Apetencias cotidianas que valen millones, Jeff Koons en el Pompidou
- El Centro Pompidou de París ofrece la mayor retrospectiva europea de Koons
- Podrá visitarse entre los días 26 de noviembre y 27 de abril
- Incluye los famosos Inflables y las polémicas imágenes con Cicciolina
"Recuerdo que en una ocasión, haciendo imagen publicitaria, me fotografié con un cerdito en los brazos al lado de un enorme cerdo. Quise mostrarme como un cerdo antes de que nadie más pudiera hacerlo", explica a la agencia AFP el artista norteamericano Jeff Koons. Adalid del "Neo-Pop", esta controvertida estrella del arte contemporáneo es uno de los artistas vivos más cotizados del mundo. Como ejemplo, la versión naraja de su escultura Perro globo fue subastada en 2013 por 58,4 millones de dólares.
Koons no pretende "hacer un arte popular, pero sí accesible", a pesar de los precios, y esto es lo que facilitará el Centro Pompidou de París, que, entre los días 26 de noviembre y 27 de abril ofrece en la exposición Jeff Koons la primera retrospectiva total sobre su obra celebrada en Europa.
Cerca de 100 obras que incluyen escultura y pintura sustentan una visión general y cronológica de 35 años de trabajo. Koons, a quien el comisario de la muestra, Bernard Blistène considera "el último de los artistas pop", espera que el público "viva una experiencia" que no sea "intimidante".
Estará presente su icónico Conejo (1986), perteneciente a los conocidos inflables con los que el autor estableció un vínculo entre el Pop Art y el Minimalismo. En España Koons hizo monumental su obra junto al Guggenheim de Bilbao en Puppy (1992), también en la muestra.
Tampoco faltan las subversivas y polémicas series Hecho en el cielo (1989-1991), imágenes protagonizadas por el propio artista junto a la actriz porno Ilona Staller, más conocida como Cicciolina. Esculturas y fotografías que que en otro contexto serían pornografía dura, obtienen visado de Arte bajo la firma de Koons.
El shock del arte, único motivo
El artista determina firmemente su intencionalidad y declara que "cuando realizo una obra de arte, quiero que los que la vean, sea cual sea su punto de vista, no se sientan nunca indignos de ella". Hijo de un decorador de interiores, Koons se interesó desde muy joven por la pintura. "Con 17 años me di cuenta de que no sabía nada sobre el arte", declara Koons que, en una entrevista concedida a France Press, cuenta como "en 1972, durante mi primer día de instituto en Maryland, fuimos a ver una colección de obras cubistas. Yo no conocía a Matisse ni a Cezanne, y apenas a Picasso. No había sido elevado a ese saber".
Koons consiguió "sobrevivir a ese día" y a los 20 años se instaló en Nueva York donde dirige un taller que emplea a 130 personas. La agitación que su obra provoca no le afecta demasiado y confiesa que "siempre he querido ser un artista y participar en el diálogo del arte. Este es el verdadero valor del arte y la recompensa que me llevo, una recompensa intelectual, el sentimiento de que soy capaz de influir en la vida de ciertas personas".
También conocido como el "rey del kitsch", el artista norteamericano se nutre de la iconografía con la que la cultura de masas estadounidense expresa y da forma plástica al "sueño americano" y sus fantasías. Una fuente de inspiración que ha sembrado de creatividad la escena artística del siglo XX.
Megaestrellas musicales, clichés eróticos, lo que arraiga en la imaginación y el deseo popular renace en la factoría Koons firmado y con el precio multiplicado por millones. Un readymade de apetencias cotidianas, confesables o no.