'Lady Bird', primera persona singular (y femenina) de la adolescencia
- Greta Gerwig es la quinta directora nominada en la historia de los Oscar
- Saoirse Ronan interpreta a una adolescente en busca de su identidad
- RTVE.es ofrece en exclusiva un clip de la película
5 NOMINACIONES
Mejor película
Mejor direccion (Greta Gerwig)
Mejor actriz principal (Soirse Ronan)
Mejor actriz de reparto (Laurie Metcalf)
Mejor guión original (Greta Gerwig)
Greta Gerwig ha conseguido con Lady Bird ser la quinta mujer nominada a mejor dirección en los Oscar en toda la historia de los premios. Una historia de 90 años. Pero lo sorprendente del logro es el cómo. Lady Bird es una película de un subgénero de los que se mira por encima del hombro en los premios: el del paso de la adolescencia a la madurez.
Lo que nos lleva al por qué: Lady Bird supera los esquemáticos clichés del género con un sensible, realista, divertido y tierno retrato de la búsqueda de identidad. La cinta está nominada a mejor película, dirección, guion, mejor actriz y mejor actriz de reparto (Laurie Meltcalf).
‘Lady Bird’ McPherson (Saoirse Ronan) es una adolescente de 17 años que vive en Sacramento su último curso en un instituto de monjas. Considera su situación una condena transitoria antes de un futuro que sueña en algún lugar más rutilante de la costa este. Medio nerd, pero sobrada de personalidad, reniega hasta de su nombre y reclama ser llamada por un seudónimo: Lady Bird.
Lady Bird no una película inaugural, pero lo parece. Toda interpretación es resbaladiza, pero hemos visto mil veces la adolescencia masculina narrada por hombres, muchas veces la adolescencia femenina narrada por hombres, pero muy pocas la adolescencia femenina narrada por mujeres. Y sí, hay una diferencia.
Para Greta Gerwig, que ha interpretado y escrito tantas veces las tribulaciones de la veinteañera y treintañera de clase media del siglo XXI, la dirección era el paso lógico y final. Y Lady Bird da continuidad de algún modo a su heroína situando la historia en 2002 y retratando esta vez su juventud.
Aunque esté centrada en el archiconocido año final de high school (la fiesta de promoción, la carta de la universidad, las fiestas y las primeras experiencias sexuales) los cimientos de Lady Bird son la relación de una madre y una hija. Laurie Meltcalf interpreta a esa madre que encuentra la llave para querer bien a su hija. Con su marido en paro (interpretado por el actor y dramaturgo Tracy Letts), lleva el peso de una familia que cuelga por los pelos de la categoría ‘clase media’.
Mientras Lady bird está en el trance de conformar su individualidad, su madre tiene un futuro perfilado para ella. El desencuentro es tan inevitable como el amor que les une y las dinámicas de su relación son la base del gran cine que esconde Lady Bird.
La madre, en sentido amplio, es también Sacramento y Lady Bird es un carta de amor a la ‘California profunda’. La película se abre con una cita de Joan Didion “Cualquiera que hable de hedonismo de California nunca ha pasado una Navidad en Sacramento”. Lady Bird experimenta hacia su ciudad la misma pulsión de negación adolescente. Pero cualquier lugar lejano, no siempre será mejor. La nostalgia, como lujo de la tristeza, es el dulce sabor que deja la película.