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Antonio Altarriba: "El asesinato nunca es admisible"

  • El guionista presenta 'Yo, asesino', la historia de un psicokiller
  • Un cómic dibujado por Keko que ya ha triunfado en Francia

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Fragmento de la portada de 'Yo, asesino'
Fragmento de la portada de 'Yo, asesino'

Yo, asesino (Norma editorial) es uno de los cómics imprescindibles de este 2014 y arrasará en los premios del año que viene. De momento ya figura en la selección de Angulema en la categoría “Polar” (serie negra). Sus autores son dos de los grandes del cómic español, el guionista Antonio Altarriba (Premio nacional de Cómic por El arte de volar) y el dibujante Keko (La potectora), un maestro del suspense. Ambos nos cuentan la historia de un profesor de Gasteiz empeñado en hacer del asesinato, un arte.

“Ser trata de Enrique Rodríguez –asegura Altarriba- un profesor universitario de historia del arte que es un radical, enamorado del arte y que decide hacer de ello su vida y llevarla hasta el extremo de matar siguiendo los parámetros de los conceptos artísticos. Un teórico del arte que lleva sus teorías a la práctica”.

Un personaje con el que el guionista tiene muchas cosas en común, hasta el punto de que Keko se inspiró en el propio Altarriba a la hora de dibujarlo: “El protagonista tiene cosas suyas, sus hechuras, su aspecto general… pero con matices. Y es que, cuando Antonio me dio la sinopsis, ví que el protagonista era profesor universitario, que vivía en Vitoria, viaja mucho… me puse a dibujarlo y me salía él. Le mandé unos bocetos medio en broma, cuando le personaje todavía no estaba bien definido, era menos rapaz, daba menos miedo… Y Altarriba me dijo: “Es él” y al final lo que empezó como una broma se nos ha ido de las manos”.

“Además el protagonista -continúa Altarriba- también es testigo y víctima de esa violenta corrección y cruel competitividad que existe dentro de la universidad. De ahí surge la idea de cómo, desde una aparente corrección se pueden cometer crímenes, profesionales sociales, económicos… No solamente mata el que degüella sino el que a través de ciertas operaciones de cuello blanco, somete a partes importantes de la población a situaciones extremas que pueden provocar la hambruna o la muerte. Me interesaba hacer ese juego entre el crimen gratuito y ese crimen hipócritamente ignorado e incluso ocultado”.

“Matar nunca es admisible”

Altarriba asegura que: “Este es un libro que, aunque pueda parecer que se presenta con ambigüedad moral, plantea una moral bastante estricta ya que nos muestra a un personaje que se presenta sin problemas a la hora de matar, pero que sólo es un espejo ante el que tenemos que reflexionar sobre nuestra condición y sobre la naturaleza humana. ¿Realmente el hecho de matar nos es ajeno? Ni siquiera nos lo planteamos, pero algo tiene que haber en nosotros para que ese resorte de la pulsión criminal se pueda activar con cierta facilidad en determinadas circunstancias”.

Y es que la Altarriba nos plantea interesantes reflexiones: “En un momento del cómic –asegura el guionista- el protagonista dice que matar gratuitamente es un acto pacifista, porque denuncia los verdaderos y más masivos crímenes que se justifican ideológicamente. Matar nunca es admisible, ni por la patria, ni por la religión, ni por la economía. El hecho de poner un asesino que mata sin razón es una forma de denunciar todos esos crímenes que acabamos admitiendo con bastante buena conciencia”.

Este cómic es una buena sacudida a nuestra conciencia, ya que nuestra vida cotidiana se asienta en la explotación de montones de gente, en la financiación de guerrillas que permiten mantener la inestabilidad de países y poder aprovecharnos mejor de sus recursos naturales. Nuestra posición cómoda del primer mundo se asienta sobre un montón de cadáveres. Es fuerte decirlo, pero es así. Espero que este personaje resalte nuestra buena conciencia asentada en la ignorancia o la puesta a distancia de lo que ocurre en el mundo”.

El asesinato ha hecho avanzar la historia

Altarriba asegura que “El asesinato ha sido una dinámica que ha hecho avanzar la historia. Hay una especie de engranaje sangriento en la que de una manera o de otra todos los hitos por los que ha apasado la humanidad están marcados por la guerra, las represiones, las ejecuciones, la sangre… La guerra y la violencia han marcado nuestro progreso y están en el centro de nuestra cultura. A veces nos olvidamos que muchos de nuestros avances técnicos son variaciones de inventos bélicos. Es la dinámica que engrasa el poder. El ejemplo más claro es la lista de los reyes godos, que era tan larga porque unos se asesinaban a los otros”.

“Ahora intentamos mantener esa violencia a distancia -continúa el guionista-. Por ejemplo, la presentación de los bombardeos selectivos con drones mediante imágenes que parecen videojuegos. Así se crea una distancia que hace más aceptable esos terribles hechos. En contraste la Yihad islámica usa algo que a nosotros nos resulta insoportable que son las decapitaciones en directo. Pero es mucho más sangriento ese videojuego que se queda en una imagen más o menos borrosa, que ese primer plano de una decapitación. La retransmisión de esa crueldad de cada uno de los bandos es muy significativa de su credo y su cultura y en ambos casos ponen en evidencia que seguimos matándonos los unos a los otros”.

El terrorismo también está muy presente

El terrorismo también está muy presente en el cómic. “Yo creo que en estos momentos en el País Vasco hay una batalla muy importante que yo no querría que perdiésemos, que es la batalla de los hechos ocurridos -nos comenta el guionista-. Actualmente la pasividad o los intereses políticos de PP y PSOE hacen que Bildu y las formaciones que, de alguna manera, recogen la herencia ideológica de ETA, estén tomando la iniciativa”.

“Al igual que me parece absolutamente insostenible –continúa- que los mismos que han robado y han sido corruptos se presenten ahora como campeones en la lucha contra la corrupción, tampoco apruebo el que ciertas organizaciones estén invocando los derechos humanos para los acercamientos, para la disminución de penas de los presos etarras... me parece impostado. No podemos olvidar que hemos estado sometidos a la violencia y los culpables no solo fueron los que apretaron el gatillo o pusieron las bombas, sino también los que dieron coartada ideológica para matar, en muchos casos indiscriminadamente. En esa batalla de la aceptación de lo inaceptable es donde yo me encuentro ahora”.

“El arte de matar”

Para esta historia con tantos claroscuros, Altarriba no podía haber escogido a un autor más indicado que Keko (José Antonio Godoy), maestro de las luces y las sombras.

“Cuando Antonio me llamó -asegura Keko- ya me imaginé que si quería que yo lo dibujase, no sería una continuación del El arte de volar, sino que iría buscando ese punto oscuro de thriller que tiene mi obra y, evidentemente, eso era. Y es que, por encima de la densidad de las reflexiones que puede haber sobre el mal, el crimen y el arte, yo destacaría que se trata de un thriller, una historia negra de suspense que se aparta de lo que yo venía haciendo hasta ahora porque es una historia contemporánea ambientada en lugares muy variados y concretos. Pero es una historia de género y son las que más me gustan”.

“No he tenido que variar mucho mi estilo –asegura el dibujante- porque eso es lo que buscaba Altarriba, mi mundo de sombras y oscuridades. Lo que si he tenido es que documentarme bastante porque está ambientada en muchos lugares y en la actualidad, algo que no casi no había dibujado porque suelo ambientar mis historias en un pasado y unas localizaciones indeterminadas y aquí me he tenido que ceñir al mundo actual. Incluso he tenido que dibujar coches modernos, que es una cosa que me horroriza”.

“El arte –continúa Keko- está presente desde el momento en que el protagonista es un profesor de Arte de la Universidad que ha conseguido cierto renombre dando conferencias sobre una materia muy concreta que es el Arte y la crueldad. El tiene una serie de teorías sobre este punto y a lo largo de la historia vemos cómo explica esas teorías no para justificar su vida como asesino sino su vida como intelectual y lo que el entiende que debe ser la postura de un artista ante la creación. Una postura muy radical y en la que no tienen cabida las cortapisas morales”.

El color de la sangre

Una historia en blanco, negro y rojo, como nos comenta el dibujante: “El blanco y negro están muy presentes porque reflejan la dualidad del personaje: un profesor con una vida estable que en sus ratos de ocio se dedica a matar personas. Eso nos permitía jugar con un mundo de sombras en el que hemos introducido el rojo para llamar la atención sobre algunos detalles, no sólo porque sea el color de la sangre, que también, sino como un juego psicológico, que nos permite resaltar esos detalles que al protagonista le llaman la atención porque expresan algún tipo de culpa que tiene o porque en ese momento hemos creído conveniente llamar la atención del lector sobre detalles que enriquecen la narración. Así vemos la psicología del personaje de una forma gráfica, sin tener que reflejarlo constantemente en el texto”.

Por supuesto, el arte está muy presente: “En el cómic hay un enorme repertorio de pinturas y cuadros famosos que el protagonista explica en sus charlas, para ilustrar sus reflexiones. Desde clásicos del barroco español hasta autores contemporáneos como Bacon e incluso ilustradores… y, por supuesto, Goya. Todo para expresar la idea del asesino de la relación que existe entre el arte y el crimen. Hemos escogido muchos autores famosos por sus pinturas macrabras o muy negras, entre los que repito, Goya ocupa un lugar destacadísimo”.

Además sorprende el detalle con el que ambos nos describen los asesinatos: “Cada uno de los asesinatos tiene un tratamiento gráfico distinto, aunque sin salirse del tono general, ya que no hay grises salvo las reproducciones de los cuadros. Pero todos tienen algo diferente. A veces incido más en el tremendismo, inspirándome en pintores como Solana. Otro de los crímenes tiene un aire de línea clara porque transcurre en los años ochenta y le quise dar un aire franco-belga para expresar la juventud, los inicios de nuestro asesino, que transcurren en esa época y lo arropo con esa estética que a mí siempre me ha gustado mucho”.

Altarriba añade que: “El arte siempre ha tenido una vertiente en la que la representación del dolor, de la muerte, la crueldad, cumplen un papel importantísimo. Sin darnos cuenta hemos crecido rodeados de iconos de dolor y de sufrimiento como las escenas espeluznantes de la religión católica que podemos observar en museos. Pero el arte también ha generado una dinámica de autoría en base a unos criterios que a veces pueden resultar cuestionables”.

“El protagonista -continúa el guionista- considera que dar la muerte es una performance. El dice que “nada hay más radicalmente artístico que crear dando la muerte, porque trabajas con el material más precioso, que es la vida, y asumes el máximo riesgo, te la juegas. No como los artistas, que es un riesgo controlado. Esto me sirve para dar una escenografía plástica, una originalidad a los crímenes pero también un revolcón o de cuestionamiento de alguno de los conceptos artísticos que se usan en el arte actual. Y es que debemos preguntarnos si todo acto, por el hecho de venir planteado por alguien que se dice artista, es arte”

En cuanto a sus proyectos, Altarriba asegura que, después del éxito de El arte de volar: “Ahora estoy preparando la historia de mi madre. Cuando acabé El arte de volar me dí cuenta de que no fui justo con ella, ya que quedaba como un contrapunto devoto de la historia de mi padre. Pero la historia de mi madre también es bastante tremenda, incluso desde su nacimiento, ya que su madre murió al darle a luz. Además, mi madre fue gobernanta con el Capitán General de la quinta región militar de los años cuarenta. Con esa historia de los sirvientes en un ambiente militar, creo que tengo un material con bastante potencial y Quim, que por supuesto tenía que ser el dibujante, ya lleva 75 páginas dibujadas. El libro se publicará en 2016 y creará juegos y correspondencias muy interesantes con El arte de volar, ya que algunas cosas que vimos desde la pare de mi padre se contarán ahora, desde distinta perspectiva, de de mi madre. Y en eso estoy, jugando con mi familia”.