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Pintura

El maravilloso mundo del triunvirato de 'Dalí, Picasso y Miró: Conquistar los sueños'

  • La exposición se puede visitar en la Fundación Cajasol hasta el seis de marzo
  • Marisa Oropesa: "Todos tienen un nexo en común, que ya no es el geográfico, sino el artístico"

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Picasso, Miró, Dalí: Conquistar los sueños

Resumir en un artículo las extensas carreras artísticas de tres grandes genios de la Historia del Arte del siglo XX resulta una utopía. Estos creadores tienen muchos puntos en común. Además de los generacionales y territoriales, abordan sus creaciones de una forma similar. Todos ilustraron libros, algunos de obras clásicas y otros, de amigos. Son, sin duda, los artistas españoles más internacionales del siglo pasado. El subconsciente colectivo sucumbió a sus creaciones surrealistas.

Entre ellos, hay influencias artísticas superpuestas. Es clara la de Picasso sobre Miró, especialmente en el aprendizaje del cubismo a finales de 1910. La amistad entre ambos se estrechó en 1920 en París y duró hasta el final de sus días, como demuestra su correspondencia mutua; las visitas de Miró a Vallauris; declaraciones privadas y públicas e, incluso, la rotunda defensa de Miró hacia el malagueño cuando algunos, como Cassanyes, le criticaban.

Dalí era el más joven de los tres, pero desde sus inicios ya reflexionaba sobre Picasso y hablaba de Miró. Estaba cautivado por el andaluz desde la década de los veinte. Antes de trasladarse a la Residencia de Estudiantes de Madrid, escribió en sus apuntes “Me gusta Picaso”. El primer encuentro entre ellos tuvo que esperar unos años. Dalí se presentó en París con una carta de recomendación escrita por Federico García Lorca. Sobre Miró, hizo declaraciones en las que mostraba su admiración, afirmando que en España existían grandes artistas.

Podemos adentrarnos en ese maravilloso mundo de este triunvirato que fue Picasso, Miró y Dalí.

Picasso, Miró y Dalí fueron grandes genios que cambiaron el devenir de la Historia del Arte universal. En “Dalí, Picasso, Miró. Conquistar los sueños” se reúnen unas series completas de este incomparable triunvirato, “que nos lleva a un momento muy especial de todo el mundo del arte”, declara la comisaria de la exposición Marisa Oropesa. “Son tres series muy distintas, a la vez, los tres muy surrealistas. Podemos adentrarnos en ese maravilloso mundo de este triunvirato que fue Picasso, Miró y Dalí.”

Además de ver a estos tres grandes artistas, Oropesa recalca que “los artistas vamos a podernos adentrar en un mundo fantástico como es el mundo de la obra gráfica, que, algunas veces, la tenemos más denostada y no es así.”

Picasso freudiano

De Pablo Picasso, se expone la serie de aguafuertes 'El entierro del Conde Orgaz'. “Es una serie muy difícil de encontrar”, reconoce la comisaria de la exposición. La forman trece grabados. “Es un homenaje que Picasso hace directamente al Greco”, de ahí, su nombre. “Es muy interesante cómo va desarrollando lo que él siente ante este papel y cómo lo pasa de una forma muy especial a un grabado”.

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“Es una serie que él empieza en los años 30. Después la abandona y la sigue en los años 50 y 60”, explica Oropesa. La primera de ellas, 'Trozo de almíbar', está fechada en 1939 y los doce aguafuertes restantes, de 1966 y 1967, “con una gran carga sexual. Nos introducen en un mundo lleno de saltimbanquis, enanos, equilibristas, hombres armados, figuras mitológicas y voyeurs”. Marisa Oropesa recalca que “siempre hay esa connotación digamos freudiana de lo que es el ser humano y por supuesto de la ensoñación.”

Sin embargo, no fue hasta el 25 de octubre de 1969 cuando se rehizo la serie entera con la ayuda de Ediciones La Cometa y Gustavo Gili, editor, mecenas y gran coleccionista. Se encontraron en Mougins en 1966 y desarrollaron una amistad sin precedentes. “Hubo muy poca gente en el entierro de Picasso y él fue uno de ellos”, aclara la comisaria. En cuanto el editor vio el manuscrito, le propuso editarlo, pero Picasso puso una condición: el prólogo lo escribiría su amigo Rafael Alberti.

Sentían una gran conexión ambos dos.

Rafael Alberti y Pablo Picasso se conocieron en 1933 y mantuvieron una larga y estrecha amistad que quedó reflejada en libros, poemas, cuadros, dibujos… Los dos eran comunistas y, profundiza Oropesa, los dos tenían “como decían los franceses esa goût à la vie, de sentirse libres de crear de una forma espontánea, de no sentirse encorsetados ni ante el mundo físico ni ante el mundo matrimonial ni en ninguno de los aspectos. Eran seres libres… Como un espíritu surrealista ambos, y sentían una gran conexión ambos dos”.

Alberti escribió 'Los ocho nombres de Picasso' y 'Conversaciones con Picasso', pruebas de su admiración por el malagueño. “Una admiración mutua, por eso Picasso le pidió textos para sus obras”, admite la comisaria de la exposición. La muestra cuenta con el poema ‘No digo más que lo que no digo’, que Rafael Alberti elaboró a petición de Picasso, que es una declaración de amor y admiración a la tradición pictórica española.

Quiero aspirar a la similitud, a una profunda similitud que es más real que la realidad, convirtiéndose así en surrealista.

Marisa Oropesa concluye que “Picasso es uno de los grandes grabadores de todos los siglos, junto con Goya, Durero, Rembrandt”. Emplea distintos instrumentos. “Como era tan vitalista, tenía esa vitalidad, esa fuerza física que le caracterizó hasta su muerte, vemos cómo hunde, hinca en esa plancha de zinc la gubia o incluso un diamante, o incluso un puñal para hacer esta maravillosa serie como es “El Conde de Orgaz”. Pablo Picasso decía: “Sigo haciendo lo que puedo para perder la naturaleza de vista. Quiero aspirar a la similitud, a una profunda similitud que es más real que la realidad, convirtiéndose así en surrealista.”

Miró onírico

No distingo la pintura y la poesía.

En esta exposición se presentan veinte litografías, que es una técnica que se hace a la piedra con distintos colores. El artista las realizó en 1975 para el libro ‘Maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de Miró’ de Rafael Alberti, editado por Ediciones Polígrafa. Unas obras que se caracterizan por la composición de los elementos, los arabescos, los círculos, las líneas y, esencialmente, la paleta cromática seleccionada. Todo confluye en un universo colorista y alegre donde se entrevé esa facilidad inventiva. Miró decía “no distingo la pintura y la poesía”, por eso su relación con poetas y escritos fue decisiva para sus creaciones.

‘Maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de Miró’ de Rafael Alberti fue un proyecto muy ambicioso en el que no se trataba de ilustrar los textos sin más. Ambos artistas decidieron hacer un acompañamiento musical con cada obra. Para lograrlo, la correspondencia entre Miró y Alberti fue intensa.

En 1971, Rafael escribió desde Roma a Joan Miró para proponerle le colaboración: “[…] creo tener noticias de que te gustó mi carpeta dedicada a Picasso y de que estás dispuesto a hacer algo parecido conmigo. Sino que yo haría unos poemas especiales para ti, que caligrafiaría también, y tú los grabados…”.

En 1973 Alberti ya tenía decidido el título de su libro ‘Maravillas y variaciones acrósticas en el jardín de Miró’, aunque este sufriría todavía una pequeña variación, y envió a Miró un ejemplar manuscrito completo.

Durante 1975 se publicó y Alberti dedicó su texto al impulso juvenil tan ejemplar y único de Joan Miró. El poema se prestó a cierto movimiento tipográfico que podría entrelazarse con las litografías. Un mundo único en el que dejamos de ser simples espectadores para pasar a formar parte de ese universo onírico que Joan Miró fue capaz de crear. Él decía: “Nunca sueño cuando duermo, sino cuando estoy despierto.”

Joan Miró. Su vida

Joan Miró. Su vida

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“Miró estaba muy obsesionado con el cosmos”, nos cuenta Marisa Oropesa para hablarnos de su era favoritas, en la cual creó unos óleos maravillosos: ‘Las constelaciones’. En ella, “te llena el espíritu con esos colores”.

Por otra parte, Antonio García Villarán considera que “en Miró sí hay hamparte”. El hamparte es el arte de no tener talento. “Las he mirado mucho, pero sigo viendo lo mismo. O sea, a la vez que entro, salgo. Son colores y formas muy comunes. Tampoco tienen diferentes tipos de composiciones.”

El crítico es más juicioso que la comisaria de la exposición acerca del nivel de composición del artista. “En los cuadros, se repite a veces cuatro veces el color rojo, cuatro veces el color celeste, una forma geométrica en el centro y todos son iguales. Lo siento por Miró, pero ¿qué quieres que te diga? A mí se me queda muy cortito…”

Dalí experimental

Dalí está presente en esta muestra a través de su particular de ‘La vida es sueño’, compuesta por grabados al aguafuerte que el artista realizó para ilustrar la obra homónima del escritor Calderón de la Barca.

La obra cumbre del barroco español se estrenó en 1635 y cuya temática es la principal libertad frente al destino personal y la concepción de la vida como si esta fuera un sueño. La comisaria explica que es “donde representa un poco también lo que fue su vida, ese perdón del padre, esos valores que nos explica en ‘La Vida es Sueño’ Calderón de la Barca.”

Calderón de la Barca proponía una reelaboración de una serie de narraciones de la tradición oriental y occidental sobre el poder de influjo de los horóscopos y la relación entre vida y sueño. La transmisión del concepto vital y artístico era muy singular en el caso de ambos creadores.

Un verdadero artista no es alguien inspirado, sino uno que inspira a otros.

Apreciamos como el grabado en Dalí es muy experimental y demuestra excelencia en el dibujo. El catalán convirtió, como ningún otro surrealista, el absurdo y la locura como principios esenciales de su arte, llegando incluso a crear un término que definía la esencia de su arte paranoico-crítico. Salvador Dalí decía que “un verdadero artista no es alguien inspirado, sino uno que inspira a otros.”

En estas creaciones se refleja una vertiente imprescindible en la trayectoria artística de Dalí: la de ilustrador. El pintor surrealista ilustra la historia de Segismundo, que tiene un paralelismo profundo con su propia existencia. El artista solía mostrar en sus obras una implicación personal y, en el caso de ‘La vida es sueño’, no fue menos. Los grabados tienen mucho que ver con él y con el surrealismo que tenía como origen los sueños y el subconsciente. Kant decía que “el sueño es un arte poético involuntario” y Dalí así lo demuestra en estas obras oníricas.

Antonio García Villarán manifiesta que “Dalí usaba el arte para ganar dinero, para hacerse rico a costa de otros ricachones. Él hacía cuatro tonterías. Los otros y él consideraban que era arte, pero, para mí, muchas de las cosas también eran puro hamparte.”

Las relaciones entre artistas

Geográficamente coinciden estos tres genios, que son creadores de movimientos que les unen, entre ellos el surrealismo. Esta corriente artística se fundó en 1924 por André Betón. Él mismo consideraba a Dalí como el más surrealista “porque, como dijo Bretón, es la mejor pluma de nuestro sombrero”, explica Marisa Oropesa.

Además, siempre aparece “ese negro de la tradición española que vemos en Valdés Leal, en Goya, en Velázquez” y otros grandes artistas. Explica la comisaria que “sus fuentes siempre fueron muy españolas. Es curioso porque Picasso se va muy joven a Francia. Incluso hay un momento que le quieren expulsar de Francia, luego con los años, y siendo el gran genio que fue se reconcilia con Francia, y Francia le quiere dar la nacionalidad y nunca la quiso desistir de ser español. Siempre quiso ser español”.

En los años 20, Miró y Picasso se conocieron en París y desde entonces hubo una gran amistad. De hecho, ambos participaron en 1937 en la Exposición Internacional representando al pabellón de la República. Oropesa recalca que “eran dos caras de la moneda. No tenían nada que ver el uno con el otro, pero la amistad perduró durante toda su vida hasta la muerte de Picasso”. Sin embargo, según Antonio García Villarán, esta amistad se debilitó al final de su vida cuando Picasso le echaba en cara a Miró: “¿a la vez te estás poniendo a hacer estas cosas?”

“Dalí intentaba ser amigo de Picasso y Picasso pasaba por temas políticos”, explica Antonio García Villarán.

La exposición que los une

La muestra que se expone es “más de lo mismo”, según Antonio García Villarán. “No es una gran exposición porque parece ser que las grandes exposiciones se llevan a ciudades como Madrid y Barcelona”. Sevilla es una gran ciudad que “se merece algo mejor”. Sin embargo, sirve como primer contacto a tres genios de la pintura porque “es una exposición sin riesgo”.

Antonio García Villarán pone en valor la falta de exposiciones de otras artistas que no se les da voz. “Nos resultarían, a gente como yo, y al público en general, muchísimo más interesante. Estamos ya hartos de Picasso, de Dalí y de Miró”.

Sin embargo, la comisaria de la exposición opina que “es mucho mejor ver un grabado importante de Picasso o de Dalí, que ver un óleo de otros artistas menos importantes”, ya que “todos tienen un nexo en común, que ya no es el geográfico, sino el artístico, por innovadores de corrientes, por esa forma que han tenido de crear y de sugerir a muchísimos artistas otras vías y otros caminos, y por esa tradición española que los tres llevaron hasta la saciedad”. Puedes visitarla en la Fundación Cajasol hasta el seis de marzo.