Los coletazos de la crisis aún se sienten en España
- Diez años después de la caída de Lehman Brothers se sigue revisando qué llevó a esa situación
- España acumula seis años de expansión pero la tasa de desempleo sigue siendo alta
La historia de la crisis financiera aún sigue escribiéndose en España. Diez años después de la caída de Lehman Brothers se sigue revisando qué llevó a esa situación, corrigiendo errores, y descifrando cómo poner el punto final a una situación que todavía hoy sigue afectando a la economía en su conjunto.
La crisis aún se sentía a finales de junio pasado, donde la cifra de parados ascendía a 3,49 millones, y los salarios eran casi un 3% inferiores a los existentes tras la quiebra de Lehman. “La crisis ha dejado secuelas dentro de la economía española y son palpables a día de hoy. La más dolorosa está en el empleo: la tasa de paro no ha recuperado los niveles previos a la crisis, los salarios son más bajos y, lo peor de todo, existe una tendencia de que esto puede continuar”, asegura a RTVE la responsable de estrategia de Andbank España, Marian Fernández.
Una década después, España registra una tasa de paro superior al 15%, la Bolsa es un 20% más barata y el sistema financiero se encuentra más concentrado. El Producto Interior Bruto (PIB), por su parte, creció un 3% en 2017, una décima menos que lo avanzado por las cuentas trimestrales del INE, pero que supone el cuarto año de expansión consecutivo. Sin embargo, la economía española comienza a mostrar indicios de desaceleración, rebajando una décima sus previsiones de crecimiento del 2,8% al 2,7% este año.
Según explica el directivo de Advice Strategic Consultants Jorge Díaz-Cardiel, España ha tardado ocho años en recuperar empleo, mientras que Estados Unidos lo hizo en tan solo seis meses. Advierte de que en nuestro país “no hay más desempleo porque hay medio millón de jóvenes fuera de España, un millón de adultos trabajando fuera del país y un millón de inmigrantes que han vuelto a sus hogares. Ha habido una fuga de talento muy importante”.
Desaparición de la clase media
La crisis afectó de lleno a la clase media y trabajadora. “La situación financiera de las familias no es buena. No gastan y, si pueden, ahorran, pero en realidad lo que hacen es subsistir. La situación es endeble aquí y en Estados Unidos”, explica Jorge Díaz-Cardiel.
También perjudicó en gran medida a los empresarios, cuyas compañías quebraron, a los que trabajaban para ellas, que fueron despedidos, y al propio contribuyente, que tuvo que sufragar el coste del rescate bancario.
Santiago Hernández fue uno de los afectados. Vivió en primera persona la cara amable de la burbuja inmobiliaria: su empresa facturaba decenas de miles de euros al mes y su crecimiento parecía que nunca tocaría techo. Durante el año 2005 el número de viviendas nuevas en nuestro país llegó a superar las 800.000 unidades anuales, una cifra récord en toda la historia y que, incluso, sobrepasó las iniciadas por Alemania, Francia y Reino Unido en su conjunto, según datos del Ministerio de Medio Ambiente.
“No es que viviera por encima de mis posibilidades, es que lo hacía porque mis ingresos me lo permitían”, asegura a RTVE.
Los costes de construcción de una vivienda estaban por debajo de su precio de mercado, por lo que los beneficios de las constructoras eran más altos. Además, la entrada de cinco millones de inmigrantes facilitó la mano de obra barata, arrastrando los salarios a la baja. En este escenario, el crédito barato –con los tipos de interés rozando el 0%- y accesible para todo el mundo hizo el resto.
Sin embargo, llegó 2008 y los efectos de la peor crisis financiera desde los años treinta no tardaron en aparecer. Fue entonces cuando Santiago se topó de lleno con otra realidad: su negocio se fue a la quiebra y, con él, 18 años de inversión y esfuerzo. “Las deudas con mis acreedores superaban el millón de euros. Embargué mi empresa, mi casa y el futuro de mis hijos. Aún hoy sigo endeudado y me temo que nunca saldré de esa espiral”, lamenta.
Desconfianza en el sistema
Una década después la situación de las empresas aún no ha repuntado, en parte, por falta de confianza. El directivo de Advice Strategic Consultants afirma que muchas compañías tienen miedo a endeudarse con los bancos ya que los síntomas económicos no apuntan a grandes expectativas.
“¿Acaso las empresas españolas están invirtiendo en España? ¿Dónde se expande Telefónica? ¿Y la banca?”, se pregunta. La situación, por tanto, es de incertidumbre y hay miedo a invertir.
Las cifras demuestran que existe una ralentización, también en el consumo y en las exportaciones, que en los últimos cuatro años habían supuesto un 32% del PIB y “en los seis últimos meses han pegado un bajón enorme”, explica Díaz-Cardiel.
“La situación es de incertidumbre y hay miedo a invertir“
En lo que respecta al sector bancario, ha experimentado una profunda transformación. A raíz del rescate de la banca, que el Banco de España cuantificó en casi 61.000 millones de euros, la regulación es más estricta, se exige un capital de mayor calidad y el sector ha tendido hacia la concentración.
“Las entidades tienen que ser más transparentes, más grandes, deben ser capaces de aceptar los requisitos de supervisión y han tenido que pasar por ampliaciones de capital para hacerlas más solventes”, subraya la responsable de estrategia de Andbank España. “Hoy en día el sector financiero es menos rentable pero los ratios de capital son mejores”, añade.
La concentración de la banca
En esta década se han realizado fusiones o absorciones -la mayoría de las 45 cajas de ahorro existentes se concentraron y se transformaron en bancos- y se ha reducido el número de entidades que operan en España -de 363 en el tercer trimestre de 2018 a 244 en el primer trimestre de este año, el 33% menos, según datos del Banco de España-.
También disminuyeron las oficinas, pasando de 46.118 al cierre del tercer trimestre de 2008 a 27.088 en marzo de este año, el 41% menos, y los empleados del sector cayeron más del 30%, desde 278.301 al cierre de 2008 a 192.626 al finalizar 2017.
Ángeles Crespo fue una de las afectadas. Sin apenas ninguna opción, tuvo que acogerse al Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que una conocida entidad española realizó en 2015. “Estuvimos varios meses sin cobran ni un solo euro y, tras el despido, varios años hasta recibir la indemnización que nos correspondía. Así funciona el mundo de la banca: para ellos eres solo un número y, cuando no te necesitan, ya no vales nada”, lamenta a RTVE.
Entretanto, la crisis desencadenó más de 700.000 desahucios en los últimos diez años. Del otro extremo, el número de personas superricas, que declaran a Hacienda patrimonios de más de 30 millones, creció el 150% entre 2007 y 2016, hasta 579, según los datos más recientes de la Agencia Tributaria.
“Llegaban a diario familias con niños, personas ancianas… suplicando que no les desahuciaran. Personas que acababan de perder su empleo y que, de la noche a la mañana, se veían con tres niños en la calle, sin saber a dónde ir o qué hacer. Era la única esperanza que les quedaba”, explica Crespo.
Una década después del estallido de la recesión, España acumula seis años de expansión y su economía está más equilibrada, al tiempo que el mercado laboral ha mejorado. Sin embargo, la tasa de desempleo sigue siendo alta, sobre todo entre los más jóvenes, los salarios se han estancado y existe un alto índice de temporalidad. La sombra de la crisis sigue presente.