Neutralizado un "frente de cárceles" yihadista de 25 reclusos, entre ellos dos condenados por el 11-M
- Se trata de la primera operación llevada a cabo en Europa contra un entramado afín al Dáesh en el ámbito penitenciario
- Jamal Zougan y Hassan El Haski son dos de los terroristas culpables de la masacre del 11 de marzo de 2014 en Madrid
La Guardia Civil ha desarticulado un grupo de 25 internos afines a la organización terrorista Dáeshinvestigados por captar, adoctrinar y radicalizar a otros presos en una operación en la que ha neutralizado el embrión de un "frente de cárceles" yihadista.
Dos de los terroristas autores de la masacre de Madrid del 11 de marzo de 2014, Jamal Zougam y Hassan El Haski. Zougam fue condenado a más de 40.000 años de cárcel por los atentados, y El Haski, sentenciado a 14 años de cárcel por el Supremo y a otros 10 en Marruecos, donde debe ser extraditado tras cumplir condena en España.
La denominada Operación Escribano, desarrollada en 17 prisiones de todo el país, ha permitido desarticular un grupo muy organizado y estructurado que tenía objetivos muy concretos y que había amenazado a determinados funcionarios de Instituciones Penitenciarias, alguno de rango superior.
El cabecilla es Mohamed Achraf, cuyo verdadero nombre es Abderraman Tahiri, preso que cumple condena por liderar una célula desarticulada por la Policía Nacional en la Operación Nova de 2004, y que planeaba atentar contra varios objetivos emblemáticos de Madrid, entre ellos la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo o la estación de tren de Príncipe Pío.
En concreto, el operativo ha tenido lugar en las cárceles de Las Palmas II, Teixeiro, Estremera, Villena, Algeciras, El Puerto de Santamaría III, Ocaña I, Zuera, Mansilla de las Mulas, Soto del Real, Huelva, Murcia II, Mallorca, Valencia, Albolote, Córdoba y Villabona.
El camino de la captación y el adoctrinamiento
Mohamed Achraf, desde prisión, dirigía un grupo disperso por esas cárceles con planes concretos de radicalización y captación de otros reclusos, pero también de actuación contra objetivos concretos, según las fuentes.
Contaban con su propia iconografía y eslogan y estaban perfectamente estructurados, con órdenes precisas de actuación en los patios y métodos de formación y de entrenamiento. "Bastante disciplinados y organizados", añaden las fuentes.
Para el proceso de captación y adoctrinamiento el grupo combinaba tanto la interacción física entre internos dentro de los propios centros penitenciarios como la relación epistolar, lo que le permitía establecer comunicación con reclusos ubicados en distintas prisiones.
Han recurrido además a varias alternativas al margen de los sistemas de control establecidos por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias como el empleo de otros internos no sujetos a especial vigilancia y de esta forma pretendían eludir los mecanismos de monitorización y de prevención de la radicalización existentes en este ámbito.
El grupo estaba integrado por varios dinamizadores que no solamente se dedicaban a captar a internos de la órbita del Dáesh sino que también buscaban cohesionar a los presos encarcelados por delitos de terrorismo y de esta forma intentaban fraguar el embrión de lo que podría considerarse un "frente de cárceles" yihadista.
La mayoría de los investigados, lejos de alcanzar los objetivos de reinserción social, se han mantenido activos en la militancia yihadista acrecentando su proceso de radicalización durante su estancia en prisión. Los investigadores estiman que más allá de su finalidad proselitista la actividad del grupo podría ir más lejos.
Próxima puesta en libertad de varios investigados
Para ello tienen en cuenta hechos como los ataques yihadistas en 2016 en el interior de la prisión francesa de Osny, donde un interno atacó a varios funcionarios de prisiones, y el protagonizado en 2018 en Lieja (Bélgica) donde durante un permiso penitenciarios un preso radicalizado asesinó a dos policías y a un civil.
De ahí que la propia existencia del grupo se entienda como un potencial riesgo para la seguridad más aún teniendo en cuenta que estaba próxima la puesta en libertad de varios de los investigados.
Si bien la investigación comenzó sobre un interno de un centro penitenciario se comprobó que la actividad ilícita del grupo se extendió a 17 prisiones, lo que supone el 55% de las cárceles que alojan presos vinculados al terrorismo yihadista.
Este operativo coincide con el momento de máxima población reclusa por terrorismo yihadista fruto de la intensa actividad desarrollada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles durante los últimos años.
En concreto, desde la elevación al nivel 4 de alerta antiterrorista el 26 de junio de 2015 la Guardia Civil ha intensificado las investigaciones relacionadas con este fenómeno con la finalidad de anticiparse y neutralizar la amenaza que representa.
Control de los procesos de radicalización
El control de los procesos de radicalización llevada a cabo por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha sido clave para identificar a estos internos, informa el Ministerio del Interior.
Se trata de la primera operación de estas características llevada a cabo en Europa contra un entramado afín al Dáesh cuya actividad se desarrolla íntegramente en el ámbito penitenciario y se ha desarrollado bajo la dirección del Juzgado Central de Instrucción número 1 y la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
Su objetivo ha sido recopilar pruebas que permitan esclarecer la actividad del grupo investigado compuesto tanto por presos con antecedentes previos por delitos de terrorismo yihadista como por reclusos comunes cuyo proceso de radicalización se ha iniciado durante su estancia en prisión, entre los que se encuentran varios españoles conversos o en proceso de conversión.