Eduardo Mendoza: "Uno no busca elogios, sino buenos lectores"
- El escritor recibe el premio Cervantes con humildad y buen humor
- “Hay un fallo grande en olvidar la literatura como materia de estudio", alerta
Eduardo Mendoza, entrando en la Universidad de Alcalá: “Estoy mal, bastante nervioso”. Pero es imposible creerle con su media sonrisa y sus ojos vivos. “Me encontraré mucho mejor cuando acabe. Cuando uno recibe estos premios se acuerda del día que empieza a escribir: a ver si completo un cuento, a ver si un día lo publican. Y ahora, unos cuanto años después, me encuentro aquí”.
Aquí es el paraninfo donde le acompañan los reyes de España; la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo; y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Pero sobre todo, y en sentido figurado, todos los anteriores premiados. El escritor ha recogido el premio Cervantes como, según sus palabras, “un invitado entre los grandes”.
Así que, como ha realizado con su obra según han pasado los años, se sacude la gravedad con algo de humor. “He venido con un montón de gente, me he traído a la clá”, explica. “Me he traído a la familia para que critique y a unos cuantos amigos para que me hagan la ola”. Uno de ellos era Pere Gimferrer, citado en el discurso junto a la desaparecida Carmen Balcells.
Mendoza ha desempolvado su vena diplomática (trabajó como traductor en la ONU antes de publicar su primera novela) para no soltar prenda de sus encuentros con los altos mandatarios del Estado. Ayer, paseaba por los jardines de Moncloa con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que delegó su habitual presencia en la entrega en la entrega del Cervantes en Soraya Sáenz de Santamaría.
“Hablamos muy educadamente y se refirió a mis libros que había leído. Comentamos así, en general”. ¿Y sus charlas con la reina Letizia? “Tenemos una relación cordial, hablamos de muchas cosas que, por supuesto, no voy a enumerar ahora”. Mendoza valora los elogios que Felipe VI hizo de su obra. “Me parecieron exagerados, qué voy a decir. Pero uno no busca elogios, sino buenos lectores. Y me pareció que era una buena lectura de mis libros, que al final es lo que uno busca”.
Pero sí se moja al valorar la progresiva pérdida de importancia de la literatura en los planes de estudio. “Hay un fallo grande en olvidar la enseñanza de la literatura en materia de estudio. Es una asignatura como la biología o la química y hay que aprenderla porque, si no, no tenemos referentes culturales. Y eso sí es algo que echo a faltar en la gente joven. El humor de Monty Phyton está dirigido a una sociedad que conoce de memoria su literatura y referente. Antes, todo el mundo captaba inmediatamente una alusión a Don Juan Tenorio y, ahora, no. ¿Qué mundo de referencias tenemos? Eso es muy preocupante”.
Mendoza espera volver pronto a su relajada y anónima vida en Londres. “No creo el Brexit me afecte personalmente. Mientas pague mis impuestos, que no son desdeñables, supongo que me dejaran tranquilo”, bromea.
El Cervantes, eso seguro, no es un punto y final para Mendoza. “Pienso que es la culminación, pero he dicho que sea el final, ni que me voy a retirar. Aunque tal vez debería hacerlo, pero no tengo la intención”.