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Festival de Málaga

Buñuel, la amistad verdadera y el documental sobre Las Hurdes que cambió su alma

  • Buñuel y el laberinto de las tortugas narra el rodaje del cineasta aragonés en Extremadura en 1933
  • La película de animación, que combina con imágenes originales, se basa en el cómic homónimo

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RTVE.es estrena el tráiler de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'

París, 1930. Un joven Luis Buñuel algo desnortado pero con el afán de incomodar en plena forma se halla en una encrucijada vital: su última película, La edad oro, ha sido un relativo fracaso. Pero suficiente para que la escandalera le cierre todas las puertas y reciba la preceptiva llamada de atención del Vaticano.

El genio de Calanda con la furia y su humor socarrón intacto emprende un golpe de timón. Cambiará el surrealismo por un documental de denuncia sobre la pobreza desoladora que azota Las Hurdes extremeñas. Una de las tierras más deprimidas y abandonadas del país donde la carencia era tan extrema que ni siquiera llegaba el pan.

Pero Buñuel no tiene un duro tras el episodio parisino donde le tildan de apestado. De repente, obra un milagro casi, casi, surreal: su amigo del alma Ramón Acín le promete que si gana la lotería financiará el documental.

El honorable Acín sacó el Gordo de Navidad y cumplió la palabra dada: rodarían Las Hurdes, tierra sin pan (1933) con un presupuesto de 20.000 pesetas de la época embarcados en un viejo Fiat amarillo.

Fotograma de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'

Fotograma de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas' RTVE

Acerca de este rodaje catártico en Extremadura gira la película de animación Buñuel y el laberinto de las Tortugas, basada en la novela gráfica de Fermín Solís escrita hace más de una década tras una larga investigación [Mira en la crónica de nuestro experto en cómic Jesús Jiménez todos los detalles].

El filme, participado por RTVE, era uno de los más esperados en la 22 edición del Festival de Málaga donde ha tenido una excelente acogida en su presentación. Su director, Salvador Simó, relata que querían desacralizar al mítico aragonés enfocándose en esta primera etapa en búsqueda de su identidad y lenguaje propio. El dramático golpe de realidad de la miseria y la muerte de Las Hurdes le removería por dentro para siempre.

“Antes, su surrealismo era muy daliniano y muy influido por las imágenes pero a consecuencia del documental hay un cambio en toda su filmografía posterior. Su surrealismo se basará en el alma y el ser humano, no solo en la provocación”, explica Simó sobre la metamorfósis de un grupo de intelectuales acomodados que pasan de los cafés parisinos a la cara mas amarga de la existencia.

Una amistad inquebrantable

La amistad es el otro gran tema de un filme conmovedor y emocionante que remueve las entrañas sin trucos, producido por Manuel Cristóbal con grandes títulos de animación a su espalda como la multipremiada Arrugas.

Ramón Acín fue un personaje único y quizás no lo suficientemente reivindicado. Pedagogo, poeta, humorista gráfico, verso suelto de las vanguardias, maestro de niños desfavorecidos y ante todo “un hombre bueno”.

El oscense tuvo un final funesto por su ideario libertario. Fue fusilado durante los primeros días de la Guerra Civil. Su mujer correría la misma suerte 17 días después. Dejaron dos huérfanas.

Acín y Buñuel representan un canto a la amistad más pura y verdadera. Y el necesario contrapunto humorístico en el filme a la bella dureza del paisaje de Las Hurdes y de sus gentes. El título de la película refiere a la forma de concha de tortugas que veía el director de Viridiana en los tejados de las casas bajas hurdanas.

La película de animación mete el dedo en la llaga vía ficción pero muy bien documentada, que mezcla con imágenes reales y descartes de Las Hurdes, tierra sin pan lo que le aporta una autenticidad absoluta.

Salvador Simó presenta su película

El director Salvador Simó (i), posa con el autor del cómic Fermín Solis, en la presentación del 22 Festival de Cine Español de Málaga.

No escamotea escenas brutales como la del burro muerto por las abejas o el tiro que le pegó Buñuel a una cabra. El aragonés se adelantó a los tiempos en una narración de falso documental acomodando la vida para narrar el drama.

“Para nosotros era muy importante explicar cómo eran las cosas en aquel momento. Una sociedad brutal y atrasada en la que no había ningún respeto a los animales, pero eso también era Buñuel, provocar a la gente para que no dieran nada por sentado”, señala Salvador Simó sobre esta vuelta de tuerca de cine dentro de cine. El realizador añade que el mejor halago que están recibiendo es que el filme “no parece de animación” por su tono vívido.

La cinta avanza hacia un retrato psicológico profundo en las contradicciones de la personalidad del maestro de Calanda, en su particular imaginario y obsesiones, incluida la mala relación con su padre o su pulsión por las armas en un ambiente onírico.

Ora bestial ora entrañable, Buñuel volvió a escandalizar con el documental destinado a ser el primero de una serie de denuncias que truncó la Guerra Civil.

La película de 26 minutos fue prohibida al poner sobre la mesa un presente incómodo que conectaría más de 20 años después con su cinta mexicana Los olvidados, que también sufrió rechazo. “Siempre hizo un cine políticamente incorrecto y creo que hoy en día le costaría encontrar su sitio”, aventura Simó que recalca la proyección internacional de su filme que ya ha sido vendido a 35 países.

Realizada con un presupuesto limitado para una película de animación, el equipo señala que uno de sus objetivos es que lleve al público de la mano hacia el visionado de Las Hurdes, tierra sin pan. El otro: aproximar a las nuevas generaciones a la fascinante figura de Luis Buñuel en un tributo a su memoria.

El que no olvidó jamás fue el propio director. Cuando la película se reestrenó en los 60 les dio a las hijas de su amigo Ramón Acín parte de la recaudación y el pedagogo fue rehabilitado en los créditos.

Buñuel y el laberinto de las tortugas se estrena en cines el próximo 26 de abril, el mismo día que salió a la luz el documental de Las Hurdes en 1933 en un homenaje muy buñueliano al valor de la amistad.