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De qué están hechas las conchas marinas

  • Protegen a los moluscos de la desecación y de los depredadores
  • Están hechas de carbonato de calcio y proteínas
  • La acidificación de los océanos amenaza su integridad

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Los patrones y formas de las conchas son de lo más variado.
Los patrones y formas de las conchas son de lo más variado.

Una sola caminata por la playa basta para encontrar casi un centenar de conchas. Son de lo más variadas en tamaños y colores. Ya nuestros antepasados prehistóricos las seleccionaban con mimo por su belleza para hacer collares y pulseras. Hoy nos siguen fascinando y hacen sobre todo las delicias de los niños que es sus paseos las inspeccionan con admiración y curiosidad. ¿De qué están hechas? ¿Cómo se forman?

Las conchas son el escudo protector de las partes blandas de los moluscos bivalvos, como las almejas, los mejillones o las ostras, y de los gasterópodos, como las caracolas. Con ellas se protegen de la desecación y de los depredadores, aunque los hay especializados en romper precisamente estos escudos, como el ostrero, un ave con un pico durísimo capaz de abrir las conchas de los bivalvos más fuertes.

Igual que nuestras células construyen nuestros huesos, los moluscos construyen sus conchas. Estas crecen en grosor desde el interior y en superficie por los bordes, porque son las zonas que están en contacto con el manto, que es el tejido de la parte blanda del animal encargado de depositar el material del que está hecho la concha.

Esta cubierta dura está compuesta en su mayor parte por una molécula tan común como el carbonato cálcico (las estalactitas por ejemplo están hechas de esta sustancia) en forma de cristales embebidos en una piscina de proteínas y polisacáridos (llamada conquiolina). Los moluscos extraen el calcio de su alimento, del agua, de las rocas y del ambiente. Llegan a través del flujo sanguíneo al manto, que los concentra y los transforma en cristales, que son depositados en capas.

Nácar o madreperla de brillo iridiscente

Son tres capas, compuestas por las mismas sustancias pero en distinta proporción y cristalizadas de diferente manera. La interior es nácar o madreperla, formada por capas bien apretadas y ordenadas, cuyo brillo iridiscente captura a los diseñadores de joyas. La capa intermedia es menos compacta. La capa más externa está situada en el borde y está hecha en su mayoría de conquiolina.

Las conchas no crece de manera constante. Lo hacen según las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento. Como en los anillos de los árboles, en las conchas se pueden leer las líneas de crecimiento y averiguar si el molusco ha pasado por algún periodo especialmente adverso.

El patrón del color depende de la especie y les sirve para camuflarse y aportar dureza a la concha. Los pigmentos los obtienen a través de la comida que ingieren, son productos de deshecho metabólico que se acumulan en la concha. Si comen regularmente lo mismo la concha tendrá un color uniforme. Si no es así la concha tendrá vetas y motas.

Océanos ácidos que disuelven las conchas

El cambio climático es una amenaza para los organismos con concha. Los océanos absorben el 25 % de las emisiones de dióxido de carbono que emitimos. El dióxido de carbono es un gas que en contacto con el agua se transforma en ácido. Algo nefasto para los organismos con concha, puesto que el carbonato de calcio se disuelve en el agua ácida y desaparece. Las aguas superficiales de los océanos se han acidificado ya 0.1 unidades de pH respecto los niveles preindustriales. La acidificación futura dependerá del dióxido de carbono que se emita a partir de ahora, pero las previsiones apuntan a que aumentará 0.4 unidades más a finales del siglo XXI. Así se deshacen las conchas de una mariposa marina, que forman parte del plancton, en una simulación en el laboratorio hecha por el fotógrafo David Littschwager para National Geographic:

David Littschwager/National Geographic Society