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Historia

Esclavitud, un episodio silenciado de la historia de España

  • Este domingo se cumplen 140 años de la votación en el Parlamento que abolió la esclavitud en Cuba
  • Aunque es una realidad poco conocida, España se benefició de la trata y fue uno de los últimos países en abolirla

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El trabajo en las colonias fue realizado en buena parte con mano de obra esclava.
El trabajo en las colonias fue realizado en buena parte con mano de obra esclava.

Aunque silenciada durante años, la esclavitud supone uno de los episodios más oscuros y ocultos de la historia de España, que fue uno de los últimos países en prohibirla. El 19 de enero de 1880, hace ahora 140 años, el Congreso de los Diputados votó la abolición de la esclavitud en Cuba, un proceso que culminaría seis años después con la liberación del último esclavo, poniendo fin a uno de los hechos más vergonzantes de nuestra historia.

La historia de la esclavitud en España se remonta a la Antigüedad, y ya en períodos como el Imperio romano o los reinos visigodos está documentada esta práctica como parte esencial del sistema económico. Los esclavos eran sometidos generalmente por motivos religiosos o como parte del botín de guerra y se utilizaban para las tareas domésticas -los más afortunados- o para el trabajo agrícola, minas y otras labores más arduas.

La práctica se mantuvo durante la Edad Media, especialmente durante la Reconquista, y era habitual someter a esclavitud a los habitantes de los reinos árabes de la Península ocupados por los reyes cristianos.

Pero el verdadero auge de la esclavitud tuvo lugar con la Edad Moderna. El descubrimiento y posterior colonización de América provocó la necesidad de mano de obra para la explotación de los recursos del Nuevo Mundo, esencialmente minas de oro y plata y, más adelante, plantación de productos como el azúcar, el café o el algodón.

Aunque inicialmente estas tareas fueron realizadas por los indios, como fueron llamados, -sobre los que se aplicó la institución de la encomienda, una especie de sistema feudal que, en la práctica, no estaba muy lejos de la esclavitud-, pronto se produjo una enorme mortalidad entre los nativos, especialmente en zonas como el Caribe.

La Monarquía Hispánica, influida por los escritos de Bartolomé de las Casas, prohibió esclavizar a los indios, lo que abrió las puertas a la trata de africanos

A eso hay que unir el dilema moral que suponía para las autoridades españolas el hecho de que los indios eran a todos los efectos súbditos de la Corona y, por tanto, no podían ser esclavizados. Un debate al que habían contribuido los escritos de Bartolomé de las Casas, un antiguo encomendero español que se alzó como la primera voz crítica acerca de los excesos de sus compatriotas.

Por todo ello, la Monarquía Hispánica de Carlos V acordó en 1542 aprobar las llamadas 'Leyes Nuevas' que, entre otras cuestiones de organización acerca de las posesiones españolas en América, proclamó la libertad de los indios y suprimió las encomiendas.

La explotación de África

Sin embargo, esta circunstancia no supuso, ni mucho menos, el fin de la trata de esclavos, que orientó su mirada al continente africano, que ya desde un siglo antes estaba siendo explotado por los llamados 'negreros', sobre todo portugueses ya que, con la firma en 1479 del Tratado Alcaçovas, Castilla y Portugal se habían repartido los territorios del Atlántico, quedando la costa oeste africana bajo control luso, lo que propició un incremento del tráfico.

No hay que olvidar, además, que durante la conquista de Canarias que culminó en 1496 bajo el reinado de los Reyes Católicos, un gran número de guanches fueron sometidos a esclavitud y trasladados a la Península Ibérica para su explotación. Los esclavos, sobre todo negros y moriscos, fueron habituales a partir del siglo XVI en ciudades españolas como Sevilla, Valencia, Cádiz, Cartagena o Málaga, por su carácter portuario.

Durante la conquista de Canarias un gran número de guanches fueron sometidos a esclavitud y trasladados a la Península

La trata de esclavos negros se convirtió en un negocio muy lucrativo que fue controlado esencialmente por Portugal, pero en el que pronto se vieron envueltas otras naciones como Inglaterra, Holanda o Francia y en la que intervenían diferentes actores.

Entre esos actores estaban, por supuesto, los tratantes de esclavos pero también, no hay que olvidarlo, los reyes tribales, que vendían a sus súbditos a cambio de productos manufacturados. De este modo, durante los siglos XVII y XVIII, los de mayor auge del mercantilismo, se produciría un intercambio triangular, en el que las potencias más desarrolladas, como Gran Bretaña y Holanda, eran las que obtenían el máximo beneficio.

Los buques cargados de productos manufacturados llegaban a la costa africana, donde los intercambiaban por esclavos negros; mercancía humana que era trasladada a las plantaciones americanas, cuyo fruto era transportado a su vez a las metrópolis como materia prima para su industria.

El interés británico en la trata de esclavos fue tal que en el siglo XVIII, por mediación del Tratado de Utrecht (1713) logró el monopolio del llamado 'asiento de negros', por el que comerciaba en exclusiva con esclavos africanos en la América hispana, un derecho que fue renovando en distintas ocasiones a lo largo de esa centuria. De este modo, la Corona española no se implicaba directamente en la trata aunque se beneficiaba de su existencia.

Nueva mirada

Pero la Ilustración y la Revolución Francesa cambiaron la perspectiva de estas potencias acerca de la esclavitud, que entre finales del siglo XVIII y principios del XIX empezó a prohibirse en distintos países como Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. Fueron los propios británicos los abanderados del fin de la trata de la que tanto se habían beneficiado.

Curiosamente fue a partir del siglo XIX cuando España comenzó a traficar con esclavos y logró los mayores réditos, a pesar de que en ese momento fuera ya una práctica ilegal. Aunque la esclavitud en la Península Ibérica se abolió en 1817, en las posesiones de Ultramar las plantaciones de azúcar, tabaco y algodón siguieron funcionando gracias a la mano de obra servil.

Esta práctica dio lugar a grandes fortunas que, a su vez, propiciaron la formación de grupos de presión que, a lo largo del siglo XIX, trabajaron para evitar que los diferentes gobiernos liberales pusieran fin a la esclavitud en Cuba y Puerto Rico, las únicas colonias que, a estas alturas, España poseía en América. Nombres como el marqués de Manzanedo, el primer marqués de Comillas, el conde de Peñalver o incluso la propia María Cristina de Borbón -sobre todo desde que fue apartada de sus labores como regente de su hija Isabel II- se enriquecieron con este comercio ilegal de esclavos y, desde su poder económico, influyeron en el devenir político de nuestro país.

La trata ilegal de esclavos en el siglo XIX dio lugar a grandes fortunas que,a su vez, sirvieron como grupos de presión contra la abolición

Pero el fin de la esclavitud se convirtió en una de las reivindicaciones de las revueltas que a partir mediados de la centuria empezaron a ser cada vez más frecuentes en las Antillas. A eso hay que unir la presión internacional y de colectivos como la Sociedad Abolicionista Española que, desde posturas progresistas, empezaron a hacer insostenible la situación de la esclavitud.

Un paso importante llegó en 1870, en pleno Sexenio Revolucionario, cuando el ministro de Ultramar, Segismundo Moret, promulgó la llamada 'libertad de vientres', por la cual los hijos de esclavas en las Antillas nacían ya directamente como hombres libres.

Aunque la oposición a este proyecto estuvo detrás de la presión que llevó a abdicar a Amadeo de Saboya, en 1873, poco después de instaurarse la Primera República Española, se votó a favor de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico.

La abolición en Cuba tardó siete años en llegar, pero finalmente en 1880, ya en la etapa de la Restauración, el Parlamento español declaró ilegal la esclavitud en la isla. Seis años después un real decreto completaba esta decisión, liberando a unos 30.000 esclavos que aún seguían siéndolo.

Pese a que España fue el último país europeo en abolir la esclavitud, todo lo referente a este episodio ha sido silenciado y olvidado durante siglos, hasta el punto de que muchos españoles creen que la trata fue una práctica ancestral en la Península, más propia de la Edad Media que de tiempos modernos.

Seguramente el papel que jugó la esclavitud y sus beneficios en la construcción de muchas de las grandes fortunas del siglo XIX -algunas de las cuales siguen vigentes- ha ayudado a echar tierra sobre este vergonzoso capítulo de nuestra historia.