35 años de la muerte de Mao, artífice de la China moderna
- Uno de los grandes teóricos del marxismo-leninismo
- Protagonizó la más importante revolución campesina de todos los tiempos
- Con la Revolución Cultural se impuso de nuevo las depuraciones políticas
Se cumplen 35 años de la muerte de Mao Tse Tung, artífice del cambio en China y líder de la mayor revolución campesina que se conoce hasta nuestros días.
Han tenido que pasar más de tres décadas para que el análisis de su figura ya no sea tabú en el gigante asiático. Del culto irracional a la personalidad de Mao se ha pasado al análisis del personaje, sus abusos, víctimas, vicios y equivocaciones.
Si hubiera fallecido antes de la gran Revolución Cultural de 1966, la historia lo hubiera absuelto (durante ese periodo murió el equivalente a un 1% de la población y un 25% fue perseguida).
La vida de Mao, marcada por su infancia
Mao Zedong, según la nueva transcripción, nació en Shaoshan, en la provincia de Husnan. Era hijo de un rico agricultor, que atesoraba arroz y lo vendía por encima de su precio en tiempo de vacas flacas, y de una ferviente budista.
Odiaba a su padre, de quien diría años después: "El poder en mi casa era mi padre y la oposición, mi madre, mis hermanos e incluso yo mismo".
Desde pequeño fue un lector infatigable y alumno aventajado. Empezó muy pronto a leer a los clásicos chinos y más tarde a los autores occidentales.
Pese a su gran sensibilidad poética, el autor de los Poemas de la tierra y el viento era duro y cruel en la acción política.
Mao estudió en Pekín, donde profundizó en el conocimiento del marxismo y fundó el Partido Comunista Chino en Shangai, aunque no abondonó el estudio de los clásicos.
Para El Gran Timonel, la vanguardia de la revolución era el campesinado, y no el proletariado industrial, como defendían los comunistas soviéticos.
No sería la única discrepancia que mantuvo con Stalin, quien en 1946 apoyó a los nacionalistas de Chiang Kaichek en la guerra frente a los comunistas.
Mao protagonizó La Gran Marcha que llevó a su ejército hacia el noroeste, su santuario, a través de 18 cadenas montañosas, la travesía de 18 ríos, 62 ciudades, desiertos y zonas pantanosas. Una hazaña que costó la vida a una quinta parte de su ejército, pero que lo convertiría en una leyenda.
El ejército nacionalista de Chiang perdió la guerra y no le quedó más remedio que escapar a Taiwan. Curiosamente, el último en despedir al generalísimo Chiang fue el cónsul de Stalin en China.
Mao, gran dirigente hasta 1958
En 1958, el también conocido como el Zar amarillo, elaboró las tesis del Gran salto adelante. 60 millones de personas se dedicaron a fabricar acero en todo el país y proliferaron las comunas populares.
Ocho años después, Mao se rindió a la evidencia de que el experimento había fracasado e inició la Revolución Cultural, una revolución dentro de otra, con la reeducación política de la población y la vuelta de las depuraciones políticas. Su mujer, Jiang Qing, fue la cabeza visible.
La Revolución Cultural china fue una de las más siniestras que se conocen porque se trataba de la destrucción sistemática, desde dentro, por los propios chinos, de la herencia cultural completa de una civilización milenaria (Luis Racionero, en ABC) .
Durante el periodo de revolución se publicó el Libro rojo, el catecismo del buen revolucionario, que recogía el pensamiento de Mao. Se editaron millones de ejemplares, incluso se tradujeron a idiomas inimaginables.
La China posmaoista es ahora una gran potencia mundial, pero el mundo igualitario que promulgó Mao ha cambiado. China está inmersa en un proceso de modernización y de culto al dinero.
Deng Xiaoping, antiguo compañero de Mao, es el arquitecto de estas reformas, del socialismo de mercado que rige en el gigante asiático.