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La UE se hace la dura para frenar al populismo

  • Los líderes de la UE se reúnen en Bratislava con el Brexit como punto del día
  • Entre sus prioridades, aplacar los populismos y contener el ejemplo británico
  • La gestión de los refugiados y la lucha antiterrorista también marcan la agenda

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Las banderas de la UE y Eslovaquia ondean en Bratislava en la víspera de la cumbre europea
Las banderas de la UE y Eslovaquia ondean en Bratislava en la víspera de la cumbre europea

Los líderes de la ‘Unión Europea menos el Reino Unido’ se reúnen este viernes en Bratislava para reflexionar sobre el futuro de su abollado proyecto común. La idea es reconducir la UE hacia políticas más duras en materia de inmigración y seguridad, para intentar calmar al ciudadano asustado y evitar que el brexit se contagie.

“Sería un error fatal pensar que el brexit es una cuestión sólo británica”, advierte el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la carta con que ha convocado la cumbre. “Es un intento desesperado de responder a las mismas preguntas que se hacen también millones de europeos”, apunta.

Los atentados terroristas que sacuden Europa desde 2015; el descontrol de la crisis de refugiados; el empobrecimiento de las clases medias por la crisis y la globalización. Son procesos diversos pero forman un cóctel tóxico que está cebando a los partidos xenófobos y antieuropeos, y diluyendo la confianza del ciudadano en las instituciones de Bruselas.

“La seguridad se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de los europeos”, constata el investigador del Real Instituto Elcano Salvador Llaudes en el programa Cinco Continentes de RNE. “Y eso se mezcla con el descontrol de un mundo más competitivo, en que la gente ha perdido certidumbres y busca culpables. La UE es a menudo su chivo expiatorio”.

Juncker considera que el 'brexit' no es una amenaza para la Unión Europea

La gestión del miedo y la aceptación de la solidaridad

El diagnóstico se comparte en los despachos del Justus Lipsius –sede del Consejo de la UE–. “Tenemos que convencer a la gente de que hemos escuchado sus miedos”, insiste uno de sus altos funcionarios.

Incluso el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, europeísta de la vieja escuela y promotor del fallido programa europeo de acogida a los refugiados, acepta ahora que el péndulo está girando. “La solidaridad no se puede imponer”, reconocía este miércoles, rindiéndose ante la negativa de los estados de Visegrado (Hungría, Polonia, Chequia, Eslovaquía) a acoger a una sola de las familias huidas del infierno sirio.

A renglón seguido, Juncker pasaba a enumerar medidas contra la inmigración irregular y el terrorismo: guardia común de fronteras; despliegue de agentes europeos entre Hungría y Turquía; nuevos sistemas de control en las aduanas externas de la unión.

Es el ambiente en Bratislava. El diario Financial Times, británico pero hegemónico en el barrio europeo de Bruselas, va más lejos y sugiere establecer límites a la libertad de circulación de los trabajadores dentro de la Unión en su editorial publicado este jueves. Una idea que el ex primer ministro David Cameron ya dejó en herencia en su última cumbre en Bruselas y que también impulsan algunos centros de estudios conservadores en Alemania. Pero que ningún líder europeo en ejercicio ha recogido hasta ahora.

Mientras, para superar el trauma británico, Francia y Alemania han desempolvado el proyecto de la Defensa europea. No tiene nada que ver con la cuestión migratoria, pero parece responder a la misma inquietud por la seguridad que recorre el continente. La UE busca ‘hard power’ (poder duro) para convencer al votante de a pie de que sabe protegerle.

Tess Asplund y un grupo de neonazis en la localidad sueca de Borlänge

Guerra política en Europa

La nueva orientación política se explica en parte por un calendario electoral plagado de minas en los próximos doce meses. Se trata de disputarle el terreno a los partidos populistas antieuropeos espoleados por el brexit. Será una guerra política europea.

En Francia, los sondeos sitúan a la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, en segunda vuelta de las presidenciales; en Holanda, el xenófobo Partido por la Libertad, de Geert Wilders, lidera las encuestas; en Austria, el candidato de otro Partido por la Libertad, Norbert Hofer, apodado el Donald Trump europeo, lleva camino de alcanzar la presidencia de la república.

En Alemania, la situación no es tan extrema. A un año de las elecciones, el liderazgo tranquilo de Angela Merkel no parece amenazado. Pero en unas recientes elecciones regionales, el partido xenófobo Alternativa para Alemania ha conseguido el hito de superar a la CDU de la canciller.

En Hungría, el primer ministro, Viktor Orban, espera reforzar su liderazgo carismático y nacionalista este 2 de octubre con un referéndum de tono capcioso: “¿Quiere usted que la UE obligue a Hungría a acoger inmigrantes?”. Orban espera que los húngaros le den la razón y digan ‘no’. Mientras se jacta de que su “contrarrevolución cultural” –en expresión propia– avanza en Europa.