Romain Hugault: "Si no fuera piloto no podría dibujar el cielo como lo hago"
- El francés es uno de los invitados más destacados de este Salón dedicado a la aviaciónç
- No creo que el cómic de aviación tenga que resultar más anticuado que el de otros género, asegura
Si hay un invitado al que este Salón del Cómic de Barcelona dedicado al mundo de la aeronáutica le viene como anillo al dedo, es Romain Hugault, para muchos el mejor dibujante de aviones del medio, una pasión que porta en los genes, porque este francés, hijo de un aviador militar, es además un experto piloto.
Hugault (1979) se presenta a la entrevista con un preciosa cazadora de cuero de piloto de caza con el escudo de una escuadra birmana en la pechera y el dibujo de una pin-up en la espalda. Al cuello, un estiloso pañuelo en seda diseñado por él mismo para una marca francesa, con motivos de sus cómics.
A simple vista, puro glamour, como el que desprenden los guapos y guapas personajes de sus historias, entre ellas El piloto del Edelweiss, inspirada en la rivalidad caballeresca entre aviadores franceses y alemanes durante la Primera Guerra Mundial o "El gran duque", sobre las pilotas rusas conocidas como Las brujas de la noche, que formaron parte de escuadrillas mixtas durante la Segunda Guerra Mundial (con guión de Yann y publicado por Norma Editorial).
Línea clara y elegante
Sin embargo, el dibujante recalca que ese clasicismo, tan "midcentury" que para algunos arrastran los cómics de aviones no está reñido con la modernidad narrativa, y pone el ejemplo su serie Angel Wings, (también con guión de Yann) protagonizado por la piloto Angela McCloud, una iconoclasta visión de la guerra aérea en las selvas de Birmania.
"No creo que el cómic de aviación tenga que resultar más anticuado que el de otros géneros, si tienes un buen guión, da igual si hablas de aviones que de barcos o de lo que sea, y al final los editores se han dado cuenta de que funciona y se han lanzado por estas historias", defiende.
Reconoce ciertos vínculos de su imaginería con el cine de los grandes estudios de la edad dorada de Hollywood, pero matiza que la gran pantalla ofrecía una imagen muy "edulcorada y naif" de este mundo, y mientras las mujeres de aquellas películas tenían un papel secundario, pura comparsa, él ha optado por ponerlas al frente de los mandos de los aviones, al igual que sus compañeros varones.
El trabajo de Hugault -artista formado en la escuela de dibujo, no de cómic- es de línea clara, elegante, y de una agilidad desbordante, especialmente en las batallas aéreas.
Un perfeccionista
Pero por encima de todo, Hugault es todo un perfeccionista, un loco del detalle, que obliga al lector a deslizar los ojos de forma minuciosa por cada uno de los rincones de la viñeta si quiere apreciar el trabajo del francés.
"Me encantan los aviones, me puedo pasar horas y horas observándolos, no me interesa nada inventar un avión nuevo, quiero mostrar las cosas como son, hay aviones tan fantásticos que la realidad me da todo lo que necesito", subraya sobre esta obsesión.
Al realismo que logran en sus dibujos, colaboran, sin duda sus ojos de piloto: "Si no fuera piloto no creo que pudiera transmitir lo mismo, no podría dibujar como lo hago. Una persona que no pilote no sabrá dibujar nunca cómo refleja la luz del sol sobre las nubes o cómo el azul se va volviendo más intenso cuando te vas alejando de la Tierra", detalla acerca de ese punto de vista especial.
A pesar de esa aparente perfección, a Hugault, que prefiere enfrentarse como dibujante a los aviones que a las personas -por no decir nada de los caballos- todavía le quedan retos que alcanzar.
"Cuando estás muy, muy alto, cuando los colores se confunden y se convierten en uno, reflejar esa inmensidad en una viñeta de cinco por diez es algo que no he conseguido del todo y me gustaría hallar los elementos gráficos para lograrlo", afirma este dibujante convertido como piloto en un gran lector del cielo.