Capitán Trueno, el héroe que desafió a Franco y descubrió el mundo a una generación
- El Círculo de Bellas Artes analiza el célebre cómic de Víctor Mora y ‘Ambros’
- Una exposición que muestra las fuentes literarias y los paisajes arquitectónicos del cómic
Las aventuras del Capitán Trueno, publicadas por Bruguera entre 1956 y 1968, llegaron a vender 350.000 ejemplares a la semana. Unas cifras mareantes para los estándares actuales que dan cierta idea del fenómeno de masas de la historieta y su impacto en el imaginario colectivo de varias generaciones. Con el objetivo de recordar, analizar y también vindicar el cómic de aventuras español más célebre, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha organizado la exposición 'El capitán Trueno. Tras los pasos del héroe' (del 10 de octubre al 29 de enero de 2017).
El Capitán Trueno es también la insólita hazaña de Víctor Mora, su guionista recientemente fallecido. Un militante del Partido Comunista, encarcelado y exiliado, que, como decía Vázquez Montalván, colocó “un mensaje progresista en la ortodoxia franquista”. Trueno, dibujado por Miguel Ambrosio 'Ambrós', era un héroe que desafiaba a caudillos con la idea fija de la justicia universal.
“En los años 50 no había televisión, el único medio de difusión masivo era la radio y la prensa escrita, en una España semianalfabetizada, era escasa”, analiza el filósofo Patxi Lanceros, comisario de la muestra. “Y es cierto que Trueno era el producto de un viejo comunista como Víctor Mora, un personaje nucleado en torno al anhelo de justicia y la lucha contra la explotación”.
Trueno estaba (a veces) a salvo de la censura porque era un muy cristiano caballero cruzado, pero en sus páginas no solo se filtraba un fondo político. La muestra hace hincapié en las variadas fuentes literarias de las que bebían sus guiones, los paisajes reales e imaginarios que le daban forma, y la tecnología histórica y futurista (para un ambientación mediaval) que utilizaban Trueno, Goliath, Crispín y Sigird.
“Las influencias literarias en el guion son de todos los ámbitos imaginables: desde el La Illiada, La Odisea, las sagas nórdicas o los vedas, hasta Melville, Dumas, Stevenson o Marco Polo”, describe Lanceros. “Con toda seguridad, por las condiciones culturales de los 50 y 60, muchos niños y jóvenes fueron nutriéndose de argumentos de la gran literatura sin saberlo”.
El cómic era, literalmente, una ventana al mundo. “En una España muy cerrada a cualquier tipo de influencia exterior, con poco canales visuales para ver el exterior, muchos recordamos que las primera imágenes que vimos de la Gran Muralla china, de las pirámides de Egipto, de Chichén Itzá, o de tantas arquitecturas, espacios naturales, sabanas o desiertos, fue a través del capitán Trueno”.
Sin pretenderlo, la muestra coincide con el 60 aniversario del Capitán Trueno y con el fallecimiento este año de Víctor Mora. Aunque no pretende ser “una muestra para nostálgicos”, sí espera ser una pequeña ventana para que las generaciones más jóvenes.