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Premios Oscar: Mejor película

Oscar 2017: Tradición y modernidad

  • Todas las nominadas a mejor película reúnen una gran calidad
  • Compiten La la land, Moonlight, La llegada, Manchester frente al mar, Lion
  • También Hasta el último hombre, Comanchería, Fences Figuras ocultas

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Fotograma de 'La la land'.
Fotograma de 'La la land'.

Partiendo de la base de que la Academia de Hollywood escoge las candidatas como mejor película según unos criterios que forzosamente no han de corresponder con el de uno mismo, debo decir que, más allá de poder echar en falta algún título que para mí es especialmente valioso, la lista de candidatas a mejor película de este año cumple con unos mínimos como hacía tiempo yo no veía. Dicho de otra forma: unas me gustan más que otras, pero no aparece ninguna que yo pudiera apreciar, como otros años, que no debiera estar.

La la land

Si empezamos por la película más nominada, con 14 candidaturas, La la land, debo decir que disfruté enormemente desde el minuto uno de la película y esa coreografía de autopista, de la que se me antoja imposible imaginar cómo el operador de steadycam la ha podido resolver sin, y no es un chiste, temblarle el brazo. Es cierto que bajo la forma aparente de musical en realidad a veces tengo la impresión de que la película de Damien Chazelle no llega a serlo del todo, aunque responde a los patrones del género. En particular me recuerda aquellas películas de Judy Garland y Mickey Rooney en las que como pareja trataban de llevar adelante, contra viento y marea, sus sueños.

En La la land los personajes de Emma Stone y Ryan Gosling tratan por todos los medios, y contra todos los inconvenientes y obstáculos, llevarlos a cabo, rodeados de una estructura clásica de chico encuentra chica (y luego chico desencuentra chica, o al revés). En medio, un homenaje en toda regla al cine y a la música. Una Emma Stone deslumbrante, a quien cada vez que miro me recuerda a un cartoon, o sea, a un dibujo animado. En La la land está la mejor definición que jamás he visto y oído ningún sitio sobre lo que es el jazz a cargo de Ryan Gosling y por tanto entiendo que por Damien Chazelle.

La la land es una ensoñación sobre cómo llegar a cumplir tus sueños, algo que en ocasiones se puede identificar como éxito. Con un resultado agridulce en el que no cabe un final feliz y que nos recuerda inevitablemente, o a mí me recuerda, a los finales no felices de las películas de Stanley Donen. Deslumbrante ese momento evocador de La vida en un hilo de Edgar Neville en la que se nos cuenta lo que hubiera sido de las vidas de los protagonistas y no fue, o quizás la vida que vemos en esa secuencia es lo que vivieron y lo que hemos visto durante la película es lo que pudo haber sido. ¿Quién sabe?

La comedia musical del realizador Damien Chazelle hizo pleno en la pasada ceremonia de los Globos de Oro y consiguió los siete premios a los que optaba, un éxito sin precedentes en la historia de los Premios de la Asociación de la Prensa Extranjera. Con banda sonora de Justin Hurwitz, "La La Land" llega ahora a España como un canto al competitivo sueño hollywoodiense, con la aspirante a actriz Mia (Emma Stone) y el pianista Sebastiane (Ryan Gosling) encarnando los anhelos de dos artistas en Los Ángeles.

La llegada

Con ocho nominaciones tenemos dos películas radicalmente distintas. Aunque igualmente atrevidas. Por un lado esa película de aparente ciencia ficción de Denis Villeneuve que se llama La llegada, en la que vuelve a demostrarnos el realizador canadiense su excepcional talento, lo que nos hace esperar con ansiedad el estreno próximo de la continuación de Blade Runner sin que temamos un despropósito. En La llegada, que en algún momento he definido como una extraña mezcla entre Encuentros en la tercera fase y el aliento poético que desprenden en ocasiones algunas películas de Terrence Malick, es más importante el devenir vital de la protagonista, una deslumbrante Amy Adams, que no puedo entender de ninguna manera cómo no tiene una nominación como mejor actriz, que el que aparentemente es el McGuffin de la película: el encuentro con una civilización extraterrestre y la necesidad de comunicarse con sus representantes llegados a la Tierra.

Si por un lado el planteamiento del encuentro en sí, y de las motivaciones y los problemas que ello conlleva, darían para una apasionante historia, es en la historia personal de Amy Adams, una lingüista a la que se pide su intervención para poder comunicarse con los extraterrestres, donde se alcanza la verdadera dimensión de La llegada, que se convierte a raíz de ello en una película extraña y bellamente poética, con una dimensión filosófica y metafísica que rara vez alcanzamos a ver en las películas de ciencia ficción desde 2001.

Amy Adams, junto a Jeremy Renner y Forest Whitaker, destaca en este filme de Denis Villeneuve, que prepara la secuela de "Blade Runner". En "La llegada", una experta en lingüística es reclamada por el Gobierno norteamericano para tratar de comunicarse con unos alienígenas que han llegado a doce puntos diferentes de la Tierra con intenciones desconocidas.

Moonlight

Si el pasado año la controversia sobre la ausencia de nominados afroamericanos ocasionó más de un disgusto en la ceremonia, este año parece que (no sé muy bien si voluntaria o involuntariamente) la cosa se equilibra. Y no solo es que este año hayamos podido ver fantásticas películas dirigidas e interpretadas por actores negros, o afroamericanos como se diría en términos políticamente correctos, o que tratan de forma relevante asuntos como la integración racial, la segregación, o el devenir vital de los personajes por su condición.

Probablemente en ese sentido Moonlight (ocho nominaciones) sea una de las sorpresas de este año, no sólo porque cuente de una forma incontestablemente bella la vida en tres capítulos de, primero un niño, luego un adolescente, y finalmente un hombre ya formado, negro obviamente, en una especie de Boyhood, sin que sea necesariamente un remedo de la estupenda película de Richard Linklater, con la que no tiene nada que ver, salvo esa aventura de descubrir en el niño el hombre que será, y en el hombre el niño que fue, con tres actores diferentes.

Moonlight no solo cuenta ese discurrir vital. Importa sobre todo cómo su condición de homosexual y negro va a conformar su vida. Además del acoso en el colegio por parte de sus propios compañeros negros está el bullying social de un sistema que segrega por medio de un perverso darwinismo social a aquellos que son minoría y además son pobres.

Moonlight es una estupenda película rodada con maestría y pulso, sin aspavientos de ningún tipo ni subrayados innecesarios. Discreta y sutil, pero clara y contundente al mismo tiempo en lo que cuenta. Unos actores portentosos dan vida en las tres etapas que muestra la película a ese Little que me hizo pensar una vez que la vi si aquel fabuloso Omar Little de The Wire, negro, narcotraficante, homosexual, y a la vez una especie de Robin Hood contra la policía y contra sus propios colegas de la calle, podría ser aquel niño que nos muestra Moonlight.

Ganó el Globo de Oro al mejor filme dramático y continúa su carrera triunfal con ocho nominaciones a los Óscar, entre ellas mejor película y mejor director. "Moonlight" es una poética y dura reflexión sobre la identidad, la familia, la amistad y el amor. A través de la vida de un joven negro que crece en los suburbios de Miami, el realizador Barry Jenkins traza un retrato de la comunidad afroamericana contemporánea, con la homosexualidad y la drogadicción como telones de fondo.

Fences

Ya que he hablado de la controversia racial, hablo de otras dos películas nominadas: por un lado Fences (cuatro nominaciones), producida y dirigida por Denzel Washington adaptando una obra de teatro de August Wilson -que también escribe el guion y recibe una nominación a título póstumo-, y que ya interpretó en los escenarios. En Fences me sorprende una buena dirección que tampoco se va por caminos imprevistos, a cargo, como ya he dicho, del mismo Denzel Washington, y sobre todo las magníficas interpretaciones de todos los actores, empezando por el mismo Washington, que compone un personaje de ejemplar padre y marido, con una capacidad verbal realmente portentosa, y unos vericuetos morales cuando menos extraños.

Denzel Washington, un valor seguro en la industria y uno de los pocos actores negros que ha logrado el Oscar, ha conseguido colar su película entre las candidatas a mejor película. A mí me parece que la película va de menos a más, pero cuesta olvidarnos de su inequívoco origen teatral.

Figuras ocultas

Dirigida por un blanco es la para mí emocionante Figuras ocultas (tres nominaciones) título con el que se ha estrenado en España lo que en inglés es Hidden Figures, un título mucho más rico que hace referencia, por un lado, a la propia condición de las protagonistas como figuras ocultas en la historia apasionante que cuenta; y por otro lado, a los guarismos o cifras ocultas e imprescindibles de desvelar en el trabajo oculto que desarrollaron en la NASA.

Yo debo confesar que tengo a la carrera espacial como la última aventura épica que ha afrontado la humanidad y por lo tanto me confieso hacia esta película plenamente predispuesto. Pero trato de apartar mi subjetividad y centrarme en lo que la película me muestra. Por un lado, ya se sabe, la historia de tres mujeres increíbles, y además negras, interpretadas maravillosamente por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe, que tuvieron una labor determinante en la NASA para acometer la carrera espacial con éxito ante quienes entonces llevaban la voz cantante, la Unión Soviética.

Tres mujeres determinantes y determinadas a romper las cadenas de lo que la convención, la comodidad y el interés marcaban para ellas. Un personaje interpretado maravillosamente bien por Kevin Costner, que es por, su mero pragmatismo, el catalizador de llevar a la práctica lo que cantaría poco después Bob Dylan en "Los tiempos están cambiando". Y, mucho más allá de una muy buena factura qué está muy por encima de lo que en algún momento antes de verla podríamos pensar que se pudiera parecer a un buen telefilme en el mejor de los casos, Figuras ocultas sabe resolver la historia con buen cine, buenos diálogos, buenas situaciones y detalles que dicen con imágenes de forma discreta mucho más que una perorata reivindicativa. Que uno de los personajes que más obstáculos pone a visualizar el trabajo de la excelente matemática que da con las fórmulas para que la Mercury pueda entrar en la atmósfera acabe la película llevándole un café, es tan clarificador como emocionante y sutil.

Avalada por el taquillazo en Estados Unidos llega a España "Figuras ocultas", la historia desconocida de las matemáticas negras que trabajaron en la NASA al inicio de la carrera espacial. Basada en hechos reales que fueron narrados en el libro de Margot Lee Shetterly, Theodore Melfi (director y guionista) los traslada a la pantalla con un reparto encabezado por Taraji P. Hinson, Octavia Spencer y la cantante Janelle Monáe, que debuta en la gran pantalla.

Hasta el último hombre

Figuras ocultas tiene en común con las dos películas de las que voy a hablar a continuación el hecho de estar basadas en historias reales por un lado, ser estupendas películas por otro, y finalizar con lo que ya es casi una norma: con los personajes reales de la historia, ya sea con fotos o imagen real. Las tres, además, son muy emotivas.

Mel Gibson volvía a dirigir tras años alejado del oficio con Hasta el último hombre (seis nominaciones), una película que cuenta cómo un objetor de conciencia pudo servir en el ejército norteamericano a pesar de todas las dificultades, y convertirse en un héroe. Historia real, Mel Gibson cuenta con su probada solvencia en dos partes diferenciadas: en la primera de ellas asistimos al discurrir vital del protagonista en un entorno familiar problemático. Estupendo, por cierto, Andrew Gardfield, candidado al Oscar a mejor actor. Tras un interludio en el cuartel donde el personaje sufre de forma descarnada la incomprensión de todos, la guerra, donde el buen soldado objetor de conciencia, médico en campaña, salvará 75 vidas en condiciones milagrosas, convirtiéndose en el primer objetor de conciencia ser condecorado con la medalla del valor en Estados Unidos.

Hasta el último hombre no ofrece nada que no hayamos visto antes, salvo obviamente la historia de ese objetor de conciencia, que a pesar de negarse a empuñar un arma se alista en el ejército para salvar vidas. Tras El soldado Ryan o la series Hermanos de sangre o The Pacific, Hasta el último hombre responde a las exigencias que los tiempos le piden a este tipo de películas en cuanto a realismo se refiere. Y el resultado es una muy fiel descripción del horror que fue la batalla de Okinawa, una de tantas libradas en la Guerra del Pacífico que costaron miles de vidas y un tiempo precioso al ejército norteamericano.

No pude evitar viendo Hasta el último hombre recordar por un lado El sargento York, y en otro sentido, la novia del protagonista me recuerda a la maravillosa Mary O' Donnell de Los mejores años de nuestra vida.

Mel Gibson tiene el inconveniente, a su pesar, de que mucha gente le cataloga por su fama, cierta o no. O sea desde el prepucio. De tal forma muchos se quedarán con una caricatura del actor y director fruto por un lado de sus declaraciones desafortunadas en ocasiones y del retrato fácil hecho con trazo grueso por quienes le quieren ridiculizar. Nada nuevo que también sucede con cineastas gigantescos como Clint Eastwood, o incluso en su día con directores como John Ford. Para dejar las cosas claras mejor no confundir a la persona y al artista, y que cada uno haga en su vida privada lo que considere oportuno mientras sus obras tengan el rigor y la calidad que merecemos quienes nos tomamos la molestia de acercarnos a apreciarlas. Mel Gibson es un estupendo director con un estilo decididamente realista, como puede comprobarse perfectamente en Hasta el último hombre. Como me preocupan esas cosas no me gustaría que alguien se quedase con adjetivos tipo patriotero o americanada sin entrar en más detalles que el adjetivo descalificativo. A mí me ha parecido una estupenda película y muy emotiva.

Una década después de "Apocalypto", Mel Gibson ha vuelto a la dirección con "Hasta el último hombre", una cinta presentada fuera de competición en el pasado Festival de Venecia. El oscarizado director cuenta la historia de un joven médico militar que, sin armas e inspirado por su fe, asistió a sus compañeros heridos en la II Guerra Mundial y se convirtió en el primer objetor de conciencia en recibir la Medalla de Honor del Congreso estadounidense.

Lion

Si hablamos de películas emocionantes creo que ninguna lo es más que Lion (seis nominaciones), dirigida por Garth Davis, llevando a la pantalla una historia real tremenda y que en todo momento está a gran distancia de la línea que separa la emoción de la sensiblería.

La historia de ese niño que se pierde en la India, que acaba en las calles de Calcuta solo y viviendo de forma increíble para acabar en un orfelinato y finalmente es adoptado por una pareja australiana para que, 25 años después, busque a aquella madre que quedó en la India sin saber qué fue de él y la encuentra, es una de esas películas que te tiene enganchado desde el minuto uno y que nos emociona de la forma más noble que puede emocionar una historia. Es decir: sin artificios, para hacernos cuando terminan, creo, mejores personas. Dev Patel, nominado como mejor secundario, es ese hombre que fue aquel niño que busca a su madre; Nicole Kidman como esa madre adoptiva, y ese niño indio de ojos luminosos, llenan de vida esta película que apuesta por un relato fragmentado y que hay que ver sin el prejuicio de que nos provoque un nudo en la garganta. Si al final de la película no estallamos de emoción deberíamos ir sin duda a un psicólogo.

"Lion", un viaje al pasado en busca de la propia identidad, es candidata a seis Óscar: mejor película, guión adaptado, banda sonora, fotografía, y mejor actor de reparto (Dev Patel) y actriz de reparto (Nicole Kidman). La cinta de Garth Davis retrata la vida de Saroo (Patel), un muchacho indio que vive en la extrema pobreza y que con 5 años se separa accidentalmente de su familia y es adoptado por Sue (Kidman) y John Brierley (David Wenham), una pareja australiana.

Manchester frente al mar

Emociones contenidas es lo que nos ofrece la igualmente estupenda Manchester frente al mar (seis nominaciones), una película de Kenneth Lonergan sobre el dolor la pérdida y la redención con un Casey Affleck que se sale literalmente en un papel muy alejado a los nos tiene habituados.

Un personaje con el peso de la culpa que trata de vivir permanentemente aislándose de los demás y enfrentándose a sus demonios, aunque ese pasado inevitablemente siempre ha de volver, siquiera a través de la dramática forma que nos muestra la película, como es la muerte de su hermano y la necesidad de hacerse cargo de su sobrino adolescente. Por poner una pega: me chirrió escuchar prácticamente al completo en una secuencia el Canon de Pachelbel.

Este drama familiar dirigido por Kenneth Lonergan cuenta ya con un Globo de Oro a mejor actor de drama -por la interpretación de Casey Affleck- y con seis nominaciones a los Óscar, incluyendo mejor película y director. Tras enterarse de que su hermano ha fallecido, un fontanero tiene que regresar a su pueblo natal, donde se encontrará con su sobrino de 16 años del que tendrá que hacerse cargo.

Comanchería

Comanchería (cuatro nominaciones) es una de esas películas fronterizas que consiguen hacer un retrato humano y social desde las claves de un genero cinematográfico para ir más allá. Y cuando se consigue ir más allá de las claves del género es que indudablemente estamos ante una buena película. Muy buena en este caso.

Comanchería, en inglés Hell or high water, ofrece un retrato social demoledor: un Estado lleno de fábricas cerradas, un Estado lleno de bancos que se han quedado con las casas de aquellos que no las pudieron pagar, y unos ciudadanos que se preguntan cómo Estados Unidos, su país, ha tenido dinero para ir a Irak y no para salvar a sus ciudadanos. Esa pregunta clave que se plantea al principio a través de una pintada que pasa fugazmente ante nuestros ojos da la clave de todo lo que vemos a continuación. Chris Pine y Ben Foster, estupendos, son dos hermanos asalta bancos en pleno siglo XXI como si fuera el Salvaje Oeste o los años de la Gran Depresión, cual si de unos Bonnie and Clyde se tratasen. Respondiendo a cánones bíblicos, uno es el hermano bueno y otro es el hermano malo. El hermano bueno trata de dar un futuro a sus hijos. El hermano malo simplemente trata de ayudar a su hermano bueno y al menos hacer algo bueno en la vida.

En su camino de asaltos se cruza una pareja de policías, uno blanco Jeff Bridges a punto de jubilarse, lleno de sarcasmo y pragmatismo y otro indio que responde como un fajador a las impertinencias de su jefe y amigo. En esta película se dicen algunas frases que nos hacen entender perfectamente porqué el mundo actual está cómo está, porqué gobiernan o amenazan con gobernar algunos indeseables, y porqué se ha llegado a esta situación. Cosas de las humildes convenciones de los géneros cinematográficos. Mitad western mitad thriller mitad buddy movie, Comanchería es una de esas películas que conviene ver.

Jeff Bridges es el aliciente más inmediato de "Comanchería", un western contemporáneo que ha logrado un sorprendente resultado en la taquilla americana. Pero a ese aliciente hay que sumar los de una dirección y un guión que retratan los restos que la voracidad del capitalismo especulativo ha dejado en Tejas. Sin embargo, la película no da un sermón, sino que prefiere recurrir a las herramientas del cine de género.

Francamente no sé cuál de las películas va a ganar. Como enamorado incondicional del musical que ha disfrutado enormemente con La la Land, disfrutaría enormemente si fuese la ganadora. Tampoco me sorprendería que ganase Moonlight, estupendo retrato social y humano. Que la condición de afroamericano de su protagonista no nuble el entendimiento a nadie a la hora de juzgarla en sentido positivo ni negativo. Me resulta altamente emotiva Lion, pero ante todo me parece una estupenda película. También me emociono con esa aventura épica de esas tres mujeres negras, figuras ocultas de la historia, participando contra viento y marea en esa otra aventura épica que fue la carrera espacial. Comanchería me parece todo un peliculón en clave de género revisitado. Quizás a mi entender la más floja de todas las candidatas sea Fences, de la que ha de transcurrir más de una hora para que empiece a olvidar su incontestable origen teatral. Sería bonito que una película como La llegada ganase como mejor película, aunque no sé si el mundo de la Academia de Hollywood está preparado para dar un premio así a una película de este tipo, más teniendo en cuenta que Amy Adams no ha sido nominada como mejor actriz, lo cual hace que me plantee la capacidad de discernimiento de los miembros de la Academia.