'X-Men: Apocalipsis', Bryan Singer firma la entrega más catastrofista de los superhéroes mutantes
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Bryan Singer es el guardián cinematográfico de los X-Men. En 1996 firmó el contrato para dirigir la primera adaptación en la pantalla de los superhéroes mutantes de Marvel (X-Men, 1999) y 20 años después tiene lista su cuarta película de la franquicia: X-Men: Apocalipsis', la más catastrófica, mitológica (y ochentera) de la saga, que se estrena el 20 de mayo en España y medio mundo.
En un encuentro con prensa internacional en Londres, Singer (Nueva York, 1965) defiende a los superhéroes como la mitología de nuestros días. Aunque su labor como director y productor se multiplica (afirma que nunca se va de vacaciones sin un guionista en la maleta con el que trabajar al menos dos horas diarias), reconoce que nunca ha abandonado el universo X-Men, “He dedicado gran parte de mi vida y estoy orgulloso. Amo el reparto joven, el reparto adulto y los personajes”.
Tras la jugada (o mutación) de rejuvenecer la franquicia con actores jóvenes, regresando en la trama a 1963 (X-Men: primera generación, 2011), Singer volvió a tomar el mando en X-Men: Días del futuro pasado (2014) y ahora enlaza todo el ciclo por la mitad. “Esta película es el clímax de seis películas y un camino lógico para este grupo de personajes. Es la conclusión de muchas películas, pero también el nacimiento de los auténticos X-Men”, explica Singer, que continúa con la fórmula de multitud de personajes, ritmo frenético y elaborados efectos especiales.
Si en Días del futuro pasado había que conjurar la amenaza del futuro, en X-Men: Apocalipsis, el peligro surge del pasado. El primer mutante de la historia, Apocalipsis (Oscar Isaac), permanecía encapsulado y durmiente desde los tiempos del Antiguo Egipto, en los que era considerado una deidad. Cuando despierta en 1983 encuentra un mundo obsesionado con el capitalismo y al borde la guerra nuclear. Siente que su rebaño ha errado el camino. Tanto, que decide que para la humanidad es mejor empezar de cero.
“Había que entender cómo se comportaría un personaje que se cree un dios”, explica el cineasta sobre el megavillano interpretado por el guatemalteco Isaac (elegido según Singer porque es “étnicamente global”). “Junto a Oscar estudiamos religiones, sectas y cultos, y no sumergimos en su funcionamiento, porque los líderes de sectas muchas veces creen poseer algún tipo de divinidad”. Apocalipsis apareció por primera vez en un cómic de 1986.
¿Y dónde están los mutantes habituales? Magneto (Michael Fassbender) esconde sus poderes tras una existencia anónima de metalúrgico en Polonia; Mistica (Jennifer Lawrence) permanece solitaria y atormentada; y Charles Xavier (James McAvoy), junto a La Bestia (Nicolas Hoult), tiene su Escuela Xavier para Jóvenes Talentos repleta de mutantes.
Apocalipsis, poseedor de poderes extraordinarios incluso para un mutante, comienza la búsqueda de acólitos para iniciar su destrucción del mundo. La cosa se pone fea cuando recluta a Magneto.
“El gran desafío era colocar a Magneto en un lugar tan desesperado que se rindiera a la persuasión de Apocalipsis”. El personaje, de hecho, parece el verdadero héroe trágico de la película, con un arco dramático casi shakespereano que sienta a Fassbender mejor que el casco de Magneto.
“Es verdad que tiene el viaje más profundo, pero también ocurre con los personajes de Jennifer Lawrence y James McAvoy, porque tienen dos ideologías opuestas sobre cómo debería avanzar el mundo ahora que el mundo sabe que existen los mutantes”.
‘Cómo debería avanzar el mundo’ es la llave de una cinta con muchas referencias políticas y religiosas. X-Men siempre será una alegoría sobre la intolerancia y la opresión. “La naturaleza humana siempre se asusta de lo que no entiende”, explica Singer que recuerda el origen de los personajes creador por Stan Lee y Jack Kirby en 1963 estaban ligados “a los movimientos por los derechos civiles y a la Guerra Fría”.
Combinado con ese marco trágico, se intercala la parte más cómica, que homenajea a los años 80, de los nuevos miembros de la Escuela Xavier. Jean Grey (Sophie Turner), con su poder telepático; Cíclope (Tye Sheridan), con sus rayos ópticos; Quicksilver (Evan Peters) y su velocidad extrema; un joven y asustadizo Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee) que experimenta con el teletransporte, y Júbilo (Lana Condor) con sus explosiones.
No faltan guiños claves del universo X-Men como la liberación de Lobezno (Hugh Jackman) del proyecto Arma X o la explicación de la alopecia de Charles Xavier.
Sin entrar en spoilers, el nivel de destrucción supera el habitual estandar de monumentos de grandes ciudades y aledaños para recordar al de la actual Guerra de Siria. Una referencia obvia pero, según Singer, no buscada.
“El mundo siempre está siendo destruido. Nunca hago referencias en estas películas porque suceden en nuestro universo, pero no voy a mentirte: cada vez que veo una ciudad en ruinas, llena de víctimas, me siento muy afectado y me pregunto: ¿por qué tiene que pasar algo así?”.
Mientras, pone rumbo a 20.000 leguas de viaje submarino, su nuevo proyecto, y no descarta regresar a X-Men para que no ocurra como en X-Men: la decisión final (2006), la única entrega en la que no participó y a la que ataca sin piedad con indirectas en su película. El productor Simon Kinberg ya ha anunciado que el nuevo X-Men transcurrirá en los años 90.
Sobre la saturación de superhéroes en la cartelera, Singer mira el lado positivo, pero no esconde las consecuencias negativas. “Es guay para los espectadores, porque con los efectos especiales puedes hacer cosas que antes no podías. Pero también me preocupa porque como amante también del cine independiente, internacional y estadounidense, me gustaría que todos pudiéramos colocar nuestros productos. No me gusta que las películas de superhéroes dominaran cada pantalla. Sería una pena”.