Lorenzo Vigas: "En Venezuela vivimos una crisis de comunicación entre las clases sociales"
- El cineasta estrena Desde allá, ganadora del León de Oro en el último Festival de Venecia
- Una poderosa narración sobre la relación de un hombre adulto y un joven marginal
- RTVE.es entrevista al director
Un introvertido hombre adulto ofrece dinero a jóvenes marginales de Caracas para que vayan a su casa. 'Mirar, no tocar', es la única norma de sus austeros encuentros sexuales. Con esa sencilla y cruda premisa arranca Desde allá, la película que el pasado septiembre se convirtió en la primera película latinoamericana en lograr el León de Oro del Festival de Venecia. Y con ese aval llega a las pantallas españolas el 22 de junio.
Su director, el debutante venezolano Lorenzo Vigas, promociona estos días en Madrid una película con muchos componentes ligados a la actualidad (Venezuela, homofobia) pero que esencialmente una tensa, poderosa y basculante relación de personajes sobre el eje dominación-sumisión filmada de modo absorbente.
“Es un drama pero también un thriller en cierto sentido, lo interesante es moverse entre géneros”, explica Vigas en una entrevista para RTVE.es. “Para mí no es una historia de homosexuales, es una historia de carencias emocionales, pero también de lucha de poder en el contexto de un país con una crisis de comunicación como la que se está viviendo actualmente en Venezuela”.
Vigas (Mérida, 1967) no arrastra la clásica trayectoria de un cineasta: del windsurf saltó a la biología molecular que estudió y enseño hasta que un día dijo basta para recuperar la vieja pasión que compartía cada noche con su padre: el cine. Trabajando para la cerrada Radio Caracas conoció y entabló amistad con el guionista mexicano Guillermo Arriaga, que participa en el tratamiento del guion de Desde allá.
En Venezuela, Lorenzo Vigas era hasta ahora el hijo de Oswaldo Vigas, uno de los artistas plásticos más importantes del país latinoamericano. La figura paterna en su caso no es una sombra, sino hombros de un gigante y su influencia se filtra en el estilo de Desde allá, realista y formalista al mismo tiempo.
“Crecí rodeado de pinturas y para mí las artes plásticas son importantes. Me gusta mucho la fotografía, pero aparte de la parte plástica, está la parte humana: mi padre es mi principal inspiración desde todo punto de vista. Me cuesta hablar de esto porque es muy importante para mí”, dice. Curiosamente, Desde allá comparte con el único cortometraje de Vigas (Los elefantes nunca olvidan, 2004) el trauma de la ausencia paterna como motor de la historia.
“No puedo explicar por qué es una obsesión, porque en mi caso fue todo lo contrario: una relación muy afectiva. Mi forma de trabajo es muy inconsciente, pero creo que tiene que ver el arquetipo latinoamericano del padre que no está. En las sociedades latinoamericanas son las madres las que crían a los hijos, pero el poder del macho es muy importante. Y como no está en casa, lo queremos encontrar en el caudillo, en Chávez, en Perón. Estamos esperando una figura salvadora”.
Una metáfora sobre Venezuela no buscada
La historia de Desde allá quizá podría situarse en muchas otras ciudades, pero está impregnada de la realidad caraqueña. Una urbe que Mariana Rondón, directora venezolana de Pelo Malo, definía como una ciudad cargada de testosterona.
“La definición se adapta perfectamente a Desde allá”, asiente Vigas. “Estamos viviendo una crisis de comunicación entre las clases. La falta de tolerancia empieza por una falta de comunicación. Ya no hay diálogo ni entre las clases sociales ni entre el Gobierno y el pueblo”, analiza Vigas. “Y el personaje de Armando no tiene comunicación emocional con la gente: aunque no era mi intención, me he dado cuenta que es una metáfora para la situación actual”.
Con Pelo Malo, y Azul y no tan rosa (las únicas películas venezolanas estrenadas en España en los últimos años) coincide en mostrar una homofobia que eleva a rasgo universal asociado al miedo y al cerebro reptiliano.
“Hay mucha homofobia en Latinoamerica, pero está presente en todo el mundo como demuestra lo que ha ocurrido en Orlando. Los impulsos más básicos, como el impulso racial de la homofobia, aparecen en los momentos de mucha tensión. Y no solo Latinoamérica, sino la sociedad mundial, está en una gran tensión.
Vigas recurrió a la solidez del actor chileno Alfredo Castro y a Luis Silva, un actor no profesional con mucha calle. Y, para que el contraste de ambos jugara a favor de la tensión de los personajes, no se conocieron hasta la primera escena que rodaron juntos, sin ensayo previo alguno.
“Se hicieron muy amigos. Luis viene de un sitio muy duro, todos sus primos han sido asesinados y es probable que él estuviera muerto si no hubiese hecho la película. Eso es una realidad. Ahora está en EE.UU. estudiando inglés, quiere ser actor, y estoy seguro que lo va a conseguir porque es un talento descomunal”.
Desde allá se estrena el 22 de junio en España, pero en Venezuela tendrá que esperar hasta el 2 de septiembre debido a los problemas de suministro eléctrico que sufren también las salas cinematográficas.