Ola verde con barreras: así es la transición ecológica en Europa
- Analizamos el posible alcance de las propuestas ecologistas en Europa
- Las elecciones locales francesas han visto crecer a los partidos verdes
Las elecciones municipales francesas han confirmado el ascenso, al menos a nivel local, de las opciones ecologistas. Lyon, Burdeos y Estrasburgo estarán gobernadas por alcaldes “verdes”. La socialista Anne Hidalgo seguirá en la alcaldía de París con un programa socialista y ecologista.
“Es indudable que muchísimas personas son conscientes de que tenemos un problema”, afirma Yayo Herrero, profesora de la UNED y presidenta del Foro Transiciones. “Cuando vives en una ciudad donde hay polución, cuando vives en una ciudad donde no se abordan políticas públicas que hagan que no respires constantemente un aire que te enferma; o cuando vives a dos horas de tu puesto de trabajo, digamos que en ese caso este tipo de propuestas van entrando mejor”, afirma.
El problema, entiende Herrero, es cuando “te alejas de lo local” y entra en funcionamiento la idea de que “el crecimiento económico es algo prácticamente sagrado”. En ese caso, “basta que te digan que un proyecto va a hacer crecer la economía o generar puestos de trabajo” para que se acepten “proyectos urbanísticos delirantes o destrucciones de la biodiversidad”. La riqueza, o la promesa de riqueza, entiende Herrero, funciona como un “elemento tremendamente disciplinador”.
Transición ecológica
“El proceso de transición ecológica es real”, considera, en cambio, Diego Rodríguez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid e investigador del centro de pensamiento FEDEA. Según Rodríguez, “un buen ejemplo es el papel de liderazgo de la Comisión Europea con el Pacto Verde Europeo. En segundo lugar, hay una opinión pública cada vez más sensibilizada hacia la realidad. Y, por último, porque cada vez más disponemos de tecnología a costes competitivos que ya facilitan esa transición”.
Con todo, Rodríguez reconoce problemas -“la transición ecológica no es sencilla ni es gratis”- pero al mismo tiempo considera que puede ser beneficiosa para las empresas: “Sus beneficios a largo plazo, sin duda, serán mayores que sus costes”. En su opinión, “lo que es importante es que, especialmente cuando se habla de apoyo o de financiación pública, los proyectos de inversión se sometan a un proceso riguroso de evaluación y de selección. ¿Y para qué? Pues para asegurarse de que realmente se apoyan proyectos que actúan a favor de una economía más competitiva y más sostenible a medio y a largo plazo. Y, sobre todo, que se consigan esos objetivos al menor coste posible”.
“"La palabra clave sería 'menos' en todo lo que tiene que ver con lo material"“
Es aquí donde el punto de vista de los ecologistas difiere radicalmente. Yayo Herrero considera que “no hay camino posible a la sostenibilidad que no se traduzca en un menor uso de energía, en un menor uso de minerales, en un cambio radical en el uso de la tierra. Es decir, la palabra clave sería menos en todo lo que tiene que ver con lo material -energía, minerales, agua, uso de la tierra y demás”. Eso supondría cuestionar, también, “el modelo de consumo, el avanzar hacia sociedades en las que se aprenda a vivir con menos en lo material”. La razón, según Herrero, es que “podríamos ver que avanzamos hacia un modelo económico en el que se implementan algunas políticas llamadas verdes, porque se basan en energías renovables, o se introducen algunas tecnologías que son consideradas verdes, pero que sin embargo puedan no tener ningún tipo de efecto o, incluso, ser contraproducentes en términos ecológicos”. Eso sucedería, por ejemplo, de mantener el mismo ritmo de consumo, pero sustentado en minerales como el litio, utilizado en las baterías de los vehículos eléctricos, e igualmente finito.
Para Diego Rodríguez, sin embargo, los objetivos de descarbonización de la economía europea sí son positivos en la medida en que suponen “más renovables en el sector eléctrico, o avanzar en la electrificación del parque de vehículos”. Este profesor de la universidad Complutense de Madrid reconoce que el problema, en el caso europeo, estriba en las “diferencias en la intensidad y en la ambición de muchas de estas medidas”. Y otro aspecto más: “todos los países, de un modo u otro, se van a enfrentar a dificultades para reducir o eliminar emisiones en muchos sectores industriales, en el transporte pesado de mercancías por carretera, o en el transporte marítimo aéreo, va a ser, ciertamente, complicado. Porque en esos ámbitos está mucho menos desarrolladas las alternativas tecnológicas a los combustibles tradicionales. Sin duda, terminarán desarrollándose, pero todavía estamos, en esos ámbitos, en los primeros pasos de lo que habitualmente llamamos como "curva de aprendizaje".
Yayo Herrero teme que esas dificultades y la falta de una apuesta completa por un modelo alternativo terminen haciendo que Europa desaproveche la oportunidad abierta por la pandemia. Y apela a la dimensión global del problema de la sostenibilidad: “Si ahora mismo, la valla que rodea a la Europa rica y no deja entrar a personas migrantes, no dejara entrar ni energía, ni minerales, ni productos alimentarios, ni otros recursos, de los países de esas personas migrantes... la Europa rica no dura ni dos meses”.