se hace llegar a la población que es una especie de referéndum; y, por último, los partidos son incapaces o no quieren mostrar sus diferencias respecto a las grandes políticas europeas”, enumera Mariano Torcal.
"Lo interesante es que discutiéramos de la relación de la UE con el rescate bancario, con los muertos en la playa de Ceuta, con el euro como herramienta para salir de la crisis, etc.”, señala Font, que alude a la responsabilidad “de partidos políticos y medios de comunicación en la medida en que se mete mucho en el análisis esta visión nacional de quién va primero, qué va a pasar en el futuro, el liderazgo de tal o cual dirigente...".
La última palabra, como no puede ser de otra manera, es de los electores; pero una cosa parece cierta: Europa es para muchos un tablero más donde jugar la partida de siempre, pero con otras reglas.