Si para la colección de primavera estampó truchas y lentejas por doquier para la de invierno ha decidido que no hacía falta. Ixone Elso se inspira en las cacerías y la taxidermia pero no para estampar sino para crear.
Colores montería como marrones y verdes se juntan con otros de los cuadros románticos como azules , rojos, fucsias y verdes. Destacan los trabajos de pirografía, dibujar con fuego, como una chaqueta que lleva una cabeza de jabalí, título de la colección, en la espalda.
También se aprecia una ardua labor en los mosaicos 3D hechos con balines, como el del ciervo que tardó en realizarse un día entero, y también en la parte de pintura manual, como el impresionante perro con perdiz en la boca en una cazadora.
De los cazadores toma prestados los portapájaros para aplicarlos a chaquetas, los cinturones donde llevan los cartuchos y las cajas de los trofeos a modo de bolsos.
Tan solo hay un estampado, de helechos, y llama la atención los tejidos de novia para prendas infantiles de chico. Los zapatos con lengüeta de hebillas, las boinas vascas y los bastones con asa de cobre completan el look que hará las delicias de la diosa Diana.
Nació en Jaén y ahora ha viajado a su infancia para rescatar recuerdos que se transforman en una colección de volantes, volúmenes gigantes y colores intensos. Andalucía inspira a Leandro Cano pero su estilo está muy lejos del que hizo famosos a Victorio&Lucchino o del que trajo por primera vez Juana Martín a la entonces pasarela Cibeles.
Colores crudos y marrones silla de montar crean una paleta sobria que se quiebra con rojos quejío y verdes o azules cerámicos. Cano trabaja con talento la piel inventándose siluetas, y elabora prendas con punto grueso para looks con un aire apocalíptico.
Las faldas llevan un volumen generoso, como de menina, unas con un patchwork de retales de flores y otras en punto. Éstas últimas se combinan con medias que engullen los zapatos creando un efecto inquietante.
Asombra el aire gótico de los patrones y las formas en un fuerte contraste con punto en tono crudo, casi de niño, hecho a mano.
Los volantes, armados con alambres, construyen vestidos en vez de decorarlos, y destaca uno en rojo en una salida que recuerda a la novia de Frankenstein. El carrusel final, impactante, ha arrancado aplausos y éstos, a su vez, han hecho llorar al diseñador. ¡Ojo a este chico!