Así evitan las ONG el contagio del ébola
- Una enfermera de Médicos Sin Fronteras explica el protocolo de actuación
- MSF ha tratado 4.000 casos; sólo 2 cooperantes extranjeros se han contagiado
Médicos Sin Fronteras lucha contra el ébola desde 1995. En este último brote, el más mortífero de la historia, ha atendido a más de 4.000 pacientes y sólo dos trabajadores extranjeros se han infectado, una enfermera francesa y un médico noruego. En España, el personal sanitario ha atendido a tres enfermos y el resultado es de un contagiado: una auxiliar del hospital Carlos III. ¿Qué explica esta diferencia estadística?
La principal, sin duda, es la formación. Charlas de 40 minutos en Madrid, como denuncian los sindicatos médicos, frente a cursos de simulación de entre dos y cinco días en un centro especializado de MSF en Bruselas. Desde el Gobierno español nadie les ha pedido consejo. Miriam Aliá, coordinadora médica de Emergencias de la ONG, acaba de regresar de Senegal. Antes ha estado en Guinea y Nigeria, y en unos días partirá al Congo. Repasamos con ella el protocolo de actuación de esta organización, que lidera la lucha contra la epidemia en África Occidental.
Primera atención al paciente y clasificación
Cuando un paciente llega a uno de los centros de Médicos Sin Fronteras, el primer paso es que someta al triaje: un sistema de evaluación para determinar si es o no un caso sospechoso de ébola. El personal, siempre a una distancia de 1,5 metros por seguridad y con el traje de protección básico, le toma la temperatura y le entrevista para saber qué signos y síntomas tiene y si ha tenido en contacto con una persona infectada (la única forma de contraer la enfermedad).
El paciente será considerado un caso sospechoso si presenta fiebre y tres síntomas, o un contacto y fiebre, o un contacto y tres síntomas. En caso de cumplir alguno de estos supuestos es ingresado en el centro.
En esa sala de aislamiento, que ya es de alto riesgo, al paciente ‘sospechoso’ (síntomas pero no una noción de contacto muy clara) o 'probable' (síntomas y contacto con caso confirmado) se le practica un test sanguíneo para comprobar si está o no infectado. Si el test, cuyo resultado se conoce en unas 4 o 5 horas, da positivo pasaría a la zona de casos confirmados.
El traje de protección, ¿cómo es?
Antes de entrar en la zona de aislamiento, el personal debe llevar el traje de protección. En MSF utilizan un EPI (Equipo de Protección Individual) de nivel 3, completamente impermeable pero sin respiración individual. En Madrid se han utilizado trajes de nivel 2, más poroso, según se quejan los sanitarios españoles. Consta de varias prendas que se ponen en este orden: pantalón, casaca médica, botas de caucho que van hasta la rodilla, un primer par de guantes de nitrilo, un mono con elástico en la muñeca, mascarilla NR95, un sombrero o escafandra (que cubre cara, cuello, tórax y espalda) un delantal de caucho, gafas y un segundo par de guantes.
“Siempre nos vestimos en tándem de mínimo dos personas para que una vigile si la otra se está protegiendo correctamente”, explica Aliá a RTVE.es. “Una vez dentro uno hace la asistencia y el otro vigila que no haya errores. Depende de la experiencia pero dentro no puedes estar más de una hora y media. Con el traje hace mucho calor, pierdes mucho líquido. Y cuánto más cansado estás, hay más posibilidad de que cometas errores”, añade.
Miembros de MSF se revisan los trajes de protección.
Desvertirse, el momento más delicado
Al salir de la zona de aislamiento, una persona se dedica exclusivamente a recordarles cómo desvestirse paso a paso. “Es el momento más complicado porque es cuando el traje está contaminado. Te lo quitas en el orden inverso a como te lo has puesto y siempre tocando la parte interior de las prendas”, puntualiza. Y después de retirar cada una de ellas se desinfectan las manos con cloro al 0,5%.
Todo es de un solo uso excepto las botas y las gafas y el delantal de caucho, que se pueden desinfectar. El resto se quema dentro de la zona de alto riesgo.
¿Y si ha habido un fallo?
Si sospechan que han cometido algún error, hay que reportarlo inmediatamente. Se abre una investigación y hay una persona de referencia en cada equipo que decide si el riego de contagio es alto o bajo y si hay que poner o no a la persona en aislamiento.
Los errores más frecuentes, explica Aliá, se cometen al quitarse el traje pero “también se puede producir en el triaje porque no hayas guardado la suficiente distancia con el paciente, o que te hayas pinchado al hacer analítica o que un guante se haya roto”. “Por muchas precauciones que tengas el riesgo nunca es 0”, subraya.
El enterramiento y la integración
Si el paciente fallece, hay que hacer una desinfección del cuerpo con una solución de cloro al 0,5%. El cadáver se mete en un saco mortuorio más grueso de lo normal, que también se desinfecta y se hace un enterramiento normal aunque eso sí, a dos metros de profundidad como mínimo y lejos de fuentes de agua.
Varios voluntarias entierrar el cuerpo de una víctima del ébola en Sierra Leona. Reuters
"Nadie puede manipular el cuerpo, ni la familia, porque es cuando tiene más carga vírica”, advierte Aliá.
Si el paciente sobrevive –y esto es así cuando un test sanguíneo dice que no hay niveles detectables en sangre y no tiene síntomas- no podrá volver a contraer la enfermedad ni contagiar a nadie. Se le hace un seguimiento por salud mental porque ha visto mucho sufrimiento a su alrededor o ha perdido a miembros de su familia. También para integrarle de nuevo en su comunidad, que a menudo rechaza a los supervivientes y los estigmatiza.
Médicos Sin Fronteras tiene un equipo de 260 profesionales internacionales y 2.800 nacionales desplegados en los seis centros de tratamiento contra el ébola en África Occidental: dos en Guinea, dos en Liberia y dos en Sierra Leona. La epidemia ha “sobrepasado” sus capacidades y piden ayuda a los Gobiernos para que envíen personal y material médico.
La Organización Mundial de la Salud ha advertido de que estamos ante una emergencia sanitaria internacional por un brote "sin precedentes". Según el último recuento, 3.865 personas han muerto y hay 8.000 casos. El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos estima que, sin un control rápido y eficaz de la enfermedad, existe el riesgo de que para finales de enero próximo haya hasta 1,4 millones de casos de ébola en Liberia y Sierra Leona.