'Asylum', un cómic que nos recuerda que los españoles también fuimos refugiados
- Javier de Isusi mezcla la crisis migratoria actual con el exilio tras la Guerra Civil
- Un cómic basado en testimonios reales de refugiados
Con la actual crisis de los refugiados han aumentado los sentimientos xenófobos contra los extranjeros, pero no podemos olvidar que no hace tanto tiempo que fuimos los españoles los que llamamos a las puertas de Europa y América en busca de refugio, a raíz de la Guerra Civil. Algo que nos recuerda el cómic Memorias compartidas (CEAR-Euskadi/Astiberri), de Javier de Isusi (Bilbao, 1972).
“El libro –asegura Javier- formaba parte del proyecto Memorias Compartidas, elaborado entre CEAR-Euskadi y el observatorio por la paz Gernika Gogoratuz. Se trataba de visibilizar que la memoria del exilio es siempre similar; aunque las circunstancias que provocan un exilio puedan ser muy diversas, al final las experiencias son muy similares”.
“Cuando me lo propusieron -asegura el dibujante- yo les dije que habían dado con la persona perfecta, porque esa era una idea que ya me rondaba desde hacía años. Yo la había pensado no con refugiados, sino con emigrantes en general, pero la idea era la misma; mostrar cómo nos vemos cuando somos nosotros quienes buscamos asilo y cómo vemos al otro cuando llama a nuestra puerta”.
Las mujeres son las grandes protagonistas
Javier resume así el argumento del cómic: “Son cinco historias que se van entrelazando. Hay una principal, que es la de una mujer vasca que tuvo que exiliarse tras la guerra civil. Esa historia está narrada desde el principio hasta el final y, a medida que va evolucionando, se van introduciendo las otras, que son historias de exilio actuales. Y así aparecen continuamente las evidentes similitudes y conexiones entre unas y otras”.
Otra de las particularidades del libro es que casi todas las protagonistas son Mujeres. “Uno de los requisitos del proyecto –asegura Javier- era que abordara el tema de género. Casi siempre se habla de refugiados en masculino, y aquí queríamos resaltar que las mujeres refugiadas no sólo lo son en calidad de “mujeres de” o “hijas de”. Y aún más que, a menudo, tienen que huir precisamente por su condición de mujer”.
“Y casi todas son africanas –continúa-. Cuando se habla de personas refugiadas en seguida nos viene a la mente Siria o Palestina, pero la gran mayoría de las personas que llegan en pateras o se agolpan en Melilla son africanas, y muchas de ellas vienen huyendo de situaciones que las han obligado a migrar”.
Historias basadas en casos reales
Lo que hace más dolorosas a estas historias son que están basadas en casos reales: “Sí, todas ellas –asegura Javier-. Alguna, como la de Imelda, una periodista mexicana que, por denunciar los casos de feminicidio de Ciudad Juárez es amenazada de muerte, es prácticamente idéntica a la historia de la mujer en quien está basada”.
“Para otras, como la de Aina, una joven nigeriana que cae en una red de trata de mujeres, he mezclado distintos testimonios. Para la de Sanza, una mujer del Congo que pasa diez años huyendo de la guerra hasta que se queda atascada en la valla de Melilla, cambié el género, la persona en quien me basé era un hombre en realidad”
“La historia de Chris, un homosexual ugandés, es la más sutil de todas –añade Javier-, porque recoge sobre todo la sensación de miedo. En ella recabé mucha información sobre la homofobia en África. Por último, la historia de Marina, la abuela vasca cuyo exilio a partir de la Guerra Civil hila todo el libro, está basada en la de la abuela de una amiga, aunque metí otras historias, como la de mi propia abuela”.
No podemos olvidar que los españoles fuimos refugiados
El cómic mezcla estas historias actuales con la de esa anciana que tuvo que huir tras la Guerra Civil, “Para recordar que nuestro pueblo también ha sufrido el exilio –asegura Javier-, también ha sido un pueblo que ha solicitado asilo, y también en ese periplo que sufrió hubo pueblos que le acogieron con generosidad, como México, otros que se cerraron en banda y otros que respondieron con muchísima ambigüedad, como Francia”.
“Y eso fue antes de ayer –continúa-, aún están vivas algunas de las personas que lo sufrieron. No está de más recordar cómo nos trataron entonces para ver cómo nos gustaría pasar a la historia. Nadie dice hoy en día: qué bien se portó Francia cuando encerró a los refugiados españoles en campos de concentración. Es motivo de vergüenza para ese país las condiciones que les hizo sufrir a muchos de ellos. Por el contrario es motivo de orgullo para México los muchos gestos casi heroicos que mostraron hacia los refugiados de la Guerra Civil”.
La Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi (CEAR)
El cómic es un proyecto de la Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi. “CEAR no es una ONG asistencial –asegura Javier-, aunque esté en contacto con organizaciones que sí lo son. Es la Comisión Española de Ayuda al/la Refugiado/a, y como tal se centra en labores de asesoramiento, sensibilización y denuncia. Además de la gente que trabaja ahí también hay muchas personas voluntarias, yo animaría a cualquiera que esté interesada a que se acerque al centro de CEAR más cercano y les pregunte de qué manera podría colaborar. El trabajo siempre ha sido ingente, pero 2016 ha sido el año con más personas con desplazamiento forzoso de la historia”.
Ellos han sido los que han pasado la información necesaria a Javier para realizar este cómic. “El trabajo de documentación, el de recabar los testimonios de la gente, ya lo tenían elaborado en CEAR, sólo tuvieron que pasármelo –asegura el dibujante-. Luego, casualidades de la vida, por distintas razones, pero que no tenían relación con el cómic, sí que he tratado con varias personas refugiadas, tuvieran el estatuto o no. Pero, dada la buena calidad del material que me pasaron desde CEAR, el contacto directo no era indispensable para poder hacer el cómic”.
Lápiz y acuarela
En cuanto a su técnica de dibujo, Javier nos comenta que: “En este libro he seguido explorando la técnica de lápiz y acuarela que ya usé en mis anteriores libros, Ometepe y He visto ballenas. Aquí, para cada historia he usado sólo dos colores, uno frío (gris) y otro cálido en una gradación que iba del amarillo al rojo pasando por el naranja, ocre y siena. Cuando todas las historias se juntan uso todos esos tonos y el resultado, al mezclarse todos ellos, parece una policromía total. La metáfora cromática del libro es precisamente esa, que sólo cuando juntamos todas las historias vemos la vida con todos sus colores”.
El dibujante confiesa que no le ha resultado difícil enfrentarse a tantos escenarios y personajes distintos: “No. Yo he viajado por África y por Latinoamérica… No tenía que hacer un gran esfuerzo imaginativo para situar los personajes. Sabía bien, más o menos, cómo eran los escenarios. Y a los personajes… No sé, es como si los conociera desde siempre. El que más me costó ambientar fue el de Marina, porque es el que pasa por situaciones más distintas y más lejanas a mí (campos de concentración, bombardeos, etc.). Pero ahí interviene la magia de Internet, que para los dibujantes se nos ha convertido en la panacea a la hora de buscar documentación”.
Javier de Isusi destaca la importancia de este tipo de proyectos y asegura que le gustaría volver a participar en alguno: “Sí, sin duda. Creo que estos proyectos no sólo son necesarios sino que también se disfruta haciéndolos. La profesión de autor de cómics es muy solitaria y con este tipo de historias sales mucho de tu burbuja profesional”.
“En cuanto a proyectos –continúa el dibujante- ahora estoy con otro encargo, cosa rara en mí, llevo dos encargos concatenados que me han ido haciendo postergar el proyecto personal en el que andaba desde que acabé He visto ballenas (Astiberri); un cómic sobre los últimos años de Oscar Wilde. Pero aún tendrá que esperar”.
Por cierto que los benficios de la venta de este libro se destinarán a CEAR-Euskadi.