Chocolate: de secreto de estado a adicción popular
- Lo degustamos junto a Mª Ángeles Martín, Helen López y Francisco González (Eureka)
- Madrid celebra su Salón Internacional del 14 al 16 de septiembre
- Karlos Simón, experto en buceo y tiburones, nos habla de Hundidos (La 2)
Su preparación fue secreto de estado durante prácticamente un siglo, motivo más que suficiente para abrir con ella la cuarta temporada de Memoria de delfín, e indagar en aquella apasionante información oculta.
Hablamos del chocolate, que el próximo 13 de septiembre conmemorará su Día Mundial. Con María Ángeles Martín, doctora en Ciencias Biológicas y autora del libro ¿Qué sabemos de…? El chocolate (2016, CSIC y Catarata), analizamos sus potenciales beneficios y perjuicios para la salud. “El que es bueno es el cacao, no el chocolate”, afirma la también directora de la Unidad de Cultura Científica del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN/CSIC).
Pero ese cacao, que se utilizó en su momento como moneda de cambio, al otro lado del charco, y que llegó a España con el descubrimiento de América, no gustó a todo el mundo, “por su amargor. Fueron los monjes quienes adaptaron la bebida –así se consumía antiguamente- al paladar de la aristocracia, añadiendo miel y una serie de condimentos, y sirviéndola en caliente”, añade la investigadora.
Al campo nos traslada una segunda invitada, la venezolana Helen López, periodista especializada en este producto, y asesora técnica del Salón Internacional del Chocolate, que se desarrollará del 14 al 16 de septiembre en el Palacio de Cibeles (Madrid). “Pasan siete años hasta que la planta del cacao da sus frutos. Es decir, las plantaciones deben ser con vistas a largo plazo”, asegura.
Y a la fábrica nos acompaña Francisco González, presidente de La Colonial de Eureka, la más antigua de España, fundada por Jaime Méric a mediados del siglo XIX. “Ghana, Costa de Marfil, Tailandia y zona asiática, y América, son los principales exportadores”, apunta sobre la procedencia de su principal materia prima.
Con Patricia Costa visitamos las instalaciones de la compañía, afincada actualmente en la madrileña localidad de Pinto. Nos adentramos en su proceso de producción, en su laboratorio, y charlamos con algunos de sus trabajadores más veteranos.
Además, salimos a la calle para conocer qué chocolate prefieren los españoles, todavía muy lejos de alemanes e irlandeses en lo que a consumo se refiere.
Servidos de onzas y de sus correspondientes y saludables polifenoles, Antonio Vicente nos sitúa durante unos minutos en 1916, un año mucho menos dulce y amable, en el que el mundo fue testigo de sangrientas batallas, como las de Verdún y Galípoli.
En alta mar, otro peligro acechaba la costa americana: los tiburones. Una oleada de ataques sacudía Nueva Jersey e inspiraría años más tarde la novela de Peter Benchley y, posteriormente, la película de Spielberg. Este último, provocando un pánico generalizado que redujo la afluencia playera en 1975, fecha de su estreno.
Con Karlos Simón, formador de instructores de buceo y experto en tiburones, buscamos cuánto hay de cierto y cuánto de mito en la información que esta cinta proyectó sobre el tiburón blanco. “Puede alcanzar los siete metros de longitud (…) y detectar a una presa a 2.000 metros de distancia”, explica este aventurero, sumergido ahora en otro proyecto: Hundidos, un programa que próximamente ofrecerá La 2 de TVE para mostrar barcos de guerra, galeones y trasatlánticos ocultos en las profundidades de la costa española.
Otro explorador, Alberto Maeso, recuerda que en 1916 el cine se convertía en un medio de comunicación de masas, con estrellas infantiles como las hermanas Jane y Blanche Hudson.
En la última de nuestras expediciones, la más intrépida y atrevida, Juan Otero despide este programa número 124 con temas como "Good bye, good luck, God bless you", de Henry Burr.