'El ala rota', Antonio Altarriba reivindica a las mujeres españolas del siglo XX
- Tras contar la historia de su padre, en 'El arte de volar', Altarriba relata la de su madre
- Un cómic para el que vuelve a contar con la colaboración del dibujante Kim
Seis años después de El arte de volar (Premio Nacional de Cómic, 2010), la novela gráfica en la que el escritor Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) y el dibujante Kim (Barcelona, 1941) contaron la vida del padre del primero (anarquista, republicano y exiliado), la pareja publica El ala rota (Norma) en la que Altarriba narra la historia de su madre, una mujer que, como tantas otras, vivió en una época machista en la que prácticamente sólo podían aspirar a ser madres.
Estos dos libros forman un apasionante “díptico familiar” (como lo describe Altarriba), que es uno de los mejores resúmenes de la historia de la España del Siglo XX (desde la caída de la monarquía, la Segunda República, la Guerra Civil, la posguerra y la dictadura de Franco).
“Poco después de publicar El arte de volar –asegura Altarriba- una periodista me preguntó: ¿Y su madre qué? Eso me llevó a plantearme que el trato que daba a mi madre en ese libro era muy injusto porque la vinculé a valores muy religiosos y conservadores, en contrapunto de los ideales de mi padre, para que este último pareciese más heroico y épico”.
“Yo era como muchos hijos en ese sentido –continúa el escritor- hemos olvidado el papel de las mujeres que no eran feministas o reivindicativas. Las hemos olvidado y arrinconado, pero su labor fue fundamental”.
El ala rota
Curiosamente no fue hasta que su madre agonizaba, cuando descubrió que no podía desdoblar ni estirar el brazo izquierdo. Al parecer, “desde siempre”. “Ni siquiera mi padre lo sabía –comenta Altarriba- y eso habla mucho sobre la invisibilidad de las mujeres de aquella época, que se las apañaban para superar cualquier dificultad. Eran invisibles, al igual que ella había hecho invisible esa minusvalía”.
“El primer título que manejaba –confiesa el escritor- era La madre manca, que me gustaba mucho, pero El ala rota me permitía conectarlo con el primer libro (El arte de volar) y a la vez tenía una dimensión simbólica de esas mujeres a las que rompieron las alas para que no disfrutasen de la vida. Mi padre fue el que quería volar, el de los grandes sueños que nunca consiguió; mientras que mi madre fue saltando de una rama a otra, mucho más modestamente, y consiguió llegar más lejos”.
Pero… ¿cómo se rompió Petra ese brazo que no podía mover porque soldó mal? “En el libro cuento una hipótesis verosímil –asegura Altarriba-, porque lo único que conseguí sacar a mi madre fue que lo tenía así desde siempre. Así que relacioné eso con algo que me contaron ella y mi tía, que cuando nació, su madre (mi abuela) murió en el parto. Y su padre estaba tan enamorado que le echó la culpa a ella y la quiso matar. Sólo mi tía Florentina, que tenía 14 años por aquel entonces, se lo impidió cuando estaba a punto de golpearla con una piedra. Por eso le pusieron el nombre de Petra”.
“Y como hipótesis he añadido en el libro que durante ese forcejeo fue cuando el bebé, mi madre, pudo romperse el brazo –continúa-. Otra metáfora muy potente, que nada más nacer te corten las alas”.
Su madre fue testigo de una conspiración monárquica contra Franco
El abuelo de Altarriba era “el único republicano del pueblo” y, desde la muerte de su mujer, tuvo problemas con la bebida y su carácter irascible, hasta el punto de que sus tres hijos mayores se fueron de casa. Solo Petra cuidó de él cuando se quedó paralítico y hasta le salvó la vida cuando unos falangistas quisieron darle el "paseo".
Tras la muerte de su padre, Petra se marchó a Zaragoza a servir de criada y llegó a gobernanta en la Capitanía General, sirviendo a la familia del general Juan Bautista Sánchez González.
“Lo único que contaba mi madre de esa época es que la trataron muy bien en esa casa y que allí no apreciaban mucho a Franco –asegura Altarriba-. Pero cuando investigué descubrí que había muchas zonas oscuras sobre el final de ese personaje que demostraban que también hubo vencidos en el lado de los que ganaron la Guerra Civil”.
“Sánchez González –continúa el guionista- encabezó una conspiración para restaurar la monarquía y desalojar a Franco del poder. Y tener a mi madre a su servicio me permitía contar un episodio desconocido de la historia de España: la represión que sufrieron los del propio bando de Franco que pretendían hacerle sombra o, incluso, quitarle el poder, ya que muchos apoyaron el levantamiento del 36 para que volviese la monarquía, no para que Franco gobernase”.
“En ese sentido -añade Altarriba- se completa también el díptico con El arte de volar, que narra la historia de los que estuvieron contra Franco políticamente, el exilio, el retorno...”.
Uno de los momentos más curiosos del libro es cuando el entonces príncipe Juan Carlos se presenta a una misteriosa cena en casa de Sánchez González. Por cierto que el conspirador tuvo un misterioso final.
Dominada y castrada por los hombres
Otro de los temas del libro es la sumisión obligada que sufrió Petra. “La sumisión –comenta Altarriba- está presente en todo el cómic, e incluso reconozco mi parte de culpa en El arte de volar por quitar protagonismo a mi madre. Aquí, divido el libro en cuatro periodos fundamentales de la historia de mi madre, bajo el epígrafe de los cuatro hombres que la controlaron en cada momento, algo que no tenía nada que ver con las ideologías, porque mi abuelo era republicano y aun así era más machista que nadie. Y es que en esa época las mujeres no tenían casi derechos, no podían tener ni cuenta de ahorros. E incluso el tema de la violencia de género era una cosa muy extendida y silenciada por la sociedad”.
“Tras su padre, mi madre estuvo bajo la autoridad del general y luego bajo la de mi padre –continúa-. El hombre que menos autoridad ejerció sobre ella fue Emilio, un amante secreto que se echó en la residencia de monjas, a los 70 años y cuando ya estaba separada de mi padre, y que estaba rendido a sus pies. Yo creo que la hizo feliz porque le hacía gracia tener, por fin, un admirador incondicional. Y tener que verse a escondidas, como adolescentes, porque las monjas no permitían el contacto entre los ancianos de distinto sexo”.
“Mi madre fue feliz en la residencia y mantuvo su religiosidad hasta el final –asegura Altarriba- a pesar de que sufrió una decepción al comprobar que las monjas que la cuidaban eran humanas y estaban sometidas a las mismas pasiones y riñas que los demás mortales”.
El sexo de nuestros padres
El guionista no muestra ningún reparo a la hora de retratar la vida sexual de sus padres, pues lo considera fundamental para entender sus vidas, marcadas por las dificultades económicas. “Después de que yo naciese, mi madre se negó a volver a tener relaciones con mi padre porque le dijeron que si tenía otro hijo corría el riesgo de morir en el parto, como le pasó a mí abuela. Aunque yo creo que la auténtica razón por la que no volvió a tener relaciones es que mi madre veía el sexo como un tributo obligado; para que el hombre se desfogase. Algo que no repercutía en ningún tipo de placer para la mujer”.
“En esa época –continúa- la sociedad machista y católica admitía que el hombre echase sus canitas al aire pero veía con muy malos ojos lo contrario. Incluso estaba mal visto que la mujer disfrutase con el sexo. Eso, unido al escaso conocimiento de la sexualidad hacía que el hombre fuese a lo suyo y que no se preocupase por el placer de la mujer”.
“El caso de mi madre fue muy radical –comenta el guionista- porque decidió prescindir completamente del sexo. Pero también es significativo de una actitud generalizada y del escaso placer que se dejaba experimentar a la mujer”.
Un gran dibujante
Kim (Martínez el facha) tardó más de cuatro años en completar El arte de volar, tiempo que ha reducido a año y medio para El ala rota. “En el primer libro –asegura Altarriba- Kim se enfrentó a un dibujo realista. E hizo un gran trabajo, minucioso y detallista, pero le costó asimilarlo”.
“Ahora –continúa- ya tenía el estilo pillado y, además, no tenía que compaginarlo con las dos páginas semanales de Martínez el facha para El Jueves (la serie se dejó de publicar el año pasado). Por eso ha tardado bastante menos y creo que ha realizado las mejores páginas de su vida. En estas páginas está el mejor Kim”.
Tras completar este díptico sobre sus padres, Altarriba asegura que ya no volverá sobre la historia familiar: “No os preocupéis, no voy a contar mi vida. De momento estoy promocionando El ala rota en Francia y España y tengo un proyecto con Keko que os avanzo en primicia, lo llamo La trilogía del Yo”.
“Después del éxito de Yo, asesino (Norma) estamos trabajando en Yo, loco y Yo, mentiroso, que siguen el mismo esquema, con un protagonista con un discurso interior muy potente, reflexiones sobres la condición humana y una intriga de serie negra”.
“En Yo, loco –continúa- hablamos de los nuevos trastornos mentales. En 1946 la OMS tenía catalogadas 94 enfermedades mentales, mientras que actualmente superan las 400. Casi podríamos asegurar que se trata de una conspiración de las farmacéuticas”.
“Y en Yo, mentiroso, el protagonista se enfrenta a un mundo actual en el que la proliferación de la información no nos ha llevado a la libertad sino todo lo contrario, nos ha empujado a la manipulación. Un tema que creo que nos va a dar mucho juego·”.