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Ocho claves para interpretar los resultados de las elecciones europeas de 2014

  • Abstención, bipartidismo y auge del euroescepticismo, en el punto de mira
  • En España se leerán como un examen al Gobierno y al soberanismo catalán
  • Del grupo vencedor en Europa se prevé que salga el presidente de la Comisión
  • De no ser así, estas elecciones podrían agravar la desconfianza en la UE

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Los ciudadanos de los Veintiocho Estados miembros de la UE votan a sus representantes en el Parlamento Europeo hasta este domingo.
Los ciudadanos de los Veintiocho Estados miembros de la UE votan a sus representantes en el Parlamento Europeo hasta este domingo.

Las elecciones al Parlamento Europeo que comenzaron el jueves pasado y se desarrollarán hasta las 23:00 horas de este domingo son la primeras en las que los ciudadanos participan en la elección del presidente de la Comisión Europea (CE), pero también son relevantes en otros muchos órdenes.

A continuación exponemos algunas claves para seguir la información electoral de esta jornada, con el fin de entender lo que está en juego en estos comicios y lo que se convertirá en objeto de análisis tras el escrutinio:

Participación: ¿Los ciudadanos se siguen alejando de Europa?

Desde los primeros datos parciales de participación tendremos una idea de si continúa el distanciamiento de los europeos hacia sus instituciones comunes. En el caso concreto de España, la participación en las elecciones se mantiene estable en lo que va de siglo: fue del 45,14% en 2004, bajó al 44,9% en 2009. Los pronósticos temen ahora una bajada abrupta.

Partiendo de que toda participación por debajo del 50% socava la representatividad del proceso, una abstención que se acerque o rebase el 60% será vista como un fracaso y un serio toque de atención al proyecto europeo, desgastado por la gestion de la crisis económica.

Un dato significativo del estado de ánimo de los españoles hacia Europa vendrá de la comparación de la participación en nuestro país con los Veintiocho, que hasta ahora siempre ha mostrado a una España más participativa que la media europea. ¿Se repetirá esa tendencia una vez más?

Resultado en España: vencedores y vencidos

Claro que lo importante en unas elecciones no es participar, sino ganar. En España se eligen 54 eurodiputados, igual que en 2009 -a efectos demográficos equivale a un eurodiputado por cada 864.800 ciudadanos-.

Desde el barómetro preelectoral del CIS a los sondeos publicados en campaña, el PP ha sacado una ventaja al PSOE en intención de voto que se ha movido entre los ocho y los tres puntos, cifra esta última que se podría considerar un empate técnico debido al margen de error de las encuestas.

Ambos contendientes se han esforzado durante la campaña en anticipar el significado que se deriva de votar a favor de uno u otro en la primera cita general con las urnas desde las generales de 2011.

Así, mientras el PP espera que los comicios expresen en lo posible un respaldo de los votantes a sus reformas y una confirmación de que el mensaje de la recuperación está calando, el PSOE apela al voto de castigo y a que se pronuncie un ‘no’ a los dos años y medio del Gobierno de Rajoy, aunque sea en el tablero europeo y en la figura de uno de sus exministros y, ya de paso, refrendar el liderazgo de Rubalcaba y de su apuesta por la número dos de su partido.

Examen al bipartidismo en España (y en Europa)

Casi nadie duda de que PP y PSOE van a sufrir la sanción de las urnas y que van a perder millones de votos y varios escaños, de los 25 y 23 que tenían en la Eurocámara, respectivamente. A la espera del resultado final, no pocas voces querrán levantar con el escrutinio el acta de defunción del bipartidismo en España, quizá también en Europa.

Dependerá del voto que sumen ambas opciones: en 2009, los dos principales partidos acapararon casi el 82% de los votos. En estas europeas hay más competidores -hay 39 candidaturas, cuatro más que en la última cita-, muchos de los cuales han construido su argumentario a base de igualar entre sí a PP y PSOE, a los que han presentado como un duopolio con iguales intereses y defectos para representarse a sí mismos como alternativa.

En unas elecciones en las que se vota en circunscripción única, como si España fuera una sola provincia, es además más fácil visualizar la dispersión de las preferencias en otras alternativas porque se necesitan menos votos para conseguir un escaño.

La misma cuestión se dirimirá en el conjunto de la Unión Europea, donde conservadores y socialistas, agrupados en el PPE y el PSE, amasan los principales consensos. Las encuestas les dan el 56% del total de los votos, frente al actual 61%.

El número y el peso de las alternativas

Los que más pueden beneficiarse de esa hipotética debilidad son IU y UPyD, para los que se pronostica un ostensible crecimiento desde los dos y un eurodiputados que tienen ahora en Bruselas.

Los sondeos también han augurado la aparición de nuevas fuerzas parlamentarias en España (en la actualidad hay seis partidos con representación en Bruselas). Esta noche se comprobará la si hay escaños para Los Pueblos Deciden (EHBildu-BNG), CiudadanosVox, Primavera Europea, Podemos, el Partido X y el Movimiento RED.

Desde otro punto de vista, será estimulante comprobar si la presencia de estos nuevos partidos sirve no solo para canalizar un voto alternativo que acreditaría la predicada crisis del bipartidismo, sino también para sacar de casa a los votantes remisos a participar en unos comicios donde la abstención ya es alta por tradición.

Termómetro en Cataluña a la consulta soberanista 

Uno de los temas candentes de la campaña española es el del desafío soberanista de Cataluña, que junto al referéndum del 18 de septiembre en Escocia ha tenido también su eco entre los candidatos a presidir la Comisión Europea.

Los principales implicados, CiU y ERC, los partidos proconsulta que concurren a la Eurcámara, se la han planteado como un termómetro para medir el apoyo ciudadano a la consulta del 9 de noviembre.

No se puede obviar que convergentes y republicanos se presentan en coalición con otros partidos (CiU con PNV, Coalición Canaria y Compromiso por Galicia; ERC con Nova Esquerra Catalana y Catalunya Sí) y que, por lo tanto, sumarán apoyos de otras sensibilidades, sobre todo los primeros.

Pese a ello, el voto en las poblaciones catalanas enviará un mensaje elocuente sobre quién ostenta el liderazgo del proceso soberanista, habida cuenta de que Artur Mas ha pedido el voto para CiU por ser el partido “que da la cara” y “recibe las bofetadas” por la consulta, mientra que Oriol Junqueras pide lo mismo para ERC por verse como el garante de la búsqueda de la independencia.

En la misma arena política catalana, socialistas y ‘populares’ podrán comprobar en qué nivel de aceptación se encuentran sus posiciones en este asunto.

¿El partido vencedor en Europa tendrá a ‘su’ presidente en la Comisión?

Por primera vez, los principales partidos europeos han anunciado quién será su candidato a presidir la Comisión: Jean-Claude Juncker (PPE), Martin Schulz (PSE), Guy Verhofstadt (liberales y demócratas), Ska Keller (Verdes Europeos) y Alexis Tsipras (Izquierda Europea).

Según los últimos sondeos, el Partido Popular Europeo (PPE) es el favorito para la victoria, con unos 217 escaños y los Socialistas y Demócratas (S&D) en segundo lugar, con 199. Es decir, Juncker o Schulz deberían ser los refrendados por el Consejo Europeo, como establece el Tratado de Lisboa.

Sin embargo, el resultado de la votación no es legalmente vinculante, de modo que podría ocurrir, como de hecho se ha insinuado, que los jefes de Estado y de Gobierno se desmarcaran con un candidato alternativo a la voluntad de los ciudadanos expresada en el Parlamento Europeo.

Es decir, de estas elecciones podría surgir una crisis institucional en la UE; pero esta cuestión se aclarará a partir del 27 de mayo, en la reunión informal del Consejo de la que se espera que salga un consenso en uno u otro sentido.

El crecimiento de euroescépticos y eurófobos

Las previsiones confirman el aumento del peso en la Eurocámara de las fuerzas euroescépticas, eurófobas y de extrema derecha. No tendrán la capacidad de cambiar los actuales equilibrios entre las formaciones mayoritarias y europeístas de diferente ideología, que seguirán representando al menos el 75% según los sondeos; pero su pujanza, sobre todo en algunos Estados miembros destacados, es singularmente preocupante.

País a país, tendrá relevancia en el panorama continental quién resulta ganador en el Reino Unido, tradicional euroescéptico, con el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), encarnado en su líder, el xenófobo Nigel Farage, contrario a la integración europea y favorito por delante de conservadores y progresistas, con el 30% de los votos.

Idéntica inversión de mayorías puede venir de Francia, con el Frente Nacional de Marine Le Pen, partido de extrema derecha que aspira a descollar sobre conservadores y socialistas, llevando a su formación a un lugar prominente como el que ya tuvo cuando su padre, Jean-Marie, disputó la presidencia de la república a Jacques Chirac.

En Italia, la posición del Movimiento 5 Estrellas del humorista Beppe Grillo, que aparece como segundo en las encuestas, también será sintomática del estado del europeísmo en el sur y un voto al gobierno de centroizquierda no electo de Matteo Renzi.

En Grecia, cuna de la democracia y foco de actuación de la troika comunitaria, el apoyo a la UE ha caído en picado, y habrá que seguir con atención el resultado del partido opositor de izquierdas Syriza -que encabeza los sondeos- y los neonazis de Amanecer Dorado, que con su cúpula en la cárcel podrían salir con dos eurodiputados.

El euroescepticismo ha echado raíz incluso en la locomotora alemana, y la formación Alternativa por Alemania (AfD), que aboga por que los países periféricos abandonen el euro y por el control de la inmigración, podría obtener un 5% de los votos, beneficiada -al igual que otras pequeñas formaciones- de la eliminación del umbral de voto para estas elecciones. Los resultados en la Alemania de la gran coalición liderada por Angela Merkel también merecerán la atención en esta jornada electoral.

¿La extrema derecha tendrá grupo propio?

Con todo, lo más llamativo, alarmante incluso, en la constitución del nuevo Parlamento Europeo es que puede emerger un nuevo grupo de diputados de extrema derecha.

Para constituir un grupo en la Eurocámara es necesario un mínimo de 25 diputados de siete Estados miembros diferentes. Unos requisitos que se observará con expectación si cumple la embrionaria Alianza Europea por la Libertad (AEL) que pretende liderar el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, junto al Partido holandés para la Libertad (PVV) de Geert Wilders, el ultranacionalista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), el flamenco Vlaams Belang, los Demócratas de Suecia, la Liga Norte de Italia y el SNS eslovaco.

De rebote, la constitución de esta alianza podría dejar a los británicos de UKIP huérfanos de grupo, y en ese caso podrían terminar en el heterogéneo grupo de los No Inscritos, el equivalente al Grupo Mixto europeo.