Homenaje al 'Loco' Jesús Quintero
- El periodista onubense ha decidido poner punto final a su carrera
- Es un maestro indispensable para quien quiera desgranar el misterio de la comunicación radiofónica
"Estamos aquí para aprender, para aprender qué; estamos aquí para para sufrir, para sufrir por qué; estamos aquí para gozar, para gozar con qué; estamos aquí para amar, para amar con quién…".
Así empezaba un viejo programa emitido por RNE convertido en recuerdo hoy, palabras del Loco de la Colina, Jesús Quintero. "Doy por vivido todo lo soñado" y, parafraseando al poeta chileno, me atrevo a afirmar que también doy por vivido todo lo escuchado en la radio, siempre que se produce esa comunión íntima entre el contador de historias y el que está al otro lado, esa conexión con el provocador del recuerdo que permanece largo tiempo. Una sensación que muchos conocimos –siendo demasiado jóvenes- con aquellos programas del Loco, que tuvo…
"… Por patria una colina donde a veces el río, el limonero, las flores y la tierra piensan en voz alta conmigo y me consuelan de preguntas con muy difícil respuesta. Las respuestas no están en el viento, la respuesta está… ¡Ojú chiquillo! ¿Tú sabes dónde está la respuesta?".
Recuerdos convertidos en guía de maestro indispensable para quien quiera desgranar el misterio de la comunicación radiofónica. Jesús Quintero llegó a la radio pública con 20 años con el único equipaje del don de la comunicación.
Aprendimos que el silencio es una de las palabras más importantes del lenguaje de la radio, que la prisa no existe, que las entrevistas deben ser conversaciones y que la música ayuda a pensar y a esperar el siguiente envite del Loco de la Colina.
Escuchar en los primeros ochenta al Loco en la Radio Nacional era la constatación de que el país estaba cambiando de manera definitiva, era la prueba de que la Radio Nacional empezaba a transitar el camino que la lleva a convertirse en la radio pública, la de todos.
Gracias Loco por despertar vocaciones, por hacer de la radio un medio muy grande, por el aporte de modernidad en un país viejuno y adormecido. Por descubrirnos a bandas tan grandes como Pink Floyd, gracias por considerarte loco sin complejos. Pero gracias –sobre todo- por dejar que muchos demos por vivido todo lo escuchado. Estuvimos allí y aprendimos, estuvimos allí y sufrimos, estuvimos allí y gozamos, estuvimos allí y amamos. ¿Con quién? Te preguntaste loco –hace ya demasiado tiempo- con la radio, me atrevo a responderte.