'Hospitalarios, las manos de la Virgen', la voz silenciada del dolor y del sufrimiento, que el mundo quiere ignorar
- Ópera prima de Jesús García Colomer, que nos descubre Lourdes desde los voluntarios y enfermos
- E l director ya publicó Medjugorje (2013) y Magdala (2016)
Puede parecernos una secuela de la archipremiada “Campeones”, pero no les. Hospitalarios es un relato descarnado del dolor. Pasan delante de ti los enfermos, un río de enfermos, arrebujados en sus carritos, tirados por los voluntarios. Dos mil españoles, hombres y mujeres, que cada año descubren en Lourdes ese milagro de la fe en pleno siglo XXI. Todos repiten.
Muchos de los enfermos que acuden a Lourdes están atenazados y rotos con enfermedades terribles. Con la película descubres sus historias. Todos se presentan ante ti con su nombre. Y hasta sus apellidos. Tienen mucha vida que contar. Al final, percibes su dignidad y su grandeza, que los voluntarios-enfermeros de Lourdes descubren durante los cinco días que dura la peregrinación.
Su director, un voluntario más en Lourdes
Su director, Jesús García Colomer, debuta en el cine con esta película incalificable. Conocido periodista. Trabajó en El Mundo. Es y sigue siendo un asiduo youtuber y twitero. También autor de libros que nos han permitido conocer las excavaciones de Magdala, la ciudad de María Magdalena, la mujer de los siete demonios y discípula de Jesús, o adentrarnos en el misterio de Medjugorje, un lugar de Bosnia, donde aseguran que se sigue apareciéndose la Virgen María.
Todo empezó a partir de una experiencia personal del autor, que viajó solo a Lourdes en el año 2008, en plena invierno, sin apenas peregrinos. Allí descubrió el auténtico Lourdes, no el que nos ofrece las guías de turismo religioso. En el año 2013 fue con los voluntarios y con los enfermos. Le cambió la vida. Como a otros. Antonio es tetrapléjico. Repite todos los años. “Me he curado .Me siento- asegura- curado por dentro. Ahora tengo fe”
El vaso de veneno
Hospitalarios no es una ficción. Tampoco un docudrama. Ni una película más de las muchas dedicadas a Lourdes, la mejor sin duda, La Canción de Bernardette, del año 1943, que le valió un óscar a su protagonista, una jovencísima Jennifer Jones.
Hospitalarios se acerca más al reportaje, donde los personajes hablan, algunos con su mirada penetrante y hasta llena de vida. Cuatro años costó su rodaje. Sin guion previo y sin apenas presupuesto. El primer año, con una sola cámara. Los siguientes, con tres. Es, sin duda, una apuesta arriesgada en pleno debate sobre la eutanasia.
“Tienes que ir a Lourdes, y empujar una silla de ruedas durante un rato”, nos dice su director. “No hace falta que estés un mes; con veinte minutos te basta para que tu propia experiencia de la vida y tu propia realidad se abre a algo que no tiene por qué ser negativo”…
Habla con seguridad, con convicción, mientras te mira a la cara. Domina la situación en todo momento, mientras te habla. Es un comunicador nato. “Al revés, esa experiencia de tirar de un carrito de ruedas, te va a portar una perspectiva más alegre y más esperanzadora, de la que nos ofrece la Administración, que es tomarte una vaso de veneno”
Se estaba refiriendo, claro está, a María José Carrasco, la enferma que decidió acabar con su vida tras padecer 30 años de esclerosis múltiple. Otros enfermos que van a Lourdes no descartaron esa idea en algún momento de sus vidas.
“Sin Dios me hubiese matado”
La película no plantea abiertamente un debate sobre la eutanasia. Está ahí, como lo está en la sociedad misma o el ámbito político. El testimonio de Sergio, con parálisis cerebral por un mal parto, no fue algo buscado, nos confiesa el director. Es sin duda la intervención más dura de toda la película. Te estremece. Sergio, con apenas un hilo de voz, mueve su cabeza de un lado a otro para remarcar sus palabras entrecortadas. Su fuerza interior le desborda- Para él es importante lo que quiere decir. Y lo consigue.
“A Dios no lo entiendo y me enfado con él. Pese a todo… Siento… Siento su amor muy fuerte en mí. ..Si no (lo sintiera) me hubiese matado”.
Nos quedamos sin palabras.
La muerte no es “la” opción.
La actualidad manda. Le preguntamos al director, a bocajarro y sin medias tintas, por el caso más mediático que ahora conmueva a la sociedad española. El suicidio asistido de María José Carrasco. Y nos responde con valentía.
“María José Carrasco no quería suicidarse, quería ir a una residencia, pero si en diez años la administración no le da una residencia, uno acaba por desesperarse…. Su marido, que le facilitó el veneno, no quería matar a su mujer, ni ayudarla a su suicidio; quería encontrarla una residencia”.
“A mí –añade el director- me parece admirable que este hombre, finalmente, opte por ayudar a morir solo a su mujer, en vez de salir con una recortada a la calle contra los políticos que no han facilitado una residencia para a su mujer en una situación tan límite, que llevaban diez años solicitando. Yo también me habría desesperado"
Y sigue con su discurso, mirándote fijamente a los ojos, y sin levantar la voz. Su tono es pausado, pero con unas palabras duras como piedras. ”Yo hago una propuesta, si la de las Administraciones es el suicidio asistido, pues para ellos, que se lo queden. Yo tengo una propuesta que es la de Hospitalarios”.
“A la Administración –añade- le viene muy bien que los enfermos se mueran, porque no producen y cuestan dinero”.
La experiencia tangible de la fe
El director pide una oportunidad para Lourdes. Hospitalarios muestra esa realidad de la fe. Del más de millar de apariciones marianas, conocidas desde el siglo XVI, solo unas pocas han sido reconocidas por las Iglesia Católica, un reconocimiento que no obliga por otra parte a sus fieles. Lourdes (1858), Fátima (1917) y Ámsterdam (1945-1959) son las más conocidas.
De las tres, Lourdes sobresale por la rapidez con la que contó con la autorización eclesial. Sigue teniendo un efecto llamado hoy en día. “La fe tiene mucha fuerza”, asegura el director. “No subestimes el valor de la fe. La fe realmente hace que se mueven las montañas y suceden cosas que parecen eran inimaginables o que eran imposible. Pero eso lo tienes que vivir tú. Yo te doy una pista”
7.000 curaciones inexplicables
Desde las apariciones a la pastorcita Bernadette, en 1858, la oficina médica de Lourdes ha registrado más de 7.000 casos de curaciones científicamente inexplicables. Son curaciones instantáneas, que, además, no dejan secuelas. El tumor ya no está. Sencillamente. A veces se dejan pasar décadas desde la curación hasta el reconocimiento para que quede claro que se trata de una curación duradera para esa oficina médica, de la que forman 40 especialistas de reconocido prestigio mundial. No todos son católicos o creyentes.
Entre otros está el otorrinolaringólogo Michael Moran, natural de Belfast (Irlanda del Norte). Es un experto en cáncer y un voluntario más “Esto - afirma-es un comité científico. No somos los que usamos la palabra ‘milagro’. Eso es algo que es la Iglesia quien tiene que decidirlo”,
De esos siete mil casos inexplicables para la Ciencia, solo 69 han sido reconocidas por la Iglesia como intervenciones milagrosas de Dios. Y esas curaciones siguen en nuestro siglo XXI. Las 7 primeras se constataron oficialmente en 1862, cuatro años después de las apariciones. Las tres últimas -por el momento- sucedieron en el siglo XX pero han sido reconocidas en el siglo XXI, por médicos del siglo XXI, con la tecnología del siglo XXI.
Próxima parada, Nevers, el segundo Lourdes
La película tiene muchas sorpresas, que no queremos descubrir, y una mujer, que no vemos, pero que está muy presenta con su voz al principio y al final. No queremos revelar su nombre.
Termina Hospitalarios con Bernardette Soubirous, que descansa, literalmente, en su convento de Nevers, donde se recluyó tras las apariciones. Allí murió con apenas 35 años en 1879. Su cuerpo parece dormido en una gran urna de cristal. Está incorrupto, sin signo alguno de putrefacción, un hecho que se descubrió en 1909, treinta años después de su muerte. No es una momificación natural. Ni por ningún tratamiento químico. Bernadette Soubirous fue declarada santa por la Iglesia Católica en 1933.
Otro reto para la ciencia como esas curaciones inexplicables o esa agua que no para de fluir en la gruta de Lourdes y que alimenta las piscinas. Aún en años de fuertes sequías, cuando otros manantiales se secan. Otro misterio de Lourdes, que esta película trata desentrañar.