Por Rafael Muñoz
Otra palmera, y van tres. Este árbol y sus frutos decoran las prendas de la colección de Ailanto en la que tambien hay rayas y flores. Aitor e Iñaki, los hermanos Muñoz, firman una propuesta arriesgada y muy bien elaborada.
Se inspiran en los pintores nabis y en los cuadros de vidrieras del siglo XIX, pero también en la joyería de la época. Amarillos y verdes cristal comparten paleta cromática con verdes jabón, rosa pastel y crudos o platas. Los hermanos Muñoz han invertido esfuerzo y tiempo en los tejidos para conseguir resultados sorprendentes. Destacan las prendas de lino tratado con acetato que imitan a la piel.
También la red de algodón superpuesta sobre otro tejidos, la rafia , la seda cloqué con burbujas, los toques en lamé y las gasas que crean vestidos inspirados en las coreografías de Pina Bausch. En algunas de ellas, los chicos llevan vestidos de mujer que no logran abrocharse en la espalda. Ésto se traduce en diseños de Ailanto que llevan superposiciones inacabadas y detalles del interior, como si dieran la vuelta a los vestidos o los mirásemos desde dentro. En algunos, las presillas no atrapan botones y se exhiben a modo de coqueto adorno.
Los forros van muy trabajados y también las pequeñas trenzas con hilo de plata que recorren las telas.
Aitor e Iñaki Muñoz, los Ailanto, cumplen diez años sobre las pasarelas, una década prodigiosa vivida en el puente aéreo entre Cibeles y Gaudí. Su curriculum contiene 20 colecciones inspiradas en temas como la carta de ajuste de la tele, las novelas de Ágatha Christie, la película Blow Up de Antonioni o el Nueva York de los años 70.