'BCN Rise&Fall', la lucha por la supervivencia del arte urbano en Barcelona
- Se trata de un documental de Gustavo López LaCalle y Aleix Gordo Hostau
- Narra la historia del 'Street Art' y las leyes que lo prohibieron
- Se estrena el próximo 5 de febrero en Barcelona
Hubo un tiempo en el que Barcelona fue una de las capitales mundiales del arte urbano o 'street art', en el que en sus paredes podíamos encontrarnos obras de grandes artistas de renombre internacional. Sin embargo, una rígida normativa de 2006 lo cambió todo y ahora hacer una pintada en sus calles puede suponer una multa de 3.000 euros. Arte para unos, vandalismo para otros, lo que es cierto es que la prohibición no ha acabado con el arte urbano como nos cuentan Gustavo López LaCalle y Aleix Gordo Hostau en el documental BCN Rise&Fall, que se estrena el 5 de febrero en Barcelona.
“BCN Rise&Fall –aseguran sus autores- Va sobre todo de un movimiento artístico que ahora mismo está haciendo historia, que empezó muy fuerte en Barcelona hace un tiempo y cómo el gobierno de la ciudad eliminó de raíz todo lo que había. Analizamos la historia del graffiti y el 'street art' en la ciudad y las razones por las que se catapultó a nivel internacional. Planteamos también el por qué de la prohibición no sólo desde la visión de los artistas afectados sino también desde los políticos e instituciones y desde el planteamiento de qué hay detrás de esa prohibición”.
“Hemos realizado este documental por la impotencia –afirman-, la impotencia de ver que algo tan importante para algunos, y que ahora se ha demostrado que es muy importante para muchos otros, desapareció de un día para otro y pasó a criminalizarse desmesuradamente”.
Los inicios del Street Art: El graffiti
Pero… ¿Cómo comenzó esa época dorada del 'street art'? “Pues gracias a una conjunción histórica de la ciudad –aseguran sus autores-. Veníamos del boom de las Olimpiadas, empezaba la Barcelona del turismo de masas, del lowcost, todo era más barato, alquileres, impuestos, etc... La ciudad se conformaba como un centro neurálgico del diseño, de la moda, de la creatividad a nivel internacional, coincidió con una Época Dorada del graffiti previa en la ciudad, la creación de Montana Colors (la empresa de sprays dedicados al graffiti más grande del mundo), la falta de regulación, la libertad en las calles...”
Pero antes del 'street art' existía el Graffiti. “La música, el hiphop, tuvieron mucho que ver en el nacimiento del graffiti en la ciudad, que es otra cosa –aseguran Gustavo y Aleix-. Todos los que pintaban en los años 80 (o casi todos) bailaban break. Podríamos decir que la música fue el motor original del movimiento original, después mutó en otra cosa”.
“Arte urbano, street art, sería cualquier expresión artística que sucede en la calle, el graffiti está vinculado a la cultura hiphop. Hoy en día uno está incluido dentro del otro, uno es anterior al otro. Todo empezó como graffiti, después se ampliaron las técnicas, los formatos, los soportes y sobretodo, los mensajes y se acuñó el término 'street art' que, hoy en día, lo engloba casi todo. También hay algo del explicar toda esta terminología en el documental”.
La edad dorada del Street Art
Una de las partes más interesantes del documental es la dedicada a la edad dorada del 'street art' en Barcelona. “Mucha gente coincidirá con nosotros en que compartía capitalidad artística con NYC –comentan los autores-, o que simplemente era una de las ciudades referenciales del arte urbano en el mundo. Situamos la Época Dorada a principios de los años 2000, más o menos del 2000 al 2005, quizás empieza un poco antes, pero no hay una fecha exacta de inicio, sólo la hay de finalización, en enero del 2006”.
“En cuanto a los artistas –continúan-, vinieron todos los que por generación les tocaba. Muchos que ahora son relevantes internacionalmente empezaron o destacaron posteriormente a la prohibición de pintar en la calle. Nombres como Banksy, Os Gemeos, WK Interact, Miss Van, Jorge Rodríguez-Gerada, The London Police, Space Invaders, Above, Faile, Mark Bode, Suso33, Sixe Paredes, Kid Acné, etc, etc... la lista es enorme”.
La prohibición de 2006
Pero… ¿por qué acabó esta edad dorada del arte urbano? “Suponemos que por saturación, en todos los aspectos –aseguran Gustavo y Aléix. Barcelona entraba en una encrucijada. En poco más de una década Barcelona ha pasado de tener 1.9M de turistas al año a más de 8M, convirtiéndose en la ciudad del mundo con más turistas per cápita. Si paseabas por el Raval en esa época no había ni un centímetro cuadrado que no estuviera pintado y claro, eso no gustaba a todo el mundo. De todas formas el pintar en la calle fue una pequeña parte de la Ordenanza Cívica de enero del 2006, después de ella, una buena parte de la Barcelona que conocíamos empezó a desaparecer”.
Cómo afectó esa prohibición a los artistas. “Hubo distintas reacciones –aseguran-, algunos cambiaron la forma de actuar y se pasaron a bombardear (tags) mucho más a menudo, otros se volvieron más indoor, empezaron o continuaron sus carreras artísticas en galerías, algunos dejaron de pintar, otros pintaban mucho menos porqué tenían (tienen) que irse lejos del centro de la ciudad para pintar en sitios como rieras, fábricas abandonadas, etc… otros se marcharon de la ciudad”.
Aleix y Gustavo consideran que esas leyes tan rígidas fueron desproporcionadas: “Detrás había, hay, una ideología muy concreta. La del control de los ciudadanos y la de no permitir que nada caiga fuera de lo que ellos entienden como su modelo de ciudad. “Barcelona tiene que ser ASÍ”, todo lo que no sea “ASÍ” no entra, no hay espacio, no hay cabida para ello. Y que no se me malinterprete, a mi también me gusta tener una ciudad “limpia” y segura, etc… pero no por querer alcanzar esa perfección tengo que obviar la opinión de los ciudadanos, la de todos los ciudadanos, e imponer mi modelo arbitrariamente por encima de todo. Dudo mucho que hubiera muchos barceloneses que estuvieran en contra de la realización de grandes murales en la ciudad, por poner un ejemplo”.
Los autores también aseguran que “No hubo ninguna posibilidad de diálogo porque, por su naturaleza, el colectivo de graffiteros/artistas urbanos no tiene a nadie que ejerza como representante y garante de sus intereses. La política sólo es posible si existe mutuo reconocimiento de ambas partes como entes “políticos” capaces de negociar. Ejemplos de falta de interlocutor y atropello los hay por todo el mundo y no es que funcionen muy bien…”
Se borraron obras muy valiosas
Lo malo de esa prohibición es que no se distinguió y “Se borraron todas las obras de todos los artistas –comentan los directores-. Quizás queden trozos de algunas obras en sitios peculiares, medio cubiertas y abandonadas. No nos aventuraríamos a soltar ningún porcentaje pero no me equivocaría de mucho si dijera que quizás queda menos del 1%”.
“En cuanto al precio, estaríamos probablemente hablando de miles de euros por pieza -aseguran-, algunas decenas de miles en algunos casos… pero el valor monetario es casi anecdótico para el patrimonio de una ciudad, la importancia de esas obras radica en que son de algunos artistas que seguramente pasarán a la historia, y ya no sólo a la del street art, sino la de la Historia del Arte. Además, también eran piezas muy valiosas, ya no desde un punto de vista documental de la evolución personal de cada uno de esos artistas, sino también desde el punto de vista de que muchos de los artistas que entonces colaboraban en piezas comunes sería muy difícil juntarlos hoy en día en obras semejantes”.
Multas de hasta 3.000 euros
El documental también refleja la situación actual, en la que pintar puede acarrear fuertes multas. “Depende –aseguran Gustavo y Aleix- de si estás pegando un poster o una pegatina o si estás pintando directamente en spray, pero de 800-1000€ por lo primero y hasta 3000€ lo segundo. Tampoco puedes pintar tu persiana si tienes un comercio. En teoría solo puedes pintarla hasta un 30% del total de su superficie con algo que tenga que ver con tu negocio. Ahora bien, si quieres pintarla toda con lo que te de la gana, tienes que pagar 1000€ y pagarte un arquitecto que te firme el proyecto y entonces si. Si no haces nada de todo esto y pasa un policía le cae multa al artista y multa al comerciante. Otra forma de control y de recaudar…”.
“Ilegalmente –continúan- puedes pintar donde quieras… legalmente sólo en algunos espacios relativamente periféricos con muros libres gestionados por iniciativas que apoyan el arte urbano que tienen buena relación con las sedes de distrito y que tienes que pedir un permiso para pintar. En el centro, centro, de la ciudad sólo hay un solo muro donde se pueda pintar bajo las mismas condiciones que acabo de explicar”.
También denuncian que no se pueda pintar pero sí cubrir la ciudad con carteles publicitarios o electorales. “Bueno, supongo que es una hipocresía, o directamente una privatización del espacio público al mejor postor. Deja claro qué voces pueden expresarse libremente en el espacio público y cuáles no”.
“El arte urbano no es el enemigo”
Mientras en Barcelona no parece que la situación vaya a cambiar en breve, otras ciudades no sólo permiten sino que incluso potencian el arte urbano. “Lo único que podemos decir –aseguran los documentalistas- es que ciudades como Berlín, Filadelfia, Lodz (Polonia), Toronto, algunos barrios de NY y cada vez más Lisboa están haciendo los deberes bastante bien en lo que se refiere a arte urbano. Aunque estoy seguro que me estoy dejando muchas ciudades…”
Preguntamos a los documentalistas qué queda de esa época dorada en Barcelona: “Quedan maravillosas trayectorias de artistas a nivel internacional, para muchos de ellos el poder haber vivido ese momento tan peculiar, muchísimos murales en sus espaldas…”
“En cuanto al talento –continúan- no es que se haya perdido es que no se ha dejado florecer en su máxima expresión, de lo que hubiera podido ser… Intenta promover una nueva generación de dibujantes sin lápices con los que dibujar. No digo que no haya artistas jóvenes que no tengan talento, lo que digo es que no hay tantos como debería teniendo el precedente que tenemos. Y claro, la prohibición y la tolerancia cero ha tenido mucho que ver con eso”.
Y sobre cómo es posible la convivencia del arte urbano: “Creemos –aseguran- que ya convive a pie de calle forzosamente, guste o no. Pero a nivel institucional queda muchísimo por hacer. Lo suyo sería normalizarlo, aceptarlo como lo que es, un potencial creativo y atractivo cultural indispensable para cualquier ciudad que quiera dar una imagen como dios manda en el siglo XXI. Entendiendo que el arte urbano no es un enemigo sino algo que puede ser un activo patrimonial excelente si se gestiona como debería”.
Para comprobarlo os recomendamos este estupendo documental que se estrena el 5 de febrero en Barcelona.
Un mural de Jorge Rodríguez-Gerada