La crisis del cómic adulto que cambiaría la industria para siempre
- Julio A. Gracia Lana analiza ese momento clave para el cómic en Las revistas como escuela de vida
- Un libro realizado a través de testimonios de grandes autores de la época
Tras la muerte de Franco (1975) comenzó el llamado “Boom del cómic adulto” en España, cuando se editaron un montón de revistas, con tiradas de decenas de miles de ejemplares, como El Víbora, 1984, Cimoc… Una edad de oro en la que el cómic fue protagonista de movimientos culturales como “La movida madrileña”. Pero ese espejismo no duró mucho y en 1986 llegó una tremenda crisis que cambiaría la industria de los cómics para siempre y que culminaría en la aparición de la Novela Gráfica.
Julio A. Gracia Lana, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza ha hablado con los dibujantes que vivieron esa época en el libro Las revistas como escuela de vida. Diálogos sobre el cómic adulto (1985-2015), de la imprescindible colección Grafikalismos (de ensayos teóricos sobre el cómic), que editan la Universidad de León y Eolas Ediciones.
Julio comienza explicándonos cómo se produjo ese boom: “Los orígenes del boom se encuentran, en gran medida, en el propio auge de la prensa en papel que se dio durante la Transición. Revistas como El Papus o Hermano Lobo retrataron de forma precisa los cambios y la nueva apertura de la época. Las revistas de cómic adulto se sumaron a la ocupación del quiosco, siendo pioneras dos editoriales: Nueva Frontera y Toutain Editor”.
“Las razones que llevaron a su desaparición fueron múltiples y todas ellas tuvieron que ver con su final –añade-. Podemos decir que se produjo una verdadera “tormenta perfecta” que llevó al naufragio de las revistas. Una de estas causas fue la ampliación de la “tarta” del ocio. Los lectores de los ochenta y noventa se encontraban con muchas más opciones para divertirse que los de años anteriores: los canales y la oferta de televisión se habían multiplicado, el cine ofrecía nuevas opciones con la apertura que propició la Transición y apareció un actor nuevo: el videojuego. Las máquinas recreativas y la videoconsola doméstica fueron dos realidades a tener en cuenta en esta etapa. Se sumaron problemas económicos y se creó un contexto en el que, además, se consolidó la introducción de material americano (con Cómics Forum y Ediciones Zinco) y japonés (auspiciado en buena medida por el gran éxito de Dragon Ball)”.
Entrevistas con grandes autores
El volumen se estructura a través de entrevistas con los autores de la época (Josep Maria Beà, Laura, Max, Miguel Ángel Martín, Montesol, Nazario, Miguelanxo Prado, Paco Roca, Marika Vila) y editores, teóricos de la hisotrieta, propietarios de tiendas de cómic…
“El libro parte de mi tesis doctoral, que desarrollé durante más de cuatro años en la Universidad de Zaragoza –asegura Julio-. En ella analizo las causas que llevaron a la progresiva desaparición del formato revista de cómic propia de los años ochenta y cómo muchos autores tuvieron que trabajar tras ese hecho en otras manifestaciones artísticas, como la pintura, el cine, la ilustración, el diseño o la literatura. Llevaron consigo muchos elementos procedentes del lenguaje del cómic, entre los que se encontraba el trazo o la forma de entender la angulación y el enfoque en las viñetas”.
“Llegué a este tema –confiesa- porque siempre me llamó la atención que en otras nacionalidades (como Japón, Estados Unidos, Francia o Italia), siguiera existiendo la idea del cómic de publicación periódica con un “continuará”, mientras que en España dicha fórmula había prácticamente desaparecido. El paso siguiente fue lógico: acercarme a un periodo en el que esto era posible y que, a pesar de ser muy cercano, no había recibido un gran número de aproximaciones teóricas que pusieran claridad a nivel histórico”.
Un libro que tiene detrás un trabajo de años: “El libro parte de mi tesis doctoral, a la que dediqué más de cuatro años. La preparación propiamente de Las revistas como escuela de vida me ha llevado casi un año. Durante este tiempo he seleccionado y revisado múltiples veces las entrevistas que mejor podían encajar en el texto y he buscado las imágenes que las acompañarían”.
“Para publicarlo –añade Julio- ha sido capital el apoyo del director de la colección Grafikalismos, José Manuel Trabado, profesor en la Universidad de León. La serie de libros está coeditada entre la universidad y Eolas Ediciones. Se trata de la única especializada en teoría del cómic editada por una universidad española. El diseño del libro, pleno de color, ha sido realizado por Alberto R. Torices”.
Cómics que reflejaban su época
Como nos comenta Julio: “Esas revistas de cómic eran un reflejo absoluto de la sociedad del momento. Los cambios y avances políticos o sociales quedaron perfectamente plasmados en estas publicaciones. Los personajes y los escenarios en los que estos se movían, estaban muchas veces extraídos de la vida cotidiana de guionistas y dibujantes”.
Además, el cómic tuvo un papel fundamental en la cultura de la época. “Esas revistas fueron básicas para entender la contracultura en Barcelona o La Movida en Madrid –asegura Julio-. Anarcoma, de Nazario, retrataba universos que hasta ese momento apenas se habían incluido en las viñetas pero que resultaban representativos de la Barcelona contracultural. El mundo de chulos, travestis y prostitutas de unas Ramblas llenas de vida que conocieron, acompañaron e hicieron posible el tardofranquismo y la democracia. Del mismo modo, la Movida madrileña no puede entenderse sin la efervescencia de fanzines y publicaciones y sin el nacimiento de revistas como Madriz”.
Aunque eso no significa que estuvieran más relacionadas con la actualidad que el cómic de nuestra época. “No especialmente. Creo que el cómic siempre ha sido un reflejo fiel de su época, como cualquier otra manifestación artística. Por disponer un ejemplo, en la actualidad, existe una corriente de novela gráfica “social” que trata, entre otros temas, aspectos o problemáticas provocadas por la crisis económica”.
El libro
Julio A. Gracia Lana nos comenta cómo está estructurado el libro: “Tras el prólogo firmado por Antonio Altarriba, desarrollo una aproximación al panorama de los magacines del boom que contextualiza y da sentido al libro. Las entrevistas las estructuro en dos partes claramente diferenciadas: la primera se dedica a las autoras y autores que se vieron afectados por la desaparición de estas publicaciones. Me parecía totalmente adecuado que los historietistas, como base principal del sistema creativo, tuvieran una importancia capital en el libro. La segunda parte explora al resto de componentes del ecosistema del cómic: autoeditores, editores o libreros que fueron protagonistas destacados del contexto y sin los que tampoco es posible entender los diferentes prismas que convivieron en esos años”.
“En total –añade-, incluyo en el libro dieciséis capítulos con entrevistas. Algunas de ellas son complementarias o dobles (como la realizada a Max y Pere Joan por Nosotros Somos Los Muertos)”.
En cuanto a los criterios que ha tenido en cuenta para seleccionar a los entrevistados, Julio asegura que: “He buscado seleccionar perfiles representativos de la época y crear un contraste entre diferentes perspectivas que formaban parte de un mismo universo. Por ejemplo, entrevisto a Emilio Bernárdez, editor de La Cúpula y por lo tanto uno de los responsables de la revista El Víbora. Pero también a Joan Navarro, el primer editor de la revista Cairo. Magacín en cierta manera “rival” a nivel estético y de público de El Víbora”.
Casi no había mujeres en el cómic adulto
En el libro, Julio entrevista a Laura Pérez Vernetti y Marika, dos de las pocas mujeres que trabajaban en el cómic adulto de la época. Laura confiesa que ganaba menos que los hombres y que le publicaban muy de vez en cuando.
“El cómic era un ámbito puramente masculino, tanto a nivel de producción como en lo que respecta a la edición y al propio público lector –asegura Julio-. Las mujeres que publicaban en estas revistas estaban sometidas a especial presión y tenían que trabajar insistiendo en todo momento en su calidad estética y narrativa. A muchas de ellas les acompañaba la etiqueta de “cómic femenino” o “hecho por mujeres”, una forma más de encasillarlas y de crearles compartimentos estancos de los que no pudieran escapar”.
“A pesar de las dificultades, autoras como Laura o Marika realizaron una producción fantástica en la que trataron de descomponer los estereotipos sobre la representación de la sexualidad o el papel de la mujer en la sociedad del momento” –concluye Julio-.
Con la crisis muchos abandonaron el cómic para siempre
La desaparición de las revistas (apenas sobrevivieron El Víbora, Kiss Comics y El Jueves que es la única que permanece en la actualidad) hizo que muchos de esos dibujantes se quedaran sin trabajo. Julio nos comenta como se reciclaron: “Muchos de ellos pasaron a trabajar en otros medios. Por ejemplo, Nazario se dedicó mayoritariamente a la pintura en los años noventa. En sus primeros lienzos, apostó por temáticas que parecían alejarse del cómic, como los bodegones o naturalezas muertas. Más adelante, poco a poco, volvió a surgir la figura humana, el personaje, que más claramente podemos vincular con sus historietas”.
“Contemporáneamente, Miguelanxo Prado trabajó para Xabarín Club de TVG o para la serie internacional Men in Black, producida por Steven Spielberg. Marika Vila formó parte de la productora EQUIP, que fue responsable de la serie de animación Mofli, el último koala o de la película Despertaferro”.
“La pintura o el audiovisual –añade Julio- fueron solo dos de los medios que abrazaron: la ilustración, el diseño o la escritura se constituyeron también como ámbitos recurrentes para las y los historietistas. Los casos más sangrantes tienen que ver con aquellos que abandonaron el cómic para no volver nunca al medio. Sin embargo, lo cierto es que otros guionistas y dibujantes tuvieron la oportunidad de regresar a las viñetas. Por ejemplo, tras muchos años en el ámbito pictórico, Montesol realizó la novela gráfica Speak Low. En ella, por cierto, el trazo recuerda mucho a su etapa en la pintura”.
Obras que habría que rescatar
Entre toda la ingente producción de esa década prodigiosa, preguntamos a Julio qué cuatro o cinco obras habría que recuperar: “Seleccionar siempre es difícil. Pero entre las muchas que podríamos destacar estaría Trazo de tiza, de Miguelanxo Prado, una obra maestra de la intertextualidad que condensa mucho en muy poco.
Vidas ejemplares, de Montesol, constituye un reflejo mordaz e inteligente de la época. De sus ansias de avance cultural y del egocentrismo de algunos de sus protagonistas.
Las historias cortas realizadas por Marika Vila en revistas como Rambla son pequeñas deconstrucciones del papel que se espera de la mujer en la sociedad. El libro incluye dos páginas de la historia Reflejos, representativas de su producción.
Laura tiene también breves propuestas como Safo, publicada en Nosotros Somos Los Muertos, muy interesantes en la búsqueda de nuevas vías para explorar el erotismo. La propia revista Nosotros Somos Los Muertos, editada por Max y Pere Joan desde Mallorca, contiene aportaciones gráficas impresionantes y sin las que no se entiende buena parte de la experimentación de los años ochenta y noventa.
Y, en general, existe todavía mucho material de estas dos décadas por rescatar o que hay que dar todavía más a conocer. Resulta interesante referir en este sentido a Calonge, un autor que falleció, desgraciadamente, muy pronto. Sus viñetas plasman un cromatismo maravilloso y todavía no son tan conocidas como deberían” –concluye-.
Qué va a pasar con el actual boom de la novela gráfica
Actualmente se supone que tenemos el boom de la novela gráfica. Pero… ¿Podría llegar a desaparecer, como esas revistas de los ochenta? “La novela gráfica actual resulta una hija directa del cómic para adultos de los años ochenta –nos cuenta Julio-. Los autores empezaron a desarrollar en las revistas de género historias tremendamente personales y arriesgadas que serían uno de los orígenes de la futura idea de “novela gráfica”.
“Hay diferencias entre ambas épocas –añade-, pero podemos quedarnos con la que aporta el formato: en los ochenta los autores cobraban por página en las revistas y publicaban acompañados de otros historietistas. En la actualidad, se cobra mayoritariamente por el proyecto completo y se publica en solitario. Las revistas permitían una continuidad económica y de producción. Eran, como comenta Max, “escuela de vida” para los autores y esa idea se ha perdido con la novela gráfica. El sistema ha cambiado y tiene aportaciones positivas, pero se han perdido otras muy importantes por el camino”.
Entre esas aportaciones positivas de la novela gráfica Julio destaca que:“No creo que el boom de la novela gráfica termine con un crac, como el de las revistas. Desde mi punto de vista, el medio está relativamente consolidado y mantendrá una cierta estabilidad. Sin embargo, hay algunos puntos que habría que trabajar desde muchos ámbitos, tanto a nivel editorial como, por ejemplo, desde las diferentes etapas educativas. Entre ellos, potenciar todavía más la extensión de la lectura de cómic a otros públicos y ámbitos de la población, insistiendo en su valor como objeto artístico, su poder didáctico o su interés para comprender la historia y la sociedad”.
Sus proyectos
Para fomentar la lectura de los cómics es fundamental la labor de divulgación que realizan instituciones como la Universidad de León con publicaciones como su colección Grafikalismos. Preguntamos a Julio en que está trabajando actualmente: “Preparo la publicación del cuerpo de mi tesis doctoral, donde analizo a modo de ensayo y de forma mucho más amplia las causas que posibilitaron el final de las revistas y la transición de un medio a otro, a través de autores como Nazario (del cómic a la pintura); Miguelanxo Prado (al cine) o Max (a la ilustración)”.
“Además, en unas semanas presentaremos el primer número de la segunda época de la revista Neuróptica. Estudios sobre el cómic. Recupera la mítica cabecera que editaba Antonio Altarriba en los años ochenta. Es una revista científica con apoyos y contribuciones internacionales que esperamos que suponga un importante aporte para la progresiva consolidación de la historieta en el ámbito académico. Seguimos asimismo elaborando el libro que contendrá las contribuciones del II Congreso Internacional de Estudios Interdisciplinares sobre Cómic, que organizamos desde la Universidad de Zaragoza” –concluye Julio A. Gracia Lana-.