Los Evangelistas conmueven con su evocación de Morente en la inauguración del Día de la Música
- Convence en el Matadero su lectura rock del lenguaje flamenco
- Emocionante intervención de Carmen Linares y Soleá Morente
- Hoy a las 16:00 arranca la primera jornada del Día de la Música
- Ver también el especial: Enrique Morente, aniversario de su muerte
Su disco Homenaje a Enrique Morente es uno de los álbumes más trascendentes que se han publicado en los últimos tiempos en España, así que la expectación por ver a Los Evangelistas de nuevo en Madrid era palpable en los ambientes culturales de la ciudad. Especialmente en un marco tan atractivo como la nave 16 del espléndidamente remozado Matadero, un inmejorable espacio para inaugurar la edición 2012 del festival Día de la Música.
Lástima que el sonido de la instalación no esté a la altura de la estética. Al menos ayer las texturas enmarañadas de noise y flamenco espacial de la banda de Granada no desprendieron toda la intensidad que cabría esperar debido a la acústica irregular. Pero a pesar de ese hándicap, Los Evangelistas (ya sabes: J, Florent y Eric de Los Planetas y Antonio Arias de Lagartija Nick) no decepcionaron. Es difícil que lo hagan teniendo en cuenta el material con el que trabajan: su transformación al lenguaje del rock de algunos de los hitos del flamenco heterodoxo de Enrique Morente es extraordinaria. Un ejercicio de audacia, personalidad y percepción que no es frecuente en España.
Emoción y gravedad
En directo, las canciones de Homenaje a Enrique Morente logran elevarse -solemnes y elegiacas- como himnos distorsionados en una misa de réquiem. De este modo, el arranque con "Gloria" y su inquietante plegaria a dos voces marcada por la batería monolítica, marca el tono del concierto desde el inicio.
Rodeados de decenas de cirios rojos, la banda no hace concesiones en la primera media hora: las canciones suenan sombrías y severas, casi indescifrables. La gravedad casi de duelo se rompe con "Alegrías de Enrique", en la que la característica voz de J logra sonar flamenca sin pretenderlo y la extraña solemnidad noise abre paso a un sonido (y un espíritu) más expansivo.
Tras la ortodoxia rock de "El loco", la banda abandonaría unos segundos el escenario para regresar de inmediato presentando a la cantaora Carmen Linares, que protagonizará el momento de mayor vibración emocional del concierto. Su interpretación de "Delante de mi madre", en la que su prodigiosa voz desprende al mismo tiempo turbación y consuelo (acompañada por una banda en trance) fue conmovedora. Uno de esos momentos mágicos que perduran en la memoria.
Soleá Morente
Inesperadamente, la magia se perdió con la incorporación al escenario de Soleá Morente. La joven hija del maestro no tuvo en el Matadero su mejor noche. Nadie duda de su talento y de la fuerza y posibilidades de su voz, pero especialmente en la interpretación de "Yo poeta decadente" estuvo muy desafortunada.
Más entonada sonó la malagueña psicodélica que Los Evangelistas y Soleá presentaron como un tema nuevo. Una pieza intrigante y lisérgica que suponemos formará parte de un próximo álbum.
Final arrebatador
Tras una festiva y un tanto caótica versión de "Donde pones el alma", Linares y Soleá abandonaron la escena para que Los Evangelistas pudieran celebrarse a sí mismos. Primero poniéndose el traje de Los Planetas ante el júbilo del público para interpretar "Ya no me asomo a la reja". Y luego, cerrando el círculo, para bordar la sobrecogedora "Ciudad sin sueño", tema del celebrado Omega, el álbum que Lagartija Nick y Enrique Morente esculpieron en 1996.
Así, con la banda descargando una estruendosa tormenta eléctrica mientras Antonio Arias dota a los versos de Federico García Lorca de una extraña mística, el concierto llega a su fin. A medio camino entre la alucinación y la epifanía.