Los diez mejores momentos de los Goya 2017
- El cine español se reivindica desde el orgullo en la gala más ágil de los últimos años
- Emma Suárez, J.A. Bayona y Carlos Santos, entre los premiados más emocionados
- Todos los ganadores de los Goya 2017
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Yvonne Blake había prometido austeridad, humor, buen ritmo y no demasiadas reclamaciones políticas. Y cumplió. Fue una gala presidida por la Film Symphony Orchestra literalmente: los 70 músicos de la filarmónica ocupaban casi dos tercios del escenario, reduciendo su tamaño al de galas de otras décadas.
La ceremonia, que fue vista en La 1 por una media de 3,6 millones de personas y un 23,1% de cuota de pantalla, coincidía con el Día mundial contra el cáncer, y el combate contra la enfermedad estuvo presente en la emocionante dedicación de Carlos Santos, en las alusiones de Dani Rovira, y en el discurso de J.A. Bayona, cuya cinta Un monstruo viene a verme está marcada por la enfermedad.
Pero, como siempre, no faltaron las emociones de los premiados, el humor de Dani Rovira y los imprevistos del directo.
Las cinco mujeres de Raúl Arévalo
Fue el primer Goya de la noche, uno de los más cantados. La mejor dirección novel para Raúl Arévalo por Tarde para la ira no sorprendió ni al propio director cuyo discurso preparado se volvió emocionante cuando dedicó la estatuilla a sus cinco mujeres: “Mi madre; mi hermana Tamara; Alicia; Melina, mi amor; Beatriz Bodegas (productora de su película)”.
En su premio a mejor guion, dejó todo el protagonismo a su amigo coguionista David Pulido, y el de mejor película lo recogía la aludida Bodegas, Así que Arévalo dejó todo dicho al principio: "Gracias por quererme tanto".
Bayona, un tierno monstruo
Llovían los premios y caían las lágrimas. Mejor fotografía, mejor maquillaje y peluquería, mejor dirección artística, mejor diseño de producción, mejores efectos especiales, mejor sonido, mejor montaje... El equipo de Un monstruo viene a verme levantaba Goyas y Bayona, cada vez más emocionado, dejaba claro que si todo el mundo habla bien de él es por algo: un gran cineasta y un tipo genial.
Histórico doblete de Emma Suárez
“¿Qué está pasando esta noche?”, decía con su segunda estatuilla. Emma Suárez igualó la hazaña de Verónica Forqué en 1987: ganar Goyas a mejor actriz y a mejor actriz de reparto. Agradeció a Isaki Lacuesta su papel en La Propera Pell, una película “sobre la necesidad de amar”.
Y se deshizo cuando Pedro Almodóvar le entregó su recompensa por interpretar a Julieta. Para el manchego tuvo mucha cal (“Gracias Pedro por este personaje”) y un poco de arena (“y por ser tan difícil a veces”). Almodóvar se encogía de hombros con una sonrisa.
El beso de Rovira y Elejalde
Con Twitter, ebrio y sobrio, aguardando, Rovira aprobó en su monólogo inicial. Estuvo siempre seguro, y aunque algunos chistes fallaron en sus distintas intervenciones, resolvió con soltura la presión del cargo.
A falta de un gran beso improvisado, el mejor de la gala estaba guionizado: el sketch junto a Karra Elejalde (su compañero en 100 metros) y Antonio de la Torre.
Silvia Pérez Cruz canta a los desahuciados
Como si fuera Jorge Drexler en los Oscar, Silvia Pérez Cruz aprovechó el atril para cantar lo que la gala no preveía. Goya en mano, interpretó Ai ai ai, el lamento de los desahuciados de Cerca de tu casa premiado como mejor canción. Y mandó callar a toda la orquesta para poder interpretar el estribillo de letra inconclusa: “no hay tanto pan, no hay tanto pan…”
Carlos Santos contra el cáncer
Carlos Santos es todo menos una revelación, pero, cosas de las categorías, obtuvo un merecido premio a mejor actor revelación por encarnar a un Roldán fugado en París en El hombre de las mil caras.
Serio, Santos tenía la cabeza en lugares más importantes que una estatuilla: “La Academia nos pidió a todos que elaboráramos un discurso, yo empecé a elaborarlo pero todo cambia. Esta noche debería estar aquí mi hermana Laura y, en el día mundial del cáncer, no puede. Laura, este premio es para ti", ha afirmado.
Dani Rovira vs. Hermanos Almodóvar
El clásico momento de las puyas del presentador a la platea brilló con los hermanos Almodóvar. “Muy buena la de Psicosis”, le dijo Rovira a Agustín y “¿Qué tal se ve la gala en 3D?” a Pedro, en alusión a sus gafas de sol. Las réplicas de Almodóvar, pena, no las recogía ningún micrófono. Luego, cantó a Penélope Cruz, un running gag de pasadas galas.
Reivindicando desde el orgullo
Mariano Barroso, vicepresidente de la Academia de Cine, expuso las cifras con claridad: “el cine español ha recaudado 516 millones de euros en 2016. El estado ha ingresado 105 millones en concepto de IVA. El presupuesto del Estado en ayudas al cine ha sido de 77 millones, luego el Estado ha ganado 28 millones de euros con el cine español”. También se recordó que en cuatro de los últimos cinco años la película más vista en España ha sido española.
Bayona, con su argumento de autoridad taquillera, y su Goya a la mejor dirección, apostilló más tarde: “La cultura es necesaria, sin la cultura no podríamos expresar quienes somos. Y hay que apoyarla. Todos”.
Sorogoyen, aguador de Ana Belén
Ana Belén cumplió con todas las pautas de un Goya de Honor. Saldó las deudas de agradecimientos con sus primeros maestros, especialmente con Miguel Narros; alabó su profesión y lamentó sus sombras, como la precariedad laboral (“una profesión que no se merece tanto desprecio de sus gobernantes”) y la poca presencia de las mujeres en el sector. Y concluyó con una declaración de amor a Víctor Manuel: “Sin ti, la vida hubiera sido muy diferente e infinitamente peor”.
A mitad de su discurso se le secó la boca e imploró un poco de agua. La organización no lo tenía previsto, pero Rodrigo Sorogoyen saltó rápidamente para acercarle su botella.
Roberto Álamo, portavoz de los actores sin trabajo
El Goya a mejor actor por Que dios nos perdone no quiso quedarse corto: repartió hermosos elogios a sus rivales, coronó a Rodrigo Sorogoyen como “uno de los mejores directores del mundo”, manifestó amor por sus familiares y, para finalizar, dedicó el premio a todos los actores y actrices del país, pero en especial a todos los que no tienen trabajo: “nos encontraremos algún día en un escenario y nos diremos todas las verdades".
El fuego lo había abierto poco antes Daniel Guzmán, que rompió el protocolo de entregadores para lamentar que solo el 8% de los actores pueden vivir de su trabajo. Cifra que repitió con asombro Emma Suárez desde el escenario.