RAFAEL MUÑOZ.-
Para algunos un desierto es una barrera infranqueable pero para otros es la puerta a la aventura. A este grupo pertenece la mujer ideada por Fernando Lemoniez. Una mujer fuerte, avanzada, libre.
Su espíritu inspira chaquetas con bolsillos exteriores, pantalones rectos de pierna ancha y formas cómodas, para viajes incómodos, que el diseñador reinterpreta con su aguja firme.
Lemoniez revisa, por ejemplo, el típico pantalón de aviador trasladando sus códigos a una falda, o dota de feminidad una gabardina mientras logra un look espía con “Boinas Elósegui”.
Las prendas de día, de estilo soft, se construyen en sargas de algodón, y jersey en seda, con una gama de tonalidades que lleva caqui, arena y marrón. Colores que aguantan el polvo del desierto o de un camino, colores que “no se manchan”.
Blanco y azul completan la carta pictórica, a veces en detalles y otras al completo. El negro se adueña de las últimas salidas y se ve en los vestidos, algunos largos en jersey, ligeros y sensuales.
Vemos entonces escotes pronunciados y lazos-pajarita, uno de los símbolos de la colección que representa a esas mujeres rompedoras, que cortaron con lo establecido o lo que la sociedad esperaba de ellas. Convirtieron el lazo en una pajarita, sacaron su “yo” masculino y cuando vieron el mar de arena se lanzaron, decididas, a atravesarlo.