Al Sisi no tiene rivales
- Los candidatos que podían hacerle sombra se retiraron o están en prisión
- Un conocido aliado es el único adversario del actual presidente en las urnas
- El ministro de Exteriores ve ‘falta de madurez política’ en la oposición
“Sí al constructor del futuro”, reza uno de los miles de carteles que empapelan las calles de El Cairo con el rostro de Abdelfatah Al Sisi. El actual rais egipcio, sin embargo, no ha participado personalmente en la campaña de las elecciones presidenciales que se celebran desde este lunes y hasta el miércoles.
Nadie duda de que no lo necesita. Sin rivales de peso, con sus críticos amordazados, Al Sisi tiene garantizada la relección en unos comicios de tres días que la oposición y las organizaciones pro derechos humanos califican de “farsa”. Quienes osaron desafiarle en las urnas están en la cárcel o retiraron su candidatura después de denunciar amenazas.
El rival con más posibilidades
Uno de los primeros en caer fue el exprimer ministro Ahmed Shafiq, según los analistas el adversario con más posibilidades de derrotar a Al Sisi en las urnas.
A finales de enero de 2011, Shafiq fue nombrado jefe de Gobierno por Hosni Mubarak, en un inútil intento de frenar la revuelta popular que le derrocaría apenas dos semanas después.
En 2012, el antiguo oficial de las Fuerzas Aéreas Egipcias perdió por estrecho margen frente al islamista Mohamed Morsi, en las primeras elecciones democráticas de la historia de Egipto.
Acusado de corrupción, huyó a los Emiratos Árabes Unidos, donde permaneció a pesar de ser absuelto… y de donde fue deportado a Egipto a principios de enero, tras anunciar su intención de volver a ser candidato.
Después de permanecer 24 horas incomunicado, compareció ante la prensa para anunciar su retirada de la carrera electoral. “No soy la persona adecuada para presidir el país”, declaró.
De compañero de armas a adversario político
El general retirado Sami Anan, jefe de Estado Mayor entre 2005 y 2012, también estaba considerado un rival de peso de su antiguo camarada, Abdelfatah Al Sisi.
Anan, de 69 años, un militar con prestigio entre los uniformados, veterano de la guerra árabe-israelí de 1973, anunció a principios de enero que concurriría las elecciones presidenciales de marzo, para salvar a Egipto de las “políticas equivocadas” de Al Sisi.
Cuando aún no había terminado de recoger las 25.000 firmas necesarias para hacer efectiva su candidatura, la fiscalía militar le detuvo y encarceló preventivamente, acusado de presentarse sin permiso del Ejército, falsificar documentos oficiales e “incitar al pueblo” contra las Fuerzas Armadas.
Seis años de prisión por postularse de uniforme
Otro militar, el coronel Ahmed Konsowa, de 42 años, anunció su intención de presentarse a los comicios en un vídeo que difundió en internet. Como Anan, también acabó entre rejas. Un tribunal militar le condenó a seis años de prisión por expresar opiniones políticas todavía en activo y en uniforme.
De nada le sirvió declarar en su defensa que desde 2014 había pedido repetidas veces la baja en el ejército, sin que se la concedieran.
El sobrino del presidente asesinado
Mohamed Anuar Al Sadat se llama como el tío al que pretendía emular, el presidente egipcio asesinado en 1981.
El liberal Al Sadat decidió concurrir a las elecciones hace un año, cuando fue expulsado del parlamento entre acusaciones de filtrar documentos a diplomáticos extranjeros.
Llegó a presentar su campaña, pero poco después anunció su retirada. Una decisión que justificó para proteger a sus colaboradores del “clima de miedo, amenazas y agresiones”, que impedían, declaró, celebrar unas elecciones limpias.
Ha prometido volver a intentarlo en 2022, o cuando sea posible su sueño de “unas elecciones en las que no se sepa quién gana hasta el último momento”.
Izquierdista malhablado
El último en abandonar fue Khaled Alí, un conocido abogado de izquierdas y activista pro derechos humanos.
Muchos de los que en 2011 pidieron democracia en la Plaza Tahrir de El Cairo veían en Alí una esperanza de reconducir la revolución egipcia que propició la caída de Hosni Mubarak.
Cientos de partidarios le arroparon el año pasado ante el juzgado que le condenó por hacer “un gesto obsceno” a la puerta de un tribunal. Pero al día siguiente de la detención del general Anan, Khaled Alí anunció que tiraba la toalla.
Con el mismo argumento de Al Sadat: la persecución implacable de sus seguidores y su convicción de que era imposible confiar en la limpieza de los comicios.
Candidato y aliado
Al Sisi habría estado solo frente a las urnas si el empresario Musa Mustafá Musa no hubiera presentado su candidatura in extremis: quince minutos antes de que terminara el plazo.
Mustafá Musa, de 66 años, no esconde su admiración por el general Al Sisi. “Quería votar por él”, explica en una entrevista con la Agencia EFE. “No aspiraba a participar en las elecciones porque Al Sisi iba a presentarse y había más aspirantes, pero como esto cambió pensamos que teníamos que concurrir”.
Su objetivo confeso es evitar que la oposición convierta la cita electoral “en un referéndum” sobre el presidente egipcio, cuya reelección él mismo apoyó activamente con una campaña bautizada ‘Partidarios’.
La oposición es unánime al considerar a Musa un candidato sin credibilidad, y las elecciones, “una farsa” porque “no hay garantías, ni candidatos, ni libertades, y por lo tanto no hay elecciones”, según el llamamiento al boicot suscrito por ocho partidos y 150 personalidades.
“Falta madurez política”
En declaraciones a TVE, el ministro de Exteriores egipcio, Sameh Shukry, les acusa de manipular el ambiente de los comicios “para que parezca otra cosa, pero es una cuestión de pluralismo: los partidos y activistas políticos deberían presentarse si quieren el apoyo de la gente.
Por desgracia no ha sido así, por muchas razones. Entre ellas, seguramente, porque falta madurez política después de tantos años sin participación política”.
El jefe de la diplomacia egipcia reconoce que al menos “un candidato potencial” ha sido encarcelado, una circunstancia que, asegura, “no está relacionada con su candidatura, sino con no respetar la ley en un asunto que no tiene nada que ver. Creo que no se deberían ligar ambos asuntos”.
Sameh Shukry está convencido de que la mayoría de los egipcios reelegirán a Abdelfatah Al Sisi porque apoyan su gestión en cuestiones clave como la economía y la lucha antiterrorista. En 2014 su jefe de filas obtuvo el 97%, con una participación del 47’5%. Esta vez, la única incógnita por despejar es cuántos de los casi 60 millones de electores acudirán a votar y cuántos se quedarán en casa.