Ricardo Darín: "La mayoría de los ciudadanos del mundo somos unos giles"
- El actor protagoniza La odisea de los giles, una fábula catártica sobre el corralito de 2001
Primero, las nociones de lunfardo. Definición de ‘gil’: “La forma más rápida de dar un sinónimo en español es pardillo. El crédulo, el ingenuo el que confía”. La traducción es cortesía de Ricardo Darín, que produce y protagoniza La odisea de los giles, una fábula catártica sobre el corralito que dejó tambaleado a Argentina en 2001.
Un grupo de humildes y currantes rurales depositan en dólares sus ahorros en un banco justo en día anterior al decreto que paralizó la retirada de efectivo. Cuando descubren que un empresario, preavisado de la situación, se hizo con sus billetes y los custodia en un sótano oculto en una finca, idean un plan para recuperar el dinero.
Dirigida por Sebastián Borensztein (Un cuento chino), La odisea de los giles extrae comedia de ese drama nacional y es el gran éxito del año de la taquilla del país austral. En España no llega hasta el 29 de noviembre (con la participación de RTVE en la producción).
“La verdad es que no hubo mucha necesidad de meter mano a la valija de los recuerdos, porque lo que ocurrió en 2001, más allá de que no fue muy investigado a posteriori, estaba grabado en el ADN de todos nosotros”, ha explicado Darín en rueda de prensa.
El actor comparte pantalla y labor de producción con su hijo Chino Darín. El estreno en Argentina ha coincidido con una nueva y grave crisis. “La Argentina es la misma. Tenemos una gran gimnasia de atravesar crisis, sobrevivirlas y volver a renacer. Quién sabe si no será esta nuestra principal característica: renacer todo el tiempo”, ha reflexionado.
Con todo, el actor quiere despegar al país de su imagen de campeón de la corrupción. “Internacionalmente nos han adjudicado el patrimonio de los chanta, los garca, pero quiero recordad que no es un invento nuestro. Por educación no voy a mencionar otros países, pero está diseminado por todo el planeta”.
Darín ha sido el vivo (Nueve reinas) y ha sido la revancha (Relatos salvajes). Aquí regresa al hombre común que se resarce, pero sin la mala leche de la película de Damián Szifrón. “Es algo que se comprende en todo el mundo: el ciudadano atropellado, que sufre el rigor de la burocracia, que agacha la cabeza y acata normas. Y está bien que, alguna vez, ganen los buenos”.
Un deseo que, espera, traspase la ficción. “Somos un pueblo con muchas esperanzas, queremos aprender de los errores cometidos -si los hemos cometidos nosotros-. Hay que hacer un análisis profundo desde hace 20 años hasta hoy. Estoy esperanzado de que nos vaya bien”.