Los demócratas advierten del peligro sin precedentes de la obstrucción de Trump: "Es un dictador"
- Los fiscales aseguran que los intentos de Trump de entorpecer la investigación de la trama ucraniana amenazan la Constitución
- Piden a los senadores un juicio justo en su último turno de palabra | Así te hemos contado la sesión | Especial: Impeachment
Los intentos de Donald Trump para entorpecer la investigación sobre la trama ucraniana constituyen un delito de obstrucción a la justicia sin precedentes, según han advertido los fiscales demócratas en la tercera y última sesión para argumentar sus acusaciones. Uno a uno, los siete demócratas que ejercen de fiscales en el juicio político que busca la destitución de Trump han cargado contra el excesivo control que el presidente ejerció sobre sus correligionarios para bloquear el impeachment.
La acusación ha dedicado poco más de cinco de las 24 horas de las que disponían a explicar por qué el presidente considera que está por encima de la ley cuando trata de ocultar sus presuntas presiones al presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, para que investigara a su rival demócrata Joe Biden. "Si no lo destituímos, si se le permite que desafíe al Congreso de forma categórica, que tilde las citaciones del Congreso de 'tonterías', entonces habremos perdido. La Cámara de Representantes y el Senado habrán perdido todo su poder para pedir explicaciones a un presidente.", ha advertido el lider del Comité Judicial, Jerry Nadler.
“Si no lo destituímos, si se le permite que desafíe al Congreso de forma categórica, que tilde las citaciones de 'tonterías', habremos perdido“
Trump ha cargado duramente contra las pesquisas desde su apertura en septiembre. Igual que la trama rusa, el escándalo ucraniano es una "farsa, una caza de brujas y una tomadura de pelo". Y por tanto, el mandatario dio orden a todos sus funcionarios -dos millones según los demócratas- de no colaborar en la investigación, rechazar cualquier citación del Congreso e impedir el envío de todo documento solicitado por la Cámara. Las únicas pruebas que vieron la luz fueron la transcripción de la conversación con Zelensky, con algún que otro detalle oculto; y una posterior llamada semanas después.
Un presidente anómalo en la historia del impeachment
Trump lo tiene claro: la llamada fue "perfecta". Y por eso imperó el silencio en la Oficina de Vicepresidencia, la de Presupuestos, el Departamento de Estado, el Departamento de Energía y el Departamento de Defensa. Del mismo modo, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el vicepresidente, Mike Pence, el exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, o el jefe de gabinete, Mick Mulvaney, recibieron la orden de ignorar cualquier requerimiento del Congreso. Solo Bolton ha asegurado que hablaría si así se lo solicita el Senado.
“Trump quiere ser poderoso. No necesita respetar al Congreso. Solo vale su voluntad. Es un dictador“
Esta estrategia supone toda una "amenaza a la Constitución y a la integridad de nuestra democracia", según ha destacado el fiscal jefe demócrata, Adam Schiff, que no tiene precedentes en los anteriores procesos de destitución contra Richard Nixon y Bill Clinton. Nixon permitió el testimonio de funcionarios y miembros de su Gobierno, aportó documentos oficiales y buena parte de sus propios archivos de la Casa Blanca cuando así se le solicitó. Por si fuera poco, han mostrado cómo Donald Reagan, Barack Obama o Bill Clinton colaboraron cuando fueron apercibidos.
[Los dos antecedentes de juicios políticos en EE.UU.]
Precisamente por el desprecio del presidente a la trama y por proclamarse "el elegido", los demócratas han alertado de la anomalía en el comportamiento autoritario de la era Trump. "Trump quiere ser poderoso. No necesita respetar al Congreso. Solo vale su voluntad. Es un dictador", ha zanjado Nadler. En palabras de su compañero Jeffries, el presidente se ha comportado durante este proceso como todo un "déspota".
Veinticuatro horas para demostrar la necesidad de nuevas pruebas
Los demócratas han agotado las 24 horas de las que disponían en tres jornadas para presentar un caso ya conocido por la mayor parte de la clase política. Las audiencias públicas de noviembre fueron seguidas por millones de estadounidenses, aunque no así estas maratonianas jornadas del juicio.
La construcción del relato resultaba de vital importancia para los demócratas, porque solo a través de una narración coherente lograrán persuadir a los cuatro senadores republicanos que podrían votar a favor de nuevas pruebas y testimonios. A ellos ha apelado un agotado Schiff al término de la jornada: "Se lo imploro, permitan un juicio justo" y se imaginen cómo se sentirían si Trump le hubiera pedido una investigación a una potencia extranjera.
Las filtraciones de una grabación en la que supuestamente se escucha a Trump ordenar la destitución de la exembajadora en Ucrania han agitado el juicio. Los demócratas tienen en su poder una nueva prueba que, de ser cierta, les allana el camino hacia la prolongación del juicio si finalmente se aceptan nuevas pruebas. Esta votación se produciría el viernes 31 y, en el remoto caso de que salga adelante, abrirá la puerta a una batalla legal en el Supremo.
A este punto se ha referido el congresista Hakeem Jeffries al recordar que el presidente no se ha acogido, de momento, a su privilegio ejecutivo para evitar colaborar. "Quizá porque éste no permite blanquear la obstrucción de toda la rama del Ejecutivo; quizá porque nunca ha sido aceptado. O quizá porque cuando Nixon lo hizo, perdió claramente contra el Tribunal Supremo", ha recordado.
Los republicanos esperan al prime-time para derribar el caso
La defensa dispone ahora de 24 horas para contradecir el caso. Comenzarán el sábado por la mañana, en una jornada que será previsiblemente más corta que las anteriores. El cansancio y agotamiento impera entre los senadores, que en cuatro días han estado obligados a guardar silencio durante cerca de 38 horas. El propio presidente ha criticado en Twitter que sus abogados vayan a presentar el caso en un "valle muerto" matinal, una franja horaria muy poco atractiva en televisión porque quiere una defensa digna de espectáculo.
Hasta ahora, la estrategia de los republicanos se ha centrado en tres pilares: la perfección del comportamiento del presidente, la obsesión demócrata contra Trump y la falta de argumentos legales para el caso. "Oirán que la llamada [entre Trump y Zelensky] fue perfecta. Lo dirán porque el presidente insiste en que digan eso. Los abogados tienen que representar a su cliente. También dirán que Ucrania cree que la llamada fue perfecta. Pero lo que realmente significa esto es que Ucrania necesita un futuro y sabe que si reconocen que fueron chantajeados por el presidente de Estados Unidos, él les hará pagar", ha advertido Schiff en sus conclusiones.
Los demócratas vivirán los próximos días con la vista puesta en las nuevas revelaciones que puedan cambiar el transcurso de un juicio hasta ahora muy previsible. Ellos lo tienen claro: "Trump intentó hacer trampas, lo pillaron y dedicó mucho esfuerzo a encubrirlo", en palabras de Jeffries. Pero, de momento, los republicanos mantienen el cierre de filas que acabará en la absolución del presidente.