Por RAFAEL MUÑOZ
Díez viaja a Hungría para inspirarse y a su vuelta salen de su ingeniosa cabeza minivestidos de punto grueso que mezcla hilos verdes con otros blancos y amarillos, que se combinan con una maxibufanda en el mismo tono y el mismo tejido.
También estampados de rombos con dibujos geométricos en su interior en colores verde, gris, negro y amarillo, paleta que se repite en la colección. Otro de los dibujos que nos llaman la atención son las flores, olvidadas por el diseñador y ahora recuperadas sobre un manto amarillo.
Su propuesta , a pesar de lo citado, no es campestre, al revés. Urbanita, menos deportiva que en otras ocasiones y más femenina, incluso en los looks de chico.
El negro, ¡cómo no iba a estar! , se deja para prendas invernales de abrigo que llevan el bajo desflecado. El total look dark se cruza de pronto con un estampado de monedas, con poderío, que decora vestidos y con fruncidos, para ellas y para ellos, y otros con cuerpo tipo capa.
Destacan los petos-short, las faldas-bermuda, y el abrigo camisero largo con un cuello envolvente de lo más elegante. Cierra, como no, un abrigo capa con los códigos de la perfecto: cremalleras en el cierre y en los bolsillo, y punto elástico en los puños.
Un gran trabajo que se ha llevado una ovación, de su público sí, pero ellos son quienes compran.
Hay un periodista francés que va con su cámara de video que prepara un reportaje sobre María Escoté a la que considera el símbolo de la nueva movida. Me parece bien, María y Carlos Díez encajan perfectamente en esa etiqueta.
Su desfile, el de María, se olvida del españolismo andaluz de la anterior para viajar a Egipto. Allí recoge la llave de la vida, y cual lentejuela, la borda en varias prendas haciendo que las cruces se muevan al caminar.
Las primeras salidas exhiben pantalones de estampado salvaje ¿leopardo- para chicos, y en verde, negro y blanco son fabulosos. Vemos chaquetas-cazadoras tipo bomber con capucha un tanto mimosas, con peluche salvaje y lazo de terciopelo al cuello.
María rinde también tributo a la perfecto y la colorea de rosa, verde y plata.
Las cremalleras de estas cazadora se ven en minifaldas y vestidos, y destacan tanto el encaje que la diseñadora tiñe de rosa ácido como las prendas con paillettes que forman rosas sobre un jardín plata.
Los toques ácido o flúor empiezan en forma de rayo, y vemos un jersey con varios rayos en todos los tonos acid house: rosa, verde, amarillo y naranja.