La magia cósmica de Carl Sagan
- Se cumplen 90 años del nacimiento del mayor divulgador científico del siglo XX
- La fama le llegó sobre todo por su serie televisiva documental Cosmos
- Promovió el proyecto SETI para la búsqueda de inteligencia alienígena
- Fue artífice de varios mensajes dirigidos a posibles civilizaciones extraterrestres
Los capítulos de Cosmos:
1. En la orilla del océano cósmico
2. Una voz en la fuga cósmica
3. La armonía de los mundos
4. Cielo e infierno
5. Blues para un planeta rojo
6. Relatos de viajeros
7. El espinazo de la noche
8. Viajes a través del espacio y el tiempo
9. La vida de las estrellas
10. El filo de la eternidad
11. La persistencia de la memoria
12. Enciclopedia galáctica
13. ¿Quién habla en nombre de la Tierra?
Al principio del capítulo 1 de Cosmos, tras entregar al viento una semilla de diente de león, nos invitaba a acompañarle en un viaje fascinante por el Universo. Enamorado de la ciencia, se empeñó toda su vida en hacerla accesible al gran público. En su última entrevista televisiva, grabada meses antes de su muerte hace veinte años, nos alertaba de los riesgos de una sociedad basada en la ciencia y la tecnología donde nadie supiera de ellas: "Antes o después, esta mezcla combustible de ignorancia y poder nos explotará en la cara". Un año antes también profetizaba en su último libro, El mundo y sus demonios, que si no preservamos el espiritu crítico y el escepticismo, "estamos a disposición del primer charlatán que nos pase por delante".
El astrofísico, cosmólogo y comunicador Carl Sagan vino al mundo el 9 de noviembre de 1934 en el barrio neoyorquino de Brooklyn, en el seno de una familia judía de modesta condición: hijo de un inmigrante ucraniano y de una mujer de Nueva York. Aunque sus progenitores no eran científicos, él afirmaba que le enseñaron dos cosas a su juicio fundamentales para el ejercicio de la ciencia: el escepticismo y la capacidad de asombro. La visita a la Exposición Mundial de Nueva York de 1939, con solo cinco años de edad, fue un hecho crucial en su vida. No tardó en leerse un libro de Astronomía (prestado de la biblioteca pública) y en hacerse una pregunta que le rondaría hasta el final de sus días: “¿Estamos solos en el Universo?”.
Tras graduarse en Física en la Universidad de Chicago, en 1957 se casó con la bióloga Lynn Alexander (otra estrella de la ciencia, más conocida como Lynn Margulis por tomar el apellido de su segundo esposo), con quien tendría dos hijos (uno de ellos, el escritor Dorion) antes de divorciarse en 1963. Cinco años más tarde contrajo nupcias con Linda Salzman, fruto de cuya relación fue otro hijo: el escritor y guionista Nick. Llegó a tener cinco, sumando los dos niños nacidos durante su tercer matrimonio.
Coinciendo con su estancia como investigador en la Universidad de Berkeley, publicó en 1961 un trabajo sobre la atmósfera de Venus que apuntaba la existencia allí de un fenómeno de "efecto invernadero" mucho más intenso que en la Tierra: de ahí las altas temperaturas en su superficie. Pero fue Marte el primer planeta sobre el que puso su atención en busca de posible vida extraterrestre. Durante su posterior etapa en Harvard se esforzó en llevar al campo científico -y, asimismo, en divulgar al gran público- esa búsqueda de vida fuera de la Tierra, lo que le causó varios desencuentros con la comunidad académica: su no renovación en 1968 en la prestigiosa universidad radicada en Massachusetts parece relacionada con ese afán. Marchó entonces a Cornell, donde fue nombrado director del Laboratorio de Estudios Planetarios: allí pasó la mayor parte de su carrera profesional. En 1976 vivió con gran expectación el amartizaje del Viking 1, esperanzado en que pudiera aportar información sobre hipotética vida marciana.
Un comunicador apasionado y apasionante
En su faceta de divulgador, Sagan publicó libros de gran éxito editorial como Los dragones del Edén (1977) y El mundo y sus demonios (1995). Sin embargo, la fama le vino sobre todo por la serie televisiva documental Cosmos, de la que fue locutor y coguionista. Emitida en EE.UU. en 1980 (en España, a través de TVE, en 1982), sus trece capítulos hicieron de ella no solo la producción más vista en la historia de la televisión pública estadounidense sino todo un fenómeno mundial con más de 500 millones de telespectadores en más de 60 países. También escribió una novela de ciencia-ficción: Contact, que fue llevada al cine en 1997 con Jodie Foster como actriz protagonista. En Contact, Sagan imagina el primer contacto entre la humanidad y una civilización extraterrestre. Ese sueño lo llevó a ser uno de los principales promotores del proyecto SETI de búsqueda de inteligencia alienígena.
Como profesional de la ciencia, fue pionero de la exobiología (estudio de los procesos conducentes al origen, distribución y evolución de la vida en cualquier lugar del Universo). También se destacó como el artífice de varios mensajes dirigidos a posibles inteligencias de otros mundos, que fueron lanzados al espacio por las sondas Pioneer (1972 y 1973) y Voyager (1977): el primero de ellos (la Placa Pioneer) incluye información del aspecto físico de los humanos -algunos le criticaron por exhibir las figuras desnudas de un hombre y una mujer- y de nuestra ubicación en la galaxia; el segundo (los Discos de Oro Voyager) es una cápsula de tiempo con sonidos e imágenes grabados en la Tierra, entre los que se encuentran saludos en sesenta idiomas y una selección musical.
Su calendario cósmico
Una de las ideas más originales y creativas de Carl Sagan fue el calendario cósmico: una compresión de toda la historia del Universo en doce meses, a semejanza de un calendario, que nos permite poner en sus justos términos no solo la duración de nuestras vidas sino la de toda la humanidad desde su surgimiento. Todo empezó el 1 de enero con el Big Bang. Puesto que cada mes del calendario sería equivalente a unos 1.150 millones de años, a finales de septiembre fue cuando apareció la vida en la Tierra. Los mamíferos nacieron el 26 de diciembre, los dinosaurios se extinguieron el 30 de diciembre y los primeros homínidos surgieron pasadas las nueve de la noche del 31 de diciembre (estrictamente Sapiens desde las 23:52 horas). Toda una cura de humildad para rebajar nuestro ego de seres autoproclamados como elegidos.
“Para mí es mucho mejor captar el Universo como es en realidad que persistir en el engaño, por muy satisfactorio y reconfortante que sea“
Sagan fue también un activista que alertó del riesgo de una guerra nuclear y se opuso a las pruebas atómicas en su país. Hizo campaña contra los CFCs, responsables de la destrucción de la capa de ozono, y criticó el parón en la exploración espacial de la NASA por los recortes en su financiación. Entre los premios que recibió se incluyen galardones tan variados como un Pulitzer por su libro Los dragones del Edén y dos Emmy por Cosmos.
Como buen científico, no dejó de luchar hasta el final de su existencia (el 20 de diciembre de 1996 en Seattle, a causa de una neumonía, tras tres años padeciendo una mielodisplasia) contra la pseudociencia, la superstición y el autoengaño religioso: "Para mí es mucho mejor captar el Universo como es en realidad que persistir en el engaño, por muy satisfactorio y reconfortante que sea", se lee en otro pasaje de El mundo y sus demonios. Según su tercera y última esposa, Ann Druyan (coguionista de Cosmos, con la que se casó en 1981), Sagan abandonó el mundo con coraje y sin recurrir al comodín del autoengaño.