El arte de lo diferente
- Gibson, Chazelle, Jenkins, Lonerga y Villeneuve, los candidatos
- Un año más faltan mujeres candidatas al Oscar a dirección
Un año más, en la carrera por conseguir un Oscar faltan mujeres en la dirección. De nuevo, son cinco hombres los que ocupan este apartado. Y, de nuevo, no está de más insistir en que faltan mujeres en la dirección (la última candidata femenina fue Kathryn Bigelow en 2010 con En tierra hostil, premio que ganó convirtiéndose en la primera mujer directora en hacerlo, y única hasta el momento).
Hasta que podamos abrir esta categoría con algún nombre en femenino continuamos analizando en masculino singular la presencia de estos directores nominados al Oscar, todos ellos en géneros muy diferentes. Desde el musical hasta el cine bélico pasando por el drama, la ciencia ficción o la realidad social.
El Mel Gibson de siempre, diez años después
Mel Gibson está nominado por un drama bélico basado en un hecho real. Hasta el último hombre es la historia de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia, que participó en la II Guerra Mundial sin utilizar una sola arma, pero salvando a 75 soldados compañeros del batallón al que pertenecía y que luchaban contra los japoneses.
Han pasado diez años desde que Mel Gibson dirigiera su última película Apocalypto. Ahora vuelve a lo grande, “dando guerra” como solo él sabe hacerlo. Y nos mete en una historia en apariencia simple y sencilla de un joven sin apenas pretensiones que se convierte en todo un héroe en una guerra donde no mata a nadie. Y de nuevo encontramos al Gibson de siempre manifestando en sus películas lo que quiere transmitirnos: el calvario de un hombre que sufre por sus ideas, que padece la persecución de los demás y su incomprensión, y por último el reconocimiento de su verdad, porque para Gibson la fe siempre es más fuerte que todo lo demás.
El actor Andrew Garfield da vida a Demond Doss, que le ha llevado a estar nominado como mejor actor protagonista, y con él la película, el montaje, el sonido y los efectos especiales. De este modo, se completan las seis nominaciones de Hasta el último hombre. Mel Gibson tiene ya dos Oscar uno a mejor director y el otro a la mejor película por Braveheart, y aunque este año parece que, en principio, lo tiene más complicado, nada se puede garantizar en una entrega de premios donde el valor se les supone a todos, como a los hombres que retrata esta película y que, a juicio de la crítica especializada, es uno de sus mejores trabajos.
Ambientada en la II Guerra Mundial, las escenas del conflicto son demasiado explícitas y a veces poco creíbles, si no fuera porque al final de la cinta aparecen las fotografías de los auténticos protagonistas de esta historia. De no ser por el cine y de la mano de este director, tal vez no hubiéramos conocido la grandeza de este personaje que ha pasado a la historia siendo todo un héroe. No sabemos si con él, Mel Gibson, conseguirá el segundo Oscar a la mejor dirección.
La sensibilidad de Kenneth Lonergan
Kennenth Lonergan, comenzó su carrera como dramaturgo, faceta por la que más se le conoce a pesar de ser Manchester frente al mar su tercera película tras Puedes contar conmigo (2000), por la que consiguió dos nominaciones al Oscar, una al guion original y la otra para la actriz principal. Después llegaría Margaret (2011), con la que no tuvo tanta suerte y fue un pequeño freno en su carrera. Por eso es importante tener en cuenta a este director de 55 años que siempre pone el foco de sus historias en crisis familiares y sentimientos de culpa. Como sucede en Manchester frente al mar, una sencilla historia que encierra esos elementos. Un argumento que le ha llevado a conseguir también la nominación al Oscar al mejor guion, que el propio director firma. Y completan las seis categorías: los actores de reparto, Michelle Williams, y Lucas Hedges, la película y el actor protagonista, un Casey Affleck en estado puro. Ya consiguió el Globo de oro al mejor actor en drama y es quien más posibilidades tiene de darle la noche a Ryan Gosling
Affleck da vida a un hombre que, tras un duro golpe, abandona su pueblo y deja atrás amigos y familia. Un día recibe la noticia de que su hermano ha fallecido y en el testamento ha dejado escrito el deseo de que él se haga cargo de su hijo, un adolescente de 17 años. Esto supone para el personaje de Casey Affleck un gran esfuerzo porque tiene que hacer frente a un duro pasado que todavía no parece haber superado.
Lo que hace de forma magnífica este director es aproximarnos a estos dos hombres, tío y sobrino, que se van acercando y distanciando por partes iguales, sin perder en un solo movimiento, el deseo de quererse y saberse acompañados el uno para el otro. Un trabajo de dirección que demuestra sensibilidad en el trato, manejo de los sentimientos y límite en las emociones.
Denis Villeneuve, uno de los favoritos
Denis Villeneuve, antes de dar su salto a Hollywood, ya nos sorprendió con la magnífica película Incendies (2010), por la que estuvo nominado al Oscar en la categoría de mejor película en habla no inglesa. Después llegaría ese salto con títulos como Prisioners, Enemy o Sicario por los que, en alguno de ellos, también ha estado nominado al Oscar, pero en ningún caso como director o película. Con La llegada consigue ocho nominaciones y entre ellas las de mejor película, director y guion adaptado. La película está basada en el relato corto The story of your life del escritor Ted Chiang.
La llegada está protagonizada por Amy Adams, que no está nominada aunque debería estarlo después de ver su trabajo. Una lingüista contratada para que se comunique con los extraterrestres que han llegado a la tierra y no se sabe muy bien con qué intenciones.
La atmósfera de la película es de una gran belleza poética, con diálogos inteligentes y una puesta en escena creíble, original y visualmente muy potente. Es mágico el manejo de los sentimientos en un guion estructuralmente muy bien definido. La cámara solo es el mero acompañante de un espectador que se asoma, a veces perturbado, otras perplejo, a un gran espectáculo que nos deja fascinados ante esos extraterrestres que, de manera original, se presentan dando forma a un lenguaje cuyo significado tal vez sea que el Oscar es para… Denis Villeneuve.
Barry Jenkins, el tapado, elegante y natural
Barry Jenkins es, tal vez, de todos los directores nominados el menos conocido. Tiene 38 años y nació en Miami, donde está rodada la película que le ha puesto en la casilla de salida con ocho nominaciones a los Oscar. Con Moonlight consigue un reconocimiento de crítica y público, no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Un drama social, una realidad que pone a los diferentes, a los marginados, en primer plano. Y lo hace con una historia que encontró en una obra de teatro del dramaturgo Tarell McCraney titulada In Moonlight black boys look blue. Una obra donde muchas de las cosas que aparecían eran como el propio director las había vivido, igual que el autor. Curiosamente ambos han recordado ese barrio de viviendas denominado "plaza de la libertad" de Miami, donde han trasladado la historia. No se conocían, pero descubrieron que tenían más cosas en común de las que pensaban.
Por eso, la química ha funcionado y el resultado es esta película, Moonlight, contada en tres capítulos, los que representan la infancia, adolescencia y juventud de Chiron. Con apenas 12 años descubrimos cómo vive y su encuentro con un hombre del barrio, que es el mismo traficante que vende el crack a su madre. Una mujer que le quiere a su manera, que intenta cuidarle en los momentos de lucidez y que se desespera por no tener su dosis de droga. El siguiente capítulo nos muestra un adolescente que busca su sitio, pero el acoso al que le someten sus compañeros se lo pone muy complicado. Mientras, descubre su identidad sexual en la figura de un amigo, Kevin, clave en la historia y personaje en paralelo al protagonista. Y en el tercer capítulo el niño que hemos conocido se ha hecho un hombre, con los mismos rasgos de quien le recogió un día en las calles. Chiron sigue su camino intentando encontrar su sitio en el mundo mientras los sentimientos hacia su madre continúan provocándole desesperación y ternura a partes iguales.
La homosexualidad, la familia, los amigos las relaciones y la falta de comunicación son algunos de los temas que el director pone delante del espectador. Pero lo hace de manera muy elegante, situándonos de todos los lados y cerca de cada uno de los personajes por lo que incluso llegamos a comprenderles. Y todo sin dramatizar, con una historia muy natural rodada de una manera muy moderna y cuidada.
Seis actores van dando vida al protagonista y a su amigo Kevin que es quien de forma paralela va arropando, sin estar presente en muchas ocasiones, el perfil emocional de este personaje que no necesita música ni estrellas en el firmamento para hablar de un sentimiento tan universal como es el amor.
Damien Chazelle, el más joven y el más favorito
Y llegamos al último director nominado, el mas joven de los cinco. 32 años tiene Damien Chazelle que ya nos cautivó con su película Whiplash en 2014, con tres nominaciones al mejor actor de reparto , J.K.Simmons, montaje y sonido. Ahora, con La la land: la ciudad de las estrellas ha batido su propio récord y el de otras peliculas como Eva al desnudo, con 14 nominaciones. Hay muchos que opinan que son demasiadas, pero nada es suficiente cuando hablamos de algo tan excepcional como este musical que ya ha conseguido siete Globos de Oro.
Es una comedia donde no solo se premia el esfuerzo y buen trabajo de los dos actores que dan vida a una pareja que se conoce en Los Ángeles y emprende el camino de sus sueños. Emma Stone es Mia, quien trabaja duro para llegar a ser actriz, y Ryan Gosling es Sebastian, quien intenta ganarse la vida en pequeños garitos para conseguir tocar sus composiciones al piano en un local propio. Ellos son las dos notas destacadas de este musical, bello, elegante, natural, inocente y en ocasiones un emocionante paseo por la danza y las letras de sus canciones.
El rodaje es una delicia cargado de planos secuencia con los que podemos disfrutar de cada detalle de los números musicales. Con un principio digno de reconciliarte con cualquier atasco de una gran ciudad en plena hora punta y un final que te hace sentir muy feliz, como si el propio director no quisiera que salieras decepcionado de la historia. Un musical actual, que homenajea otros que ya conocemos, eso es La, la land, una película que, en cuanto termina, y salimos del cine, ya estamos deseando volver a ver.
Imaginamos que eso es lo que han pensando los académicos. Si también lo han sentido, tal vez el Oscar ya esté decidido.